“El sueño de Gabino”: Más de 20 años regalando juguetes y comida en Navidad a niños en situación de calle en México

“El sueño de Gabino”: Más de 20 años regalando juguetes y comida en Navidad a niños en situación de calle en México

Gabino Aguilar
Cortesía de Gabino Aguilar

 

 

Desde hace más de 20 años, Gabino Aguilar reparte cada 24 de diciembre cientos de almuerzos y juguetes a los menores más necesitados de la capital mexicana con el apoyo de “bienhechores”.





Por rt.com

Cada año, Gabino Aguilar sale a las calles de la Ciudad de México para regalarle a los niños y niñas más necesitados de la capital dulces, juguetes y comida en la víspera de Navidad. Una tradición que lleva practicando por más de 20 años.

Hoy en día su iniciativa ha sumado a numerosos voluntarios y donantes, así como inspirado a otras personas que desde sus posibilidades cooperan para brindar, aunque sea una vez al año, apoyo a uno de los sectores más vulnerables del país.

De acuerdo con un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), uno de cada dos menores en México vive en la pobreza, mientras que la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) muestra que el 60,8 % de la población padece de inseguridad alimentaria: 34,9 % leve, 15,8 % moderada y 10,1 % severa.

El origen del proyecto

La iniciativa de Gabino comenzó con “un sueño muy raro”, comparte el hombre en conversación con RT.

Según recuerda, en su sueño estaba festejando la Navidad con su esposa y sus hijos. La escena reproducía la clásica cena del 24 de diciembre, donde en México es costumbre reunirse con la familia. De repente, comenzó a desbordarse de la mesa la comida de sus platos. Ante la curiosa situación, giró la cabeza y vio a su alrededor a niños en situación de indigencia que le pedían un pan o algo para comer.

Su respuesta lo angustió, no solo no les brindo nada a los menores, sino que los ahuyentó, demandándoles que se fueran. “Los niños lloraban y yo no tenía corazón para darles un bocado que se llevaran al estómago y entonces, me pare sudoroso, como a las 4 o 5 de la mañana, pero sudoroso, temblando y con una carga moral muy fea, nunca me había pasado”, recuerda el hombre.

Ese día ya no pudo descansar, dado que la misma secuencia continúo repitiéndose en sus sueños.

“Esperé entonces a que amaneciera y con lo poco que tenía de dinero, le dije [a mi esposa] vamos al súper”, rememora Gabino, quien en ese momento solo pudo preparar 50 bolsas de almuerzo con una torta —un tipo de emparedado—, un jugo pequeño de caja y una fruta.

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