Dudas sobre máquinas captahuellas alertan sobre idoneidad de usarlas en una elección

Vista de un captahuellas de una máquina de votación tras la transmisión de datos durante el cierre de mesas y auditoría de actas en Caracas (Venezuela). EFE/Cristian Hernández

 

 

En una comunicación que dirigió El Nacional la pasada semana a Ming Hsieh, CEO de Cogent Systems, le hacemos referencia al viaje que en 2004 hiciera desde Los Ángeles a México para encontrarse con Jorge Rodríguez, entonces rector del CNE y negociar las máquinas captahuellas. El referendo revocatorio estaba previsto para el 15 de agosto, dos meses más tarde. De regreso de ese encuentro, con maliciosa intención, Rodríguez trató de hacerle creer a los opositores que Ming Hsieh era el dueño de una misteriosa empresa de la China, con el deliberado propósito de sembrar temor al electorado opositor.





El caso es que Ming Hsieh es un estadounidense con nombre y ancestros chinos, cuyas máquinas captahuellas gozan de la más absoluta confianza de la CIA, del FBI y la seguridad doméstica del “imperialismo yanqui”.

A su regreso de México, Rodríguez firmó el Memo ORP-101/2004 que aprobaba el Sistema Automático de Identificación de Huellas Dactilares para Autenticación de Votantes Vía Satélite. Horas más tarde, Cogent Systems informó en Estados Unidos que “el presidente del CNE de Venezuela, Jorge Rodríguez” (en realidad era Carrasquero), había anunciado la selección de Cogent Systems para la verificación de huellas dactilares en el próximo referendo revocatorio presidencial.

Considerando que el CNE no contaba siquiera con el presupuesto millonario para financiar aquella improvisada ocurrencia, se acudió a Pdvsa como financiadora.

Ni el CNE ni Cogent Systems aclararon que este complejo sistema no había sido usado en otro país del mundo con un propósito electoral o de identificar votantes. Estados Unidos y la Unión Europea lo utilizan exclusivamente para identificar criminales y terroristas. En Venezuela fueron adquiridas con la condescendencia de líderes opositores arrogantes que, como ahora, aseguraban que con máquinas captahuellas o sin ellas ganaban.

El régimen, algunos opositores y el CNE le han atribuido al sistema, arbitrariamente, una jerarquía constitucional, pues se condiciona su uso al de ejercer el derecho de votar.

Lea más en El Nacional