Hasta el honor se perdió, por @ArmandoMartini

Hasta el honor se perdió, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

La expresión describe una situación en la que se ha perdido todo, incluso la dignidad. Puede referirse a persona o grupo, y se utiliza para expresar la idea de que se ha llegado al límite de la desesperación y deshonra. Lo importante es comprender que se entiende por “honor”. La cualidad intangible que irradia integridad, decencia, honestidad y la percepción que tienen los demás. Tan importante en algunas culturas, que su pérdida tiene graves consecuencias.

Se pierde por diversas razones. La más común: violación de normas sociales y morales, como la traición, engaño, robo, violencia, arbitrariedad, abuso de poder y otras consideradas inaceptables en una sociedad. Y cuando se quebrantan, afecta la reputación y el honor queda en entredicho. La inobservancia de la palabra empeñada, daña el juicio que se tenga sobre algo, y la consecuencia, el desperdicio de la confianza y despilfarro del respeto. La secuela en los diferentes niveles de la ciudadanía, pueden ser devastadores. 

Quienes ejercen la indebida representación, no pueden señalar como el militar derrotado, “todo se perdió menos el honor”. En la Venezuela devastada y un régimen inepto, el honor quedó olvidado en el camino.





El castrismo iletrado para generar economía e ignorante en resolver dificultades sociales; en cambio, hábil diseñando perversidades para mentir de forma que parezca no lo están, profesando embustes que llevarán a verdades mañana. A los ingenuos se les puede apreciar, mirar con simpatía, pero no jugarse la vida por ellos.

Ansiosos de burocracia y prebendas miserables, pusieron oídos a propuestas insidiosas y desleales, que engañan tanto, que se mienten a sí mismos. Complacientes, expertos en fanfarronear, descubrieron la tentación de fortalecer la posibilidad de que el madurismo se derrumbaba. En realidad, animaban la sociedad conyugal desilusionando su feligresía.

El sistema castrista está en entredicho. Sin embargo, la escasez de dignidad, exiguo respeto a principios éticos y morales de mañosos desvergonzados, duchos en desfachatez política, desatendieron con desprecio las excepciones que alertan sobre la pifia de no escuchar realidades, disipando la confiabilidad ciudadana, prefiriendo la irracional prosperidad, absurda incompetencia, insulto al arraigo y venezolanidad, humillándose a la simpleza majadera.

El ciudadano no cree en cabecillas partidistas de escasa capacidad demostrada, incluyendo el manejo corrupto de bienes públicos. Pero siempre queda la esperanza e ilusión en manos de quienes se han negado valerosos a la componenda colaboradora, al pacto encubridor, compromiso cómplice, y coexistencia alcahueta. 

Seleccionados por perjuros, sacrílegos empeñados en torpedear la ciudadanía, aun así, se creen merecedores de confianza; alegando virtuosidad a carta cabal, cacareando independencia que no sucumbe al mandato infame de sus proponentes. Pero no pueden evitar el contraste, ocultarlo es bobería insensata. El país se enfila sin freno hacia la ciudadanía plena, libre, democrática, moderna, con ideas y voluntad, sin la carga de zancadillas históricas. Pero divisaron su salida cuando sus aspiraciones serviciales, no logran superar el arrojo valiente de quienes mantienen posición, no negocian principios ni valores, manifiestan verdades y rinden cuenta. 

Traicionaron y delataron, son los mismos que vendieron, juraron fortalecer y proteger el decoro democrático. Sin embargo, eligieron sustraer en provecho propio lo ajeno; conducta equivalente de quienes dicen adversar. 

El honor entre ladrones es el sentimiento de que incluso los delincuentes tienen un código de conducta. Su pérdida es peligrosa, acarrea exclusión social, menoscabo de oportunidades laborales y económicas; afecta la autoestima, conduciendo a problemas de salud mental como depresión y ansiedad. Perjudica relaciones interpersonales, perdiendo la confianza de amigos y familiares, encontrando soledad y aislamiento social. Por otro lado, puede ser oportunidad para la reflexión y crecimiento, darse cuenta de los errores y cambiar comportamientos en el futuro. 

La traición es incalificable, la ingratitud inaceptable, el olvido indigno y el abandono innoble. Si algo de respeto por la ciudadanía queda, deben hacer acto de penitencia y reflexionar, de lo contrario, nunca más tendrán el aprecio y respeto de la sociedad.

Los apoderados no solo deben parecer, sino ser decentes, estimables, íntegros, autónomos. La ciudadanía anhela libertad y democracia liberal, sin impuesto de celadas y asechanzas.

@ArmandoMartini