En medio de la nada y sin saber qué hacer: Drama de migrantes venezolanos varados en la frontera de México

 

Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, son los países que debe atravesar un venezolano para alcanzar el “sueño americano”, un anhelo que se vino abajo el pasado 12 de octubre, luego de que el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos anunciara la ampliación de Título 42, aplicado durante la pandemia.





Por: Yanitza Martínez / Corresponsalía La Patilla

Esto implica que funcionarios de migración tienen la potestad de expulsar hacia México a los inmigrantes ilegales. La administración Biden solo permitirá la entrada de hasta 24.000 venezolanos que ingresen a Estados Unidos por vía aérea.

 

 

La decepción, la rabia, la frustración y la angustia se apoderaron de miles de venezolanos que se encuentran en camino a Norteamérica, escapando del régimen de Nicolás Maduro y en la búsqueda de una mejor calidad de vida. Hoy, estos compatriotas se hallan en un limbo, ante un futuro incierto en medio de la nada y sin saber qué hacer.

Pero al parecer el calvario y el peligro que significa atravesar la selva del Darién quedó reducido tras todo lo que les ha tocado vivir a los venezolanos entre Guatemala y México, donde han tenido que enfrentar dramáticas y arriesgadas situaciones, que no solo han colocado sus vidas al filo del abismo, sino que también los han golpeado muy duro en lo emocional.

 

 

El pasado 12 de octubre cuando el gobierno estadounidense anunció la nueva medida migratoria, muchos venezolanos ya estaban en suelo mexicano. Ellos pensaban que estando tan cerca de su destino final, ya lo que quedaba por avanzar era “pan comido”, hasta que a través de las redes sociales se enteraron de la nada auspiciosa noticia.

Dos semanas después, sin mucho qué hacer y poniendo en práctica la resiliencia que han aprendido algunos venezolanos, les ha tocado sortear muchos obstáculos: desde esconderse de la policía migratoria, hasta protegerse de la delincuencia organizada.

 

 

Noches de frío inclemente, días enteros sin comer ni beber absolutamente nada, es parte del viacrucis que padecen. No queda más que unirse en la desgracia y crear pequeñas comunidades para ayudarse entre todos… y tratar de sobrevivir.

Calvario en la frontera

 

 

Tapachula es un municipio del estado de Chiapas en México, ubicado en la frontera con Guatemala. Es el primer filtro que deben atravesar los migrantes venezolanos antes de alcanzar la frontera norte.

El larense Ricardo Nelo compartió parte de su testimonio con el equipo de La Patilla y mencionó que en esa ciudad persiguen a los venezolanos las 24 horas del día y, cual cazadores de presas, los policías acosan a los criollos para deportarlos.

 

 

El Retén Migratorio Siglo XXI es un recinto en el que llevan a los venezolanos ciudadanos de otros países para agilizar el proceso de deportación por parte de las autoridades del Gobierno Federal, que les otorgan una prórroga de 10 días para abandonar al país azteca.

El sistema de contención y rescate migratorio, según comenta Nelo, no es más que un proceso para devolverlos a su país de origen y muchas personas por desconocimiento, se entregan, ignorando que después de allí les toca retornar por cualquier vía, menos la aérea, a la cual no tienen acceso hasta el momento.

 

 

En su relato, el oriundo de Lara detalla que retornar a pie o por vía terrestre a Venezuela implica mucho más riesgos, ya que a lo largo del camino existen grupos de delincuencia organizada que trabajan con tráfico de personas, trata de blancas, tráfico de órganos, guerrillas y carteles de drogas.

“Los policías son más peligrosos que los delincuentes”, afirmó, al tiempo que contó que les solicitan documentos para posteriormente despojarlos de teléfonos celulares y dinero en efectivo.

La Estación Migratoria Siglo XXI cuenta con seis núcleos, y cada núcleo alberga a al menos unas 800 personas, en su mayoría venezolanos, quienes deben estar en ese recinto de 72 horas a 21 días, mientras liberan la orden de deportación.

Para Nelo, este aparataje migratorio no es más que un proceso de contención para evitar que los venezolanos puedan avanzar a la frontera norte, cortando de esa manera el oxígeno y toda posibilidad de poder siquiera llegar al Distrito Federal, donde muchos tendrían la intención de trabajar para lograr recuperar todo lo perdido económicamente y no retornar a Venezuela con las manos vacías.

 

El drama continúa en San Pedro

San Pedro de Tapanatepec es un municipio del estado mexicano de Oaxaca y limita con Chiapas. San Pedro se encuentra a unas 12 horas de Ciudad de México y es el segundo filtro, luego de Tapachula, al cual deben llegar evadiendo de todas las formas posibles a la policía migratoria.

En este municipio se encuentra Asdrúbal Timaure, también oriundo del estado Lara, y está junto a diez larenses más a la espera de que les otorguen un permiso para avanzar a Ciudad de México y retornar a Venezuela.

 

 

En San Pedro, los venezolanos tienen la posibilidad de obtener unos salvoconductos a través de la creación de unas listas conformadas por 50 personas y que les permite salir del país sin que los retengan previamente.

En su relato, Timaure menciona que llevan 9 días a la espera de ese permiso para decidir lo que van hacer. Detalla que en medio de la espera, han tenido que buscar los medios para sobrevivir.

En el caso de ellos, buscaron una residencia en la que viven 18 personas, todas venezolanas y en su mayoría larenses, en la que deben pagar 100 pesos mexicanos diarios.

La residencia no es más que un tinglado de una casa, donde solo les ofrecen una delgada colchoneta o una hamaca. En ese mismo lugar, improvisaron unas cocinas para preparar sus alimentos.

Entre otras cosas, explica que diariamente deben disponer del equivalente a 10 dólares para cubrir los gastos de alimentación. Agrega que tratan de preparar, a lo sumo, dos comidas diarias para estirar el poco de dinero con que aún disponen.

Desánimo y decepción

 

 

Cada historia que surge desde las fronteras mexicanas es más desgarradora que otra. Timaure cuenta que todos se hallan en una pésima situación: solo sienten desánimo, decepción y preocupación por no saber si van a lograr tan siquiera salir con vida de esta pesadilla.

Comenta que en el municipio San Pedro de Tapanatepec actualmente se encuentran unos 15.000 migrantes venezolanos, y que a diario siguen llegando más compatriotas.

Precisa que cerca del 90% de esas personas ya no tienen dinero para continuar la travesía, por lo que a muchos les ha tocado ponerse a vender agua y refrescos en las esquinas y así recolectar algo de dinero que les permita retornar.

Futuro incierto

Deudas y familias preocupadas es lo que les espera al llegar a Venezuela. Menciona Timaure que muchos de sus compañeros vendieron sus activos para reunir el dinero y salir hacia Estados Unidos, pero nadie podía predecir que el gobierno estadounidense aplicaría esa nueva medida migratoria.

“Nosotros no sabemos qué hacer. Solo queremos buscar una salida”, se lamenta el joven larense.

Ahora sus esperanzas se reducen a que les llegue el permiso del gobierno azteca para avanzar hacia Ciudad de México, buscar un empleo en lo que sea, recuperar parte del dinero gastado en el viaje migratorio y, tristemente, retornar a Venezuela.

Otros, mantienen su intención de llegar como sea a los Estados Unidos: desde Ciudad de México avanzar hacia la frontera norte y buscar alguna alternativa de para cruzar la frontera. Y es allí donde aparecen los coyotes, que por unos 2.500 dólares, acercan a los migrantes a la zona fronteriza, mas no los llevan hasta territorio norteamericano.

No existe ayuda humanitaria

 

 

Desamparados, abandonados y desesperanzados se encuentran miles de venezolanos varados en México. Las dos personas entrevistadas para la elaboración de este trabajo periodístico, comentan que no cuentan con la ayuda ni el apoyo de ninguna organización de derechos humanos, que les permita transitar este proceso de una forma más llevadera.

Aferrados a la fe, algunos migrantes venezolanos se mantienen unidos, esperando con impaciencia los permisos para continuar la travesía hacia un destino incierto; otros, aún guardan la esperanza de que una nueva luz se encienda en la política migratoria estadounidense para continuar con su plan inicial de llegar al territorio del tío Sam. Pero lo más probable es que muchos no tengan más alternativa que retornar a Venezuela, con menos dinero con el que salieron del país y con el alma rota por la frustración de no haber alcanzado su sueño americano.