Verificación de hechos: Las cinco mentiras que perduran sobre el asalto al Capitolio

Verificación de hechos: Las cinco mentiras que perduran sobre el asalto al Capitolio

Capitolio
Foto: Telemundo51

 

El asalto al Capitolio se basó en una mentira sobre las elecciones de 2020. Y desde hace un año, se ha mentido sobre la insurrección misma.

Por CNN





El violento ataque de los partidarios de Donald Trump al Capitolio ha sido objeto de una campaña de deshonestidad que comenzó en medio de la niebla del 6 de enero y se intensificó incluso cuando los hechos se aclararon. Trump, algunas figuras de los medios de comunicación de derecha y algunos miembros republicanos del Congreso han realizado un esfuerzo sostenido para reescribir la historia de ese día mortal.

Han afirmado falsamente que todos los agitadores estaban desarmados. Han afirmado falsamente que la gente en el Capitolio simplemente realizó una “protesta” contra una elección que afirmaron falsamente que había sido fraudulenta. Han afirmado falsamente que los agitadores fueron recibidos en el Capitolio por agentes de policía.

Han afirmado falsamente que los disturbios fueron orquestados por grupos de izquierda o el FBI. Y han afirmado falsamente que los agitadores no violentos están siendo encarcelados como “prisioneros políticos”.

Aquí verificamos cinco de las mentiras que más han durado sobre lo ocurrido el 6 de enero.

Mentira: los agitadores estaban completamente desarmados

Trump y algunos de sus aliados continúan afirmando que todas las personas en el Capitolio el 6 de enero estaban desarmadas.

En una declaración del 21 de diciembre, Trump calificó el 6 de enero como una “protesta completamente desarmada”. De manera similar, en un tuit del 17 de diciembre, la representante Marjorie Taylor Greene de Georgia escribió: “Uno de los mayores agujeros en la mentira de que el 6E era una insurrección planificada es que todas las personas estaban desarmadas. Cualquiera con medio cerebro sabe que los propietarios de armas solo dejan sus armas de fuego en casa cuando no sienten la necesidad de portar un arma o están obedeciendo la ley”.

Los hechos primero: no es cierto que todas las personas en el Capitolio el 6 de enero estuvieran desarmadas, y la afirmación sigue siendo falsa incluso si se habla específicamente de armas de fuego. Las personas que ingresaron ilegalmente a los terrenos del Capitolio durante la insurrección estaban armadas con una amplia variedad de objetos, incluidas pistolas paralizantes, cuchillos, porras, bates de béisbol, hachas y aerosoles químicos. El Departamento de Justicia dijo en una actualización oficial la semana pasada que hasta ahora “más de 75” personas acusadas en relación con el ataque “han sido acusadas de ingresar a un área restringida con un arma peligrosa o mortal”.

Es posible que nunca obtengamos un inventario completo de las armas ocultas que poseían los agitadores el 6 de enero, ya que casi todos pudieron salir del Capitolio sin ser detenidos ni registrados. Pero los fiscales han alegado que algunas de las personas presentes en el Capitolio estaban armadas con pistolas, al igual que algunos otros partidarios de Trump que viajaron a Washington el 6 de enero.

Mark Mazza de Indiana ha sido acusado de delitos que incluyen posesión de un arma de fuego en los terrenos del Capitolio; él se ha declarado inocente. Según la Policía del Capitolio, Mazza dejó caer accidentalmente su revólver cargado durante una pelea con la policía en una terraza del Capitolio. Supuestamente les dijo a los investigadores más tarde que si hubiera visitado a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ese día, “estarían aquí por otra razón”.

Guy Reffitt de Texas ha sido acusado de delitos que incluyen portar ilegalmente una pistola semiautomática en terrenos del Capitolio; él se ha declarado inocente. Los fiscales alegan que Reffitt “apuntó específicamente a por lo menos dos legisladores: la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el entonces líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, a quienes intentó sacar o desplazar físicamente del edificio del Capitolio”. Y la policía alega que Christopher Alberts de Maryland fue arrestado tratando de huir de los terrenos del Capitolio el 6 de enero con una pistola cargada; él se ha declarado inocente.

Mark Ibrahim, quien era un agente especial fuera de servicio de la Administración de Control de Drogas (DEA) en el momento del motín, ha sido acusado de delitos que incluyen portar un arma de fuego en los terrenos del Capitolio. Ibrahim, quien ha dicho que más tarde fue despedido por la DEA (la DEA solo confirmó a CNN que ya no trabaja allí), fue fotografiado ese día mostrando lo que parecía ser una pistola. Él se ha declarado inocente.

Además, Lonnie Coffman de Alabama, quien se declaró culpable de cargos relacionados con armas en noviembre, admitió que había llevado dos pistolas cargadas a Washington el 6 de enero y que un camión que había estacionado a unas cuadras del Capitolio contenía pistolas cargadas adicionales, cócteles molotov y otras armas. Cleveland Meredith Jr., quien se declaró culpable de amenazar con matar a Pelosi y fue sentenciado a 28 meses de prisión, condujo de Colorado a Washington con un rifle y una pistola que fueron encontrados en su tráiler afuera de un hotel de Washington. El FBI dijo que Meredith le había dicho a los agentes que había intentado llegar a Washington el 5 de enero, pero que terminó llegando tarde el 6 de enero.

Mentira: los agitadores simplemente protestaban por una elección ‘amañada’

Trump pidió a sus partidarios que fueran a Washington el 6 de enero a una protesta “salvaje” contra la victoria del presidente Joe Biden, la cual, Trump afirmó falsamente que era fraudulenta. Durante su discurso en un mitin la mañana del 6 de enero, Trump impulsó esa mentira electoral, ordenó a sus partