Luis Barragán: Unidad y sufragio

Luis Barragán: Unidad y sufragio

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Desde siempre, el camino necesario para derrotar al régimen es el de la unidad y el sufragio. Por supuesto, existen dificultades inmensas para lograrlo en el orden interno y externo que lo convierten precisamente en eso: régimen.

En un sentido, no se explica a la oposición literalmente entendida, sin la pluralidad de fuerzas, pareceres y fórmulas que la componen e imponen un mínimo de acuerdo, lealtad y consecuencia con la prédica. Unas, más y, otras, menos, deben constantemente corregir y contribuir con el esfuerzo indispensable y honesto para alcanzar las metas consensuadas por la población venezolana que, en heroica resistencia al actual orden de cosas, apunta y aspira a la libertad.

En otro sentido, demasiado obvias son las maniobras gubernamentales para intentar asestarle una injusta derrota a las grandes mayorías de venezolanos. Tendida una emboscada permanente, requerimos de un liderazgo convincente y diligente capaz de concitar esa unidad también literalmente entendida y extendida, frente a un adversario que usa y abusa de los poderes materiales y simbólicos del Estado.





Quizá porque lo perfecto es enemigo de lo bueno, nadie en su sano juicio pretende la unidad de la piedra monolítica, de la uniformidad, del silencio extremo, trastocada en una estética y ética de la ruindad. Todo lo contrario, nos referimos a una unidad real, eficaz, contundente y – sobre todo – enunciadora del compromiso vital para una transición democrática de la que, por cierto, a veces, tendemos a banalizar por el desgaste retórico en las redes digitales de mayor abundancia que las presenciales, interpersonales, vivaces, eficientemente emotivas e inteligibles.

Unidad capaz de probarse y validarse con los comicios, con el sufragio que debemos defender para contarlo voto a voto y mesa por mesa, pues, la abstención puede operar y opera como una predisposición estratégica que no equivale automáticamente al sentido, a la lucidez, a la oportunidad, a la audacia, a la profundidad y a los resultados que se esperan de una estrategia que auténticamente la sea en el terreno político. Hay circunstancias muy específicas que la aconsejan, comprometidos todos los factores que hacen la unidad, como ha ocurrido, pero lejos estamos de desear algo parecido a 2005: todavía esperamos en el centro de votación a quien dictó cátedra llamando a la abstención, pero se quedó en casa esperando cómodamente la capitulación del gobierno.