Omar Estacio Z.: Borracho no vale, trono tampoco

Omar Estacio Z.: Borracho no vale, trono tampoco

¿Fue con Etiqueta Azul o con una botella, a fondo blanco, de Anisado Garlín? ¿Fue con cannabis o con fentanilo? ¿Fue con Dom Pérignon P3 Plénitude Brut Rosé, que tanto le gusta a doña Cilia o con Fruit Punch, que no le gusta, de ninguna manera, a doña Cilia?

El señor presidente de la exrrepública, sedicente “Superbigote”, el sábado pasado, decretó de manera poco protocolar, como veremos, Deporte Nacional, a las llamadas “motopiruetas”.

Adiós a los duelos beisbolísticos, entre los “Eternos Rivales”, Leones vs Magallanes; a los partidos de vida o muerte, con el estadio de Pueblo Nuevo, a reventar, entre el equipo de casa y el Caracas Fútbol Club. Adiós a las partidas de bolas criollas en nuestros sectores populares, lo mismo que en los clubes privados más empingorotados.





En lo adelante, la estamina de nuestros presuntos atletas se concentrará en las volteretas callejeras de los laboriosos repartidores de comida rápida, cobradores, mototaxistas, mensajeros, trabajadores del ramo, en general, pero mayormente en los saltos mortales -mortales para quienes se les atraviesen- de los vagos y maleantes de los círculos bolivarianos, que ataviados con sus franelas con los rostros del “Che”, Chávez, Pablo Escobar o el “suciodicho” sátrapa, aterrorizan nuestras calles, -arrebatones y atracos, a mano armada, incluidos- a bordo de sus motos, made in China. Con licencia para delinquir. Amparados con la indiferencia de los cuerpos policiales revolucionarios. Implacables, éstos, en lo que se refiere a reprimir la mínima disidencia política, pero proxenetas en lo tocante a la criminalidad roboLucionaria, barriobajera o de cuello rojo-rojito. En el Imperio acaban de condenar al niño-tonto, hijo de papá Biden por mentir en una solicitud de porte de arma. Al de aquí, ni con el pétalo de un citatorio judicial por pecadillos mucho más graves.

Creemos tenerlo dicho: En la narcosatrapía, la única ley es que no hay ley. Como el émulo local del barón Pierre de Coubertín -“Lo importante no es ganar ni competir, sino meter mano en la Tesorería Nacional con furor de Mesalina”- no les ha proveído a sus fementidos deportistas, autódromo alguno para la “sana” práctica de músculo ¡Al demonio! con la norma del tránsito terrestre vigente, que prohíbe organizar competencias de vehículos automotor, en las vías públicas. En lo adelante los “motopiruetistas”, en específico, los supuestos “bolivarianos” seguirán exhibiendo sus maromas, cómo, cuándo y dónde les “salga po´el forro, po´que pa’ eso semo gobielno y pa´gozá”- incluidas las aceras de los sufridos peatones. La única diferencia será que, a partir del decreto del sábado pasado, tendrán licencia para azotar, arrollar, para hacer sopa, con los pacíficos viandantes. La prensa, siempre sediciosa, no lo iba a pasar por alto. Reseñó sin titubeos que, los cultores del nuevo deporte nacional a las 24 horas del decreto en cuestión, tomaron centenares de calles y aceras del país, debidamente borrachos o drogados, para pasarlo gordo a costa de la tranquilidad ajena.

Los detractores, del señor, dottol, don Bigote, que siempre sobran, ya han pegado su grito al Cielo. Anuncian que ejercerán contra el referido decreto las nulidades de rigor. Lo harán por lo que los abogados llamamos “vicios del consentimiento”. Armados del video cuyo enlace les ofrecemos a los amables lectores a continuación, invocarán los efectos jurídicos de la voladora que a todas luces cargaba el señor, dottol, o don Superbigote al momento de emitir la controversial medida. “¡Borracho no vale! ” reza el estribillo de aquella vieja tonada. Trono, menos todavía.

El chiste del día: Maduro declaró al “motopiruetismo” como deporte nacional (video)

No hay mucho qué discutir. Una imagen dice más que mil palabras. A confesión de parte, relevo de pruebas. Si acaso existe alguna controversia será sobre el tipo de carburante que generó semejante madre de intoxicación.

El cronista tiene para sí, que los peores estupefacientes, son los humores internos de cada cual. Los efectos de una kurda o de una esnifada con polvo del más alto octanaje, pasan en cuestión de horas. La malquerencia social, el resentimiento, la imbecilidad, la anestesia moral, no pasan. Son para toda la vida.

@omarestacio