William Anseume: La guerrilla colombiana en Venezuela

William Anseume: La guerrilla colombiana en Venezuela

El hermetismo abunda sobre el tema. Quien más a menudo informaba y llevaba con su fundación el seguimiento a los movimientos de los guerrilleros en Venezuela, el profesor Tarazona, sigue tras las rejas del régimen del terror, precisamente por ubicarlos en detalle y divulgar su presencia, no solamente en Apure.

Sobre el tema, así, abunda la especulación. Pero los hechos saltan evidentes a la vista. Se nos informa de tiroteos desde el mismo comienzo del año, de muertos, de desplazados. Materialmente son realidades inocultables. El tema sigue siendo delicado por las consecuencias incluso de tratarlo someramente. Lo que incrementa el miedo a la denuncia, a publicar las fotos aquí adentro, a decir. El miedo impone la censura y la autocensura. Pero… Todo se sabe. Hoy nadie en Venezuela ignora que la guerrilla la tenemos internalizada hasta los tuetanos del país. Que deambulan hace años guerrilleros colombianos en Táchira, Apure, Zulia, Guarico, Amazonas, Bolívar y ya andan, según Tarazona más hacia el centro. Cerca y dentro de la capital. Donde se dice que se refugian algunos de los líderes protegidos.

Por supuesto, para Colombia es un asunto de vital interés de Estado. El presidente Iván Duque y funcionarios menores con recurrencia preocupante insisten en alertar al mundo acerca de la protección que existe de guerrilleros y del narcotráfico en Venezuela. Operativos de los Estados Unidos no han faltado estos años para tratar de contener ese narcotráfico financista. Casualmente se pusieron más agresivos cuando se incrementa la tensión en Ucrania. Algunos especialistas niegan la conexión que luce evidente. Aún más luego de que Figuera denunciara desde el norte de América la presencia de bases rusas en nuestro país. Incluyendo, oh sorpresa, una en la Caracas mirandina.





La tragedia humana de los desplazados, del hambre, de la necesidad sin par, no puede ocultarse tampoco en Colombia ni en Venezuela. Es gente que huye de la muerte, literalmente. Y que se enfrenta a ella por trochas, por las peores vías en las peores condiciones. No es sencillo el tránsito ni a lo que esta gente despavorida debe enfrentarse, luego de lidiar con las tomas de ciudades y caseríos a tiros, de pagar vacunas, de enfrentarse a entregar bienes o parte de la familia a los desadaptados. Lo que imaginemos estará limitado por la crudeza de la realidad. Y no deja de ser un enorme problema económico y social para Colombia recibir, en medio de la pandemia, oleadas de compatriotas nuestros que huyen del terror.

Mientras toda esa espantosa situación nos despierta en el año nuevo, recrudecida, seguimos apostando y nos siguen imponiendo la idea postergadora de que debe haber referendo, de que debe haber diálogo, de que quienes detentan malamente el poder, amigados con guerrilleros, con narcos, con toda suerte de malvados malandros mundiales, incluyendo el poder ruso, se sentarán y decidirán entregar por las buenas el control del país. Parecen gafos.