¿Por qué Gisèle Pelicot exigió que los videos de sus abusos sexuales salieran a la luz?

¿Por qué Gisèle Pelicot exigió que los videos de sus abusos sexuales salieran a la luz?

Gisèle Pelicot llega este viernes a los tribunales de Aviñón, Francia. Foto: EFE

 

Durante casi diez años su marido la drogó con sedantes y ansiolíticos primero para violarla y luego para que la violaran extraños a los que convocaba por internet. Hoy Gisèle Pelicot está de pie y más despierta que nunca. Sabe que su vida fue destrozada pero sabe también que la difusión de su caso puede ayudar a que otras mujeres no pasen por su sufrimiento. Por eso ayer, junto con sus hijos y sus abogados, celebró una modesta victoria en el juicio contra su ex esposo y cincuenta de los ochenta hombres que la violaron mientras ella estaba inconsciente: finalmente los videos de las violaciones serán proyectados en presencia de la prensa y del público que asiste a los tribunales. Finalmente, esas imágenes son las verdaderas pruebas del plan criminal de Dominique Pelicot y de la complicidad de los demás acusados.

Por Infobae





Durante casi diez años su marido la drogó con sedantes y ansiolíticos primero para violarla y luego para que la violaran extraños a los que convocaba por internet. Hoy Gisèle Pelicot está de pie y más despierta que nunca. Sabe que su vida fue destrozada pero sabe también que la difusión de su caso puede ayudar a que otras mujeres no pasen por su sufrimiento. Por eso ayer, junto con sus hijos y sus abogados, celebró una modesta victoria en el juicio contra su ex esposo y cincuenta de los ochenta hombres que la violaron mientras ella estaba inconsciente: finalmente los videos de las violaciones serán proyectados en presencia de la prensa y del público que asiste a los tribunales. Finalmente, esas imágenes son las verdaderas pruebas del plan criminal de Dominique Pelicot y de la complicidad de los demás acusados.

Como ocurre con este tipo de procesos excepcionales, el juicio se desarrolla paralelamente en dos esferas: en el tribunal de Vaucluse, Francia, y en la opinión pública, cuyo pulso puede medirse en los medios y en las redes sociales. Los detalles escabrosos del crimen superan cualquier ficción; así y todo, el coraje de Gisèle Pelicot podría terminar siendo un parteaguas para la legislación francesa y también un antes y un después en materia de conciencia social acerca de la violencia sexual en todo el mundo.

Una parte de los acusados ya ha reconocido su participación en las violaciones, empezando por Dominique Pelicot, el ex esposo de la víctima por cinco décadas y quien grabó meticulosamente los videos de los abusos. Varios acusados han pedido perdón aunque también insisten en un concepto inútil que sería algo así como “violación involuntaria”, ya que se consideran inocentes porque asistieron a la cita sin intenciones de violar a nadie.

Otros dicen que creían que la mujer “se hacía la dormida”. Otros aseguran que estaban convencidos de que todo era un juego entre libertinos y están tambien los que sostienen que nunca tuvieron en cuenta el consentimiento de la mujer porque no se necesitaba: el marido estaba ahí y era quien había impulsado el encuentro sexual. No falta el que le copió el “sistema” a Pelicot y violó en estado de inconsciencia a su propia mujer ni el que ahora dice que cree que Pelicot lo drogó también a él. En honor a la verdad, unos cuantos dijeron en sus testimonios que hace muy poco habían entendido la importancia del consentimiento en cuanto al sexo. Todos señalaron haberlo aprendido en prisión.

Si la Gisèle P. insiste en dar publicidad a los videos en los que se ven los detalles de las violaciones es para poder dejar en evidencia lo inconsistente de cualquier excusa por parte de los agresores y para crear conciencia en la opinión pública. Está convencida de que las imágenes hablan solas: ahí se la ve desmayada, a veces roncando y así y todo sometida a prácticas deleznables. Desde el comienzo del juicio, ya fueron exhibidos varios videos de los miles que encontró la Policía durante la investigación. Los acusados -que acuden al tribunal a dar testimonio cubriendo sus rostros para no ser identificados- eligen no mirarlos. El propio Pelicot se tapó los ojos para no verlos. Cuando su abogada le preguntó por qué lo hacía respondió que era “por vergüenza”.

Es justamente “vergüenza” la palabra clave en este caso, en este juicio. La vergüenza es una de las razones principales (si no la principal) por la cual la mayoría de las mujeres que sufren violencia sexual no la denuncian. Se trata de un silencio que esconde la vergüenza ante propios y ajenos, a lo que se suma la asunción de alguna clase de responsabilidad (qué hice de malo, con qué lo provoqué), una culpa cuyo origen radica en la desconfiada mirada social sobre las mujeres y su sexualidad.

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