Falta de información veraz y transparente agrava emergencia por lluvias en Venezuela

Fotografía aérea de un automóvil atascado en el lodo en El Castaño, un barrio de Maracay, la capital del estado de Aragua, en el norte de Venezuela, tomada el 18 de octubre de 2022, un día después de que una intensa lluvia provocara un deslizamiento de tierra que mató al menos a tres personas. – Los deslizamientos de lodo devastaron todo a su paso: arrasaron vehículos, árboles y enormes rocas, una semana después de que otro deslizamiento de tierra cercano dejara 54 muertos. (Foto de Federico PARRA / AFP)

 

Las intensas precipitaciones acaecidas en las últimas semanas en Venezuela han encendido las alarmas en los 23 estados que conforman el territorio nacional. Desbordamiento de quebradas y ríos, árboles caídos, puentes colapsados, carreteras destrozadas, deslaves inesperados, viviendas afectadas, miles de damnificados y decenas de fallecidos, son algunas de las consecuencias del fenómeno natural, que seguirá presente al menos hasta el próximo mes de noviembre, según los pronósticos del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh).

Por Thairy Baute





Las poblaciones aragüeñas de Las Tejerías y El Castaño, de alguna manera revivieron la pesadilla de la peor tragedia del siglo XX en Venezuela: el deslave de Vargas, que comenzó el 15 de diciembre de 1999, justamente el mismo día en que se realizó el referendo aprobatorio de la Constitución Bolivariana, una fatal coincidencia que quizás presagiaba el oscuro devenir que nos tocaría vivir en los años siguientes.

Lapatilla.com contactó a Ángel Rangel Sánchez, exdirector nacional de Protección Civil, profesor universitario (UCV/UCAB) y consultor en Gestión de Riesgos y Desastres, para analizar la dramática coyuntura que hoy padecen muchos venezolanos por las intensas lluvias.

 

Ángel Rangel Sánchez, exdirector nacional de Protección Civil y especialista en Gestión de Riesgos y Desastres

 

-¿Qué ocurrió en Las Tejerías? ¿Por qué sucedió esta tragedia?

No hay registros reales que indiquen en este momento que se trató de registros excepcionales de precipitaciones. Lo que sí ha habido en esa zona y buena parte del país son registros muy frecuentes de precipitaciones que han estado en algunas áreas del territorio nacional por encima del promedio de los últimos 20 años.

Eso no significa que el país está viviendo las peores y más fuertes precipitaciones de las últimas dos décadas. Son cosas distintas. Para hacer una consideración de este tipo, tenemos el problema de la ausencia de registros de calidad en materia de precipitaciones.

Ahí hay un problema para definir lo acontecido (deslave en Las Tejerías) como el evento de mayor registro en los últimos años. Lo que sí es que han existido precipitaciones que cada día son más frecuentes y tienen impacto. Tampoco en este instante tengo la certeza de que alguna comisión técnica, no política ni militar, haya evaluado el estado en que se encuentran las áreas de los diques, de contención, de manejo de la cuenca, como para definir que efectivamente, como algunos ciudadanos señalan (que se rompió un dique) es cierto.

Lo que sí podemos asegurar es que lo que está pasando es un evento de construcción social. Cuando digo social, el principal responsable es el Estado. Las decisiones en políticas, en inversiones, en regulación del desarrollo urbano, que debe estar en manos del gobierno nacional, regional y municipal, si estos no cumplen con exigir que se acaten las leyes, los reglamentos, las normas para urbanizar ciertas áreas, están construyendo el riesgo.

La lluvia no es la culpable de lo que está pasando. El problema es cómo hemos ido desarrollando nuestras ciudades, cómo los gobiernos han ido permitiendo que se desarrollen comunidades en ciudades sin que se respete la variable riesgo. Es decir, poblaciones que están expuestas al fenómeno de las lluvias sin estar debidamente protegidas o preparadas para enfrentarlas y no ser afectadas.

Cuando no atendemos la condición principal de vulnerabilidad como sociedad, que es la pobreza, los más pobres siempre son los más afectados en momentos de emergencia vinculados a los fenómenos físico-naturales. Entonces, esa vulnerabilidad social sumada a la inacción del Estado y la cultura ciudadana no enmarcada en la prevención, termina generando los desastres y las tragedias.

-¿Cómo ha sido la actuación de las autoridades ante esta emergencia ocurrida en Las Tejerías y otras que se están presentando en algunas regiones?

Ha sido descoordinada y eso es muy grave. En la atención de este tipo de situaciones, todos somos necesarios: instituciones públicas o privadas. Todos los niveles de gobierno tienen que estar coordinados en las acciones. No se trata de militarizar una zona. Se trata de cubrir una zona con recursos, personal preparado y equipado.

¿Y qué está pasando en este momento? Que las instituciones de respuesta a las emergencias, como Protección Civil, los bomberos, las ONG que prestan apoyo en salvamento y rescate, tienen una muy baja capacidad de respuesta operativa. Estas instituciones tienen una gran mística, una extraordinaria capacidad de trabajo, pero poseen vehículos averiados, sin repuestos, cauchos que no existen… Han perdido capital humano con la emigración y lo que ha pasado en el país con esta crisis humanitaria compleja.

Se ve que no había un plan específico de atención. Los planes de atención de emergencias no se elaboran en el momento de la emergencia, sino que se hacen antes. Por eso insisto en lo necesario de actuar con antelación: prepararse ante potenciales escenarios, condiciones de riesgos. Hay que tener capacidad operativa para la respuesta, para comunicar.

