Julio César Arreaza B.: No hay costo político

Unos zafios arropados con la falaz ideología del socialismo del siglo XXI, condimentada con el menjurje subdesarrollado y pavoso del árbol de las tres raíces, lograron echarle tierra en los ojos de propios y extraños mientras encarnaban uno de los mayores latrocinios de la historia.

La sociedad permanecía distraída y deslumbrada mirando por televisión durante horas y horas a un vulgar y mediocre militar proponiendo dislates con un verbo audaz que se convirtió en característico. Mientras prometía darle lo suyo a la cónyuge, iba lanzando medidas que apuntaban al desmantelamiento institucional y la consolidación de su poder absoluto. Fue la combinación de diferentes factores, desilusiones acumuladas, sorpresas distractoras, apuestas a lo mágico, que determinaron el languidecimiento del costo político de las medidas disparatadas de gestión pública. Sin embargo, hubo una reacción importante el 11 de abril de 2002, en la que una de las manifestaciones humanas más grandes echó al sátrapa del poder. De allí para acá la situación se fue descomponiendo cada día aunada con el retorno del zafio mayor, y el costo político dejó de rendir sus efectos, lo cual benefició al régimen y a una dirección política errática en la que no pocos fueron dañándose y quebrándose. Y esto llevó a la desaparición de la moneda, la descomposición de los principios y valores y a la desaparición del costo político. Vemos a la mentira convertida en mercancía de amplia circulación en el mundo político y civil, en detrimento de la verdad. No vemos los principios y valores reflejados en las acciones y actitudes.

Estos criterios son aplicables a lo sucedido en Barinas. Sin dejar de reconocer el esfuerzo de los electores de imponerse y obtener una victoria ante el régimen y sentirse contentos de su esfuerzo. No le negamos valor al empeño contra todo pronóstico. Si embargo, lo importante de esta hora es desmontar una estructura aceitada que goza de sus propias reglas, valores y procedimientos, caracterizada como el ecosistema criminal. La usurpación no se conmovió con lo de Barinas, sino más bien se afianzó. Ya vimos al pobre hombrecito gobernador corriendo hacia Maduro y cuadrándose firme. El balde de agua fría no se hizo esperar y de nuevo la frustración social. Nadie paga el costo político. De nuevo surgen los argumentos que llevan falacias en sus entrañas, con la pirueta del referéndum revocatorio de Maduro, que solo servirá para legitimar al ilegítimo y aupar la normalización. Una nueva oportunidad para perder el tiempo y generar frustración ciudadana.





Debemos imponer un nuevo liderazgo e ir formando ciudadanos con pensamiento crítico, que no permitan ser tutelados por los peores. Ciudadanos capaces de recuperar el mecanismo social y político de toda sociedad democrática como es la aplicación del costo político a cualquier actuación pública. Ya basta de los mismos liderazgos vencidos, doblegados y expirados.

Las convicciones son importantes para marcar la vida de los pueblos y desarrollar una conciencia cívica que nos haga discernir si marchamos hacia la liberación de Venezuela o a la legitimación del ecosistema criminal.

Tenemos un régimen de facto y la ruptura debe ser de facto con la usurpación y el liderazgo fallido y vencido, que no ha pagado y quiere pagar el costo político de sus acciones.

¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!