Carlos Ochoa: A quien a hierro mata…

Carlos Ochoa: A quien a hierro mata…

En el mejor estilo de una novela policiaca con ingredientes pasionales y de corrupción, el Fiscal Saab anunció al país que habían resuelto el caso de la desaparición de Carlos Lanz, el dirigente político salió de su casa presuntamente con personas de su confianza y no regresó más, ahora a casi dos años de su misteriosa desaparición el Fiscal señala culpables intelectuales, materiales y cómplices, que alcanzan la propia familia de Lanz.

Carlos Lanz es un hombre tristemente célebre por haber participado en un asalto a una entidad bancaria en Guacara estado Carabobo en 1969 donde resultó muerto un joven guerrillero y en otro asalto en el Guárico donde fue gravemente herido el propio Lanz, pero lo que le dio notoriedad fue su participación en el secuestro del industrial norteamericano William F. Niehaus en 1976, por los delitos de asalto a bancos pagó cárcel unos años y hasta recibió un indulto presidencial en 1974, por el secuestro de Niehaus a diferencia de otros que todavía caminan impunes por la vida, estuvo preso varios años y hasta publicó un libro del secuestro. Cuando llegó Chávez muchos hicieron público su prontuario para obtener cargos por los servicios prestados a la causa revolucionaria, Lanz no tuvo que promocionarse, su historial era conocido y fue premiado con la Presidencia de Alcasa, una de las industrias básicas del complejo siderúrgico construido en la democracia y que hoy está en quiebra.

No sé en que andaba Lanz y su pareja, nunca lo vi, Lanz era un nombre asociado al secuestro más mediático ocurrido en Venezuela, pero a partir de su extraña ausencia, se fue convirtiendo en un ciudadano venezolano por el cual se exigía a las autoridades diera información de su paradero, formándose un comité que realizó actividades para visibilizar el caso ante la opinión pública y la justicia, integrado entre otros por su pareja e hija incriminadas por la Fiscalía





No conozco más que lo que informó el Fiscal Saab al país, de ser cierto los motivos y no tengo razones para dudarlo, Lanz que no tenía ni un pelo de tonto por omisión o por lo que sea que haya sido, era cómplice de un entramado de corrupción que enriqueció a su entorno afectivo, ese es el legado de esta revolución, miles de millones de dólares, propiedades, lujos, en manos de unos pocos capaz de cometer cualquier delito para quedarse con el botín.

El hecho es que Carlos Lanz se convirtió en una víctima y desde esa condición como ciudadano no merecía el fin que el Fiscal asegura le dieron sus secuestradores y asesinos, ningún venezolano lo merece.

Son muchas las denuncias de desapariciones de lideres indígenas y campesinos, muertes no esclarecidas que no tienen la suerte del caso Lanz, ellos también son ciudadanos, pero la justicia es lenta o sorda para quienes reclaman desde el otro lado del río se establezcan responsabilidades.
En medio de tanto horror que produce la narración del Fiscal y de quienes tienen otras hipótesis del caso Lanz, recuerdo la ley del karma en un dicho popular que afirma que a quien a hierro mata no puede morir a sombrerazos, hubiese querido que Lanz respondiese por la quiebra de Alcasa, por la riqueza de su pareja en un tribunal civil que respetara sus derechos, esos que no tienen los presos políticos en la Venezuela de Maduro.