El impactante caso de la mujer que cayó en un arroyo congelado: estuvo clínicamente muerta durante más de una hora y sobrevivió

El impactante caso de la mujer que cayó en un arroyo congelado: estuvo clínicamente muerta durante más de una hora y sobrevivió

En mayo de 1999, Anna Bågenholm cayó en un arroyo congelado en Narvik, Noruega, mientras esquiaba (Captura: Youtube)

 

 

 





Una mañana de mayo de 1999 comenzó como cualquier otra para Anna Bågenholm. La radióloga sueca, conocida por su pasión por el esquí, decidió aventurarse junto a dos amigos en las montañas de Narvik, en el norte de Noruega. El cielo era de un azul cristalino y el aire frío refrescaba sus rostros mientras deslizaban por las pendientes. Sin embargo, lo que empezó como una simple excursión, pronto se tornó en una lucha desesperada por la vida.

Por Infobae

Durante el descenso, Anna perdió el control. Sus esquís resbalaron sobre el hielo, y en un abrir y cerrar de ojos, se encontró cayendo con fuerza sobre un arroyo congelado. El impacto fue tan severo que el hielo cedió bajo su peso, tragándola hasta la cintura.

Sus amigos, Torvind Næsheim y Marie Falkenberg, observaron con horror cómo su cuerpo era arrastrado bajo una capa de hielo de 20 centímetros de espesor. Solo sus piernas, aún con los esquís adheridos, permanecieron visibles.

Rescate y tratamiento médico

La desesperación se apoderó de Torvind y Marie mientras intentaban tirar de las piernas de Anna, tratando en vano de liberarla. El agua helada se filtraba rápidamente en su ropa, aumentando el peso y dificultando su rescate. Después de 7 angustiosos minutos, uno de ellos logró sacar su móvil y llamar a emergencias. La espera se hizo eterna; pasaron 80 minutos antes de que el equipo de rescate llegara al lugar. Para entonces, Anna había dejado de moverse.

Al ser extraída del agua, su piel estaba pálida y sus ojos cerrados. No respiraba y no había señales de circulación sanguínea. El equipo médico, liderado por el doctor Mads Gilbert, no se rindió. La trasladaron rápidamente al hospital y comenzaron a calentar su sangre mediante una máquina de bypass corazón-pulmón, un dispositivo reservado para cirugías complejas. El objetivo era subir su temperatura gradualmente, evitando daños adicionales.

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