Se observa que aparecen organismos de todo tipo, y uno ve a algunos haciendo poco y otros haciendo mucho, pero una unidad de comando, de gestión que, además, le pueda decir al país día tras día cómo se está trabajando, cómo va el tema de las víctimas, una información abierta y transparente, no existe. Se ve que hay inconvenientes en este aspecto, y eso es un mal augurio de lo que se está haciendo.

-¿Cuáles serían las consecuencias de no informar en forma veraz y transparente a la ciudadanía sobre lo que está pasando, por ejemplo, en Las Tejerías o con otras situaciones de emergencia que se están presentando en el país?

Tiene varios inconvenientes. El no manejar la verdad en situaciones de emergencia es muy grave. No solo por la pérdida de credibilidad de los entes responsables, porque si algo tienen las emergencias y los desastres, es que son una gran vitrina que exhibe lo bueno y lo malo. Muestra las responsabilidades, las fortalezas, las debilidades. Devela la verdad, antes o después, se va a saber la verdad. No puedes engañar con número de víctimas o fallecidos, con impacto en viviendas, con causas del desastre, porque finalmente saldrá la verdad.

Si no hay una unidad de comando e información de calidad, con voceros calificados, se complica la emergencia, porque no es un tema para que lo maneje el sector político-gubernamental, sino los técnicos que conocen. En el gobierno debe haber personal técnico, pero es que no dejan hablar sino a dos o tres ministros que manejan el tema. Es necesario que los gobiernos nacional, regional y municipal, permitan que los voceros técnicos expliquen al país cómo están trabajando, y no que estos técnicos les expliquen a los ministros, y estos mal expliquen lo que se está haciendo.

Si los organismos internacionales, que han dicho que quieren ayudar, no ven coordinación y no tienen la información veraz, real, de lo que está aconteciendo, no van a poder ayudar. Entonces, si te quieren ayudar, no tienen cómo, porque se requiere seriedad en la información y en el interlocutor.

Y lo otro es el país. La gente comienza a hacer conjeturas. He escuchado cosas de todo tipo: desde que había una mina que estaban explotando, que el dique lo tumbaron porque le metieron una bomba, cosas inverosímiles. Eso ocurre cuando no hay información técnica creíble. Se van generando comentarios, creando fábulas, y eso es terrible porque se produce una gran confusión.

Si algo necesita el país en este momento es unidad en la atención, porque quienes sufren el desorden son las víctimas, que lamentablemente no han podido rescatar sus cuerpos para que los familiares le den cristiana sepultura; heridos que no han podido ser trasladados y verificado su estado de salud, las personas que lo perdieron todo. Y a estas alturas, yo no sé dónde están las áreas a las cuales están llevando a los damnificados para el censo, darle dotación y atenderlos con comidas, áreas de refugio. Eso no está claro.

-Es importante mencionar que está restringido y, en algunos casos, prohibido el acceso de periodistas y medios a las zonas de desastres. Eso es evidente en la tragedia de Las Tejerías.

Los medios no son enemigos de la información. Tienen que permitirle a los periodistas y a los medios verificar por sí mismos lo que se está haciendo y que eso puedan transmitirlo al país. Que no se convierta en un tema político. Esto es un asunto de mucha importancia, porque es el momento de la asistencia, de la ayuda humanitaria que debe estar allí. Atender lo urgente, es decir, a aquellos que están sufriendo. Debemos contar con la ayuda de todos.

Me preocupa mucho la situación, porque hay instituciones públicas y privadas que están organizando recolectas, y debe haber un ente del Estado que coordine con ellos para que conjuntamente, no el partido de gobierno ni sus militantes ni sus ministros, sino la sociedad venezolana (coordinada por un organismo estatal) la que entregue a nuestros conciudadanos en Las Tejerías, la ayuda que están recogiendo.

-¿Y cuál fue la respuesta del Ejecutivo nacional ante la ingente cantidad de donativos provenientes de particulares y de otros estados? Prohibir el paso de las personas que querían ayudar. Se entiende que debe existir un órgano rector que coordine las ayudas, pero lo que se observa es una improvisación.

El problema es que, además, cualquier evento que ocurra en Venezuela es una tragedia, porque el país está en precarias condiciones. Con toda seguridad puedo decir que en la zona de Las Tejerías ya había familias que no comían tres veces al día por la crisis económica. Por supuesto, una emergencia como esta, multiplica las carencias propias de un país con una crisis humanitaria compleja.

Lo mejor que puede haber es coordinación de organismos públicos con el sector privado, las ONG, los ciudadanos y todo el que quiera colaborar, pero coordinadamente. Que no se juegue al protagonismo unilateral de los que tienen la autoridad por encima de todos los entes que son necesarios. Estos son momentos para sumar y no para restar.

Ángel Rangel Sánchez conoce de cerca el drama humano tras una tragedia como la ocurrida en Las Tejerías y El Castaño, pues era director nacional de Protección Civil cuando sucedió el deslave de Vargas. Aunque actualmente vive en España por razones familiares y académicas, sigue con mucha atención todo cuanto ocurre en Venezuela, y lamenta no poder estar en el país, apoyando en lo necesario en esta emergencia que hoy entristece y enluta los hogares de muchos venezolanos.