Ramón Peña: WikiLeaks

Ramón Peña: WikiLeaks

Imágenes de un helicóptero del ejército norteamericano en Bagdad disparando contra civiles inermes, entre ellos reporteros de Reuters, o de soldados tomándose burlonas fotos junto a cadáveres iraquíes en la prisión de Abu Ghraib, son testimonios, que recordamos haber visto, publicados en importantes medios de Occidente. Estos ejemplos son solo muestras de miles de documentos y análisis colectados por el portal de filtraciones WikiLeaks, algunos destacando violaciones de derechos humanos y libertades civiles que comprometen a gobiernos de diferentes países, notablemente, el de EE.UU.

Hoy, el fundador del portal, el australiano Julian Assange, preso en Inglaterra desde hace cinco años, enfrenta la posibilidad de ser extraditado a Estados Unidos donde, acusado de 17 delitos contra la Ley de Espionaje, por filtración de más de 250 mil documentos clasificados, incluida la intromisión en un computador del Departamento de Estado, enfrentaría 175 años de prisión.

No tenemos el conocimiento necesario para definir la frontera entre el periodismo de investigación y el “delito” de espionaje, pero nos preguntamos cómo y dónde encajan en esas dos categorías el derecho del público a estar informado y los atributos de la libertad de prensa.





Recordamos, emparentada con este caso, la historia de los famosos Pentagon Papers, documentos filtrados por un funcionario del Pentágono, publicados por The New York Times y Washington Post, a comienzos de los setenta, en los que se evidenciaban mentiras de presidentes y subordinados y actos criminales en Vietnam. En aquella ocasión, la Corte Suprema de Justicia estadounidense, considerando, entre otros aspectos, la relevancia pública de las denuncias, sentenció el derecho de estos medios a publicarlas.

Hoy, está en manos de un tribunal británico la extradición o no del polémico Assange. Una decisión compleja que, en justicia, debería sopesar la libertad de prensa, el derecho del público a la información, el alcance de la investigación periodística y hasta los límites del concepto de secreto de Estado.