Chile y Venezuela: Política exterior y violencia, por Teodoro Ribera

Chile y Venezuela: Política exterior y violencia, por Teodoro Ribera

Nuestro país se ha convertido en un foco circular de la violencia, un pasaje por donde ingresa y luego sale a otros países y ésta debe ser asumida como una tarea urgente de Cancillería. El centro de nuestros problemas es la dictadura de Maduro y la crisis humanitaria que ha generado y forzado la migración de justos y pecadores. Para restablecer la seguridad hemisférica debemos primero restablecer la democracia en Venezuela y nuestro país debe comprometerse a ello.

Semanas críticas atraviesa Venezuela de cara a las elecciones presidenciales del 28 de julio próximo. En un marco de escepticismo, la oposición democrática -con María Corina Machado a la cabeza y el muy probable apoyo de Washington y Brasilia-, impulsó la candidatura de Edmundo González, un diplomático retirado y sin figuración política, quién asumió la enorme tarea de liderar a la oposición comprometiéndose a una transición ordenada (y negociada).

Con todo, queda aún un largo trayecto hasta las elecciones y en un sistema político tan frágil como el venezolano, nada está dicho. Sin embargo, los pasos que se han dado no sólo son relevantes para el futuro de Venezuela, sino que cruciales para afianzar la seguridad y el orden público de nuestro país.





Un eje importante de la ruta de la violencia que afecta a Chile tiene su origen en Venezuela, que luego emigra a Chile apoyándose en redes locales de diversos países hasta llegar al nuestro. Ese es el núcleo de lo que viene hace semanas denunciando el gobierno argentino, que pide al nuestro cooperación y dedicación.

Por eso, es acertada la decisión de nuestra Cancillería de ordenar el retorno del embajador de Chile a Caracas, para facilitar el retorno de los venezolanos expulsados, pero principalmente para apoyar el reordenamiento institucional de Venezuela y ofrecer la experiencia transicional que atravesó Chile a fines de los ochenta.

Sin embargo, no colabora y confunde que nuestra Cancillería sostenga públicamente que con Caracas y durante el gobierno del Presidente Piñera no existía una agenda bilateral. Numerosos son los vuelos de repatriación entre Chile y Venezuela durante dicho período, las gestiones para obtener identificación de menores de edad, entre otras acciones, gracias a una efectiva y eficiente relación consular con el gobierno de Maduro y una gestión diplomática reservada y a niveles intermedios e incluso altos.

El que Chile se comprometiera con la democracia en Venezuela, pero con igual fuerza se opusiera al uso de la violencia armadas por terceros países, le otorgó una impronta que ayudó a destrabar problemas contingentes. Este equilibrio permitió a nuestro país dar protección en nuestra embajada en Caracas a disidentes políticos, promovió canales de diálogo entre numerosos actores políticos y civiles de ese país, incluidos de sectores del chavismo.

Nuestro país se ha convertido en un foco circular de la violencia, un pasaje por donde ingresa y luego sale a otros países y ésta debe ser asumida como una tarea urgente de Cancillería. El centro de nuestros problemas es la dictadura de Maduro y la crisis humanitaria que ha generado y forzado la migración de justos y pecadores. Poco se logra con enviar un avión de expulsados al mes, si quizás una cifra similar ingresa a Chile en un día. Para restablecer la seguridad hemisférica debemos primero restablecer la democracia en Venezuela y nuestro país debe comprometerse a ello.

Teodoro Ribera es Rector Universidad Autónoma, ex ministro de Relaciones Exteriores de Chile

Este artículo fue publicado originalmente en Ex Ante el 1 de mayo de 2024