Los escándalos de Berlusconi: de la corrupción del poder a las fiestas con prostitutas y el sexo con menores

Los escándalos de Berlusconi: de la corrupción del poder a las fiestas con prostitutas y el sexo con menores

Fundador en los 90 de un partido-empresa con nombre de grito futbolístico, Forza Italia, fue tres veces primer ministro -sin haber ejercido cargos gubernamentales previos- y rompió, casi siempre con malas artes, con el corsé de la corrección política (Reuters/Flavio Lo Scalzo)

 

Silvio Berlusconi, Il Cavaliere, fue un muchacho milanés de clase media, nacido el 29 de septiembre de 1936, que se convirtió en magnate mediático, empresario futbolístico y líder político hasta que la muerte le demostró, el 12 de junio de 2023, que no era invulnerable. Tenía un patrimonio de 6.900 millones de dólares y la certeza de que se había adelantado a su tiempo, lo que era cierto. Tras haber acumulado una fortuna, saltó a la política y logró -en medio de las burlas, la subestimación y finalmente la incredulidad de sus adversarios- que el show se impusiera a las ideologías, aunque la suya fuera el libremercado.

Por infobae.com

Fundador en los 90 de un partido-empresa con nombre de grito futbolístico, Forza Italia, fue tres veces primer ministro -sin haber ejercido cargos gubernamentales previos- y rompió, casi siempre con malas artes, con el corsé de la corrección política. Subyugó al electorado con su histrionismo frívolo, megalómano, ingenioso y desbordado. Y con varios preconceptos que iban a instalarse como verdades. Por ejemplo: que el ascenso social es una mera cuestión de voluntad individual o que los millonarios no roban al llegar al poder porque no lo necesitan. Supo, en definitiva, postularse como espejo aspiracional y señaló con el índice a los supuestos enemigos del bienestar: políticos de carrera, sobre todo de izquierda, miembros del poder judicial, periodistas, adversarios en general. “Soy el Jesucristo de la política”, dijo, en un país católico. Por muchos menos, a John Lennon y los Beatles casi los lapidan en los Estados Unidos.

Los escándalos, de toda índole, acompañaron su carrera. Se le imputó prostitución de menores, pago de servicios sexuales a una menor, vínculos con la mafia, escuchas ilegales, malversación de fondos públicos, enriquecimiento ilícito apoyado en los resortes del Estado, difamación, falso testimonio, soborno, abuso de poder y hasta tráfico de drogas. Al final, la única condena que no le revocaron fue por fraude fiscal, en 2013, con una pena a cuatro años de prisión: no fue a la cárcel pero le costó la inhabilitación política y el inicio de su decadencia. Sin embargo, siguió alardeando de su modo de vida sibarita, de sus fiestas sexuales estilo Hugh Hefner, de su amistad con líderes políticos como Vladimir Putin, de su falta de apego a las normas constitucionales y de sus bromas -¿bromas?- inaceptables en un primer ministro y en cualquiera. Il Cavaliere hizo una revolución conservadora -disculpen el oxímoron- que sí fue televisada. En este punto, se recomienda ver “Videocracy”, de Erik Gandini, documental que analiza la acumulación de poder de la TV italiana durante la era preInternet, su influencia en la subjetividad de la población y el modo en que Berlusconi la utilizó como ariete para sus intereses. Está en YouTube.

Excesos de todo tipo

Berlusconi fue dueño y presidente del Milan desde 1986 hasta 2017 y, desde 2018, fue propietario de Societé Sportiva Monza 1912, club de fútbol de Lombardía. La lista de su imperio mediático es tan larga como abrumadora: desde importantes cadenas televisivas hasta periódicos de tirada masiva, empresas publicitarias, editoriales, cadenas de alquiler de videos, portales de Internet y muchos otros negocios que sortearon las laxas leyes antimonopólicas y anticorrupción. Creó el conglomerado Mediaset y dominó el mercado. Pero lo más interesante fue cómo, desde el manejo interactivo de la política -a la que llegó a través del socialismo de Bettino Craxi- y del poder mediático, dinamitó las antiguas convenciones democráticas y sembró fenómenos que lo sucederían. Se lo comparó muchas veces con Donald Trump. Pero recordemos, entre otras cuestiones, que Berlusconi no nació rico: su padre era empleado bancario; su madre, ama de casa. Esta condición de verdadero self made man fue una de sus espadas.

Mujeriego y seductor compulsivo, tampoco es posible mencionar todas las parejas que tuvo, oficiales y clandestinas. Se casó a los 29 años con Carla Elvira Lucia Dall, una genetista con la que convivió 20 años y tuvo dos hijos, Marina y Pier Silvio. Durante esta etapa, tuvo otra hija, extramatrimonial, llamada Barbara, con la actriz Verónica Lario, a la que había conocido durante una función de la obra teatral “El magnífico cornudo”. En 1985 se separó de Dall; en 1990 se casó -boda ultramediática mediante- con Lario, con la que ya había tenido dos hijos más: Eleonora, en 1986, y Luigi, en 1988. Aunque las infidelidades de Il Cavaliere fueron constantes, el matrimonio duró hasta 2009, año en que terminó en medio de disputas judiciales seguidas por el país entero. El detonante fue la publicación de fotografías de Berlusconi en actitud “cariñosa” con Noemi Letizia, en la fiesta de los 18 años de la chica. El romance, al límite de la ilegalidad, tuvo una enorme cobertura mediática, e incluso se planteó que él acudiese al Parlamento italiano para dar detalles de su relación con la joven, virtual primera dama. Pero Berlusconi sedujo y comenzó una relación con Francesca Pascale, presidenta de su club de fans, una conductora televisiva que confesó llevar varios años enamorada de él. Más adelante, el casanova del injerto capilar, las cirugías estéticas y la sonrisa de teclado de piano, se convirtió en amante y luego en pareja de Marta Antonia Fascina, diputada de Forza Italia, 53 años menor que Il Cavaliere, diferencia que ni siquiera alcanza Mick Jagger con sus novias.

Sexo con menores y fiestas Bunga-Bunga

Pero Berlusconi descarriló en 2010, cuando Karima El Mahroug, joven marroquí de 17 años, conocida como Ruby Rompecorazones, fue detenida por un robo menor. El mandamás italiano se comunicó con la jefatura de policía de Milán, donde la chica había sido trasladada: dijo que ella era sobrina de Hosni Mubarak, presidente de Egipto, y que enviaría a su colaboradora Nicole Minetti (madama que reclutaba a las jóvenes de la troupe berlusconiana) a recogerla. Durante la investigación se descubrió que Karima, presente en muchas fiestas organizadas por Il Cavaliere en Milán y Roma, había tenido sexo con él a cambio de dinero y “regalos”. Karima contó que en estas fiestas se realizaba un ritual africano, el Bunga-Bunga, que, en la versión milanesa, consistía en formar un círculo de chicas desnudas que danzaban en torno del anfitrión, al que rodeaban también en una piscina y con el que practicaban juegos eróticos subacuáticos. Otros asistentes a estas reuniones lujuriosas las definieron como “Olimpíadas sexuales”, con strippers, denominadas las Papi Girls, que ensayaban coreografías sensuales y acrobacias afrodisíacas en la mansión de Berlusconi en Arcore, en las afueras de Milán.

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