Luis Alberto Perozo Padua: Cuando la Divina Pastora llegó a Santa Rosa

Luis Alberto Perozo Padua: Cuando la Divina Pastora llegó a Santa Rosa

 

La imagen de la Divina Pastora posiblemente fue adquirida entre 1715 y 1724, traída de Sevilla, España, dado se propagaba rápidamente el apostolado pastoril de la Virgen en esa zona, además de acostumbrarse a importar las imágenes religiosas.





No obstante, el Hermano Nectario María, asienta que la imagen llegó al pueblo de Santa Rosa entre 1736 y 1794, argumento que rebaten las investigadoras Suárez y Bethencourt, quienes alegan que durante aquellas fechas no pudo adquirirse la sagrada imagen por los «magros ingresos de la iglesia».

Otro argumento de relevancia es que siendo tan arraigada la devoción de los pobladores de Santa Rosa y sitios vecinos, el obispo Mariano Martí no haya apuntado nada sobre la imagen y su veneración, en su minuciosa relación escrita sobre su visita pastoral a Barquisimeto en 1779.

El cronista Querales formula interrogativas de peso advirtiendo entonces: ¿Dónde pudo estar tan prominente imagen ese año como para que pasara inadvertida a la acuciosidad del obispo Martí? ¿O no estaba aun la imagen en Santa Rosa?, lo cierto es que cuando en 1812, ocurrió el devastador terremoto, todo el templo de aquel pueblo se vino al suelo, menos el sitio en donde se encontraba la imagen de la Divina Pastora, milagro primario que se le atribuye a esta imagen sagrada.

Se quedó en el pueblo

Entre la tradición barquisimetana que rodea la historia de la venerada imagen destaca que, en 1740, el párroco de Santa Rosa, Sebastián Bernal quiso para su iglesia una imagen de la Inmaculada Concepción, y al mismo tiempo el vicario del templo de la Inmaculada Concepción solicitó una imagen de la Divina Pastora, “pero por designios de la Providencia”, al llegar los encargos en cajas de madera se

intercambiaron y el de la Pastora fue a parar a Santa Rosa y el otro a la iglesia de la Concepción.

Cuando Bernal abrió su encomienda, advirtió la equivocación, ordenando a unos indios y arrieros llevar el cajón y su contenido hasta Barquisimeto, “pero el bulto se

tornó tan pesado que ni los indios ni las bestias pudieron mover el cajón que contenía la imagen en piezas de la Divina Pastora”.

Bernal con estupor al comunicar lo sucedido, el Vicario de la Concepción se sorprendió por el acontecimiento y consideró que la imagen debía quedarse en Santa Rosa porque demostró ser ese su deseo. No existe hasta el presente pruebas documentales que demuestren este hecho, pero el histórico suceso forma parte, como señalamos, de una arraigada tradición.

Un nicho para la imagen

Con el propósito firme de promover la veneración a la Divina Pastora, se construyó en la capilla de Santa Rosa del Cerrito, un altar y para el año de 1746, ya se hace referencia a este con motivo de la visita eclesiástica del Vicario Superintendente Carlos Herrera.

El culto a la imagen fue creciendo, especialmente cada 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen, fecha en donde Santa Rosa se convertía en una gran romería de su devoción.

El acontecimiento siguió desarrollándose hasta el terremoto del 26 de marzo de 1812, cuando el sismo destruyó casi todas las edificaciones en Barquisimeto, incluyendo la iglesia de la Concepción, así como el templo de Santa Rosa, “pero la nave lateral, en donde permanecía la Divina Pastora, quedó intacta y la imagen no sufrió ningún daño”. Luego del histórico y desbastador suceso, se inició la reconstrucción del templo, concluyéndose la obra en 1864. 

El templo ha sido sometido a mejoras parciales desde la fecha, pero la más importante ocurrió en 1956, con motivo de la coronación canónica de la Virgen, restaurándose el altar mayor.

Rogó a la Pastora

En 1855, el padre Yépez, viendo la propagación de la epidemia del cólera, hace edificar el monumento a la Cruz Salvadora en el sitio de Tierritas Blancas, en las afueras de la ciudad, obra dirigida por Mariano J. Raldíriz y José Manuel Otero, consagración llevada a cabo en diciembre.

Más tarde, el 14 de enero de 1856, convoca a una gran rogativa ante la cruz y se llevan al sitio imágenes de los templos barquisimetanos, entre ellos la Divina Pastora de Santa Rosa y Jesús Nazareno desde la parroquia Concepción.

En elocuente relato, el historiador Nectario María apunta que al finalizar la plática el padre Yépez, movido por un celestial impulso de caridad cristiana, exhaló su alma en sublimes términos de abnegación y heroísmo; cayó de hinojos, puestos los brazos en la cruz y vuelto hacia la imagen, con voz fuerte y trémula entrecortada por sollozos, exclamó: 

“Virgen Santísima, Divina Pastora, en aras de la Justicia Divina, por el bien y la salvación de este pueblo te ofrezco mi vida. Madre mía, Divina Pastora, por los dolores que experimentó tu Divino Corazón, cuando recibiste en tus brazos a tu Santísimo Hijo en la bajada de la Cruz, te suplico Madre Mía, que salves a este pueblo, ¡que sea yo la última víctima del cólera!”.

Durante su sermón, la cura calma a los angustiados fieles y los invita a seguir en procesión hasta el templo de la Concepción, seguidos de la sagrada imagen de la Virgen Zagala y El Nazareno.

El Nazareno llegó primero y el pueblo congregado de rodillas y suplicante, esperó pacientemente la llegada de la Divina Pastora. Hubo prédicas, oraciones y súplicas, y el padre Yépez, acompañado del presbítero Raldíriz, presidió el acto. 

Aseveran que desde ese día disminuyó la epidemia, y por ello quedó establecida la tradición de traer anualmente la imagen de la Divina Pastora a la ciudad de Barquisimeto.

Según estos recuentos, la inauguración y la bendición de la Cruz Salvadora de Tierritas Blancas precedió la visita de la Divina Pastora el 14 de enero; y el Jesús Nazareno fue llevado allí en procesión dos veces: la primera para la consagración de la cruz en diciembre de 1855 y la segunda, el 14 de enero de 1856 para recibir la imagen de la Divina Pastora desde Santa Rosa. La Divina Pastora permanece en ese templo varios días y posteriormente es llevada otras iglesias de Barquisimeto.

El padre Yépez morirá de fiebre tifoidea meses después, el 16 de junio de 1856. Sepultado “a escondidas y a toda prisa, al abrigo de la noche por sus alumnos, en el cementerio de San Juan”, por temor a que adeptos al Gobierno Liberal colgaran su cuerpo tras la acusación seria de ser adversario del régimen y un consumado conspirador.


Fotos: Colección del cronista Carlos Guerra Brandt, desde 1923 hasta 1984

Fuente: La Divina Pastora, Historia de una Devoción. María Matilde Suárez y Carmen Bethencourt. Barquisimeto 2005

Re-Visión. Apuntes para la historia del municipio Iribarren. Concejo Municipal del Distrito Iribarren. Ramón Querales. Barquisimeto 1995

Historia de la Divina Pastora de Santa Rosa. Hermano Nectario María. Barcelona 1926.

El Padre José Macario Yépez 1799-1855. Lino Iribarren Celis. Caracas 1952

Barquisimeto: Historia Privada, Alma y Fisonomía de Barquisimeto de Ayer. Rafael Domingo Silva Uzcátegui. Caracas 1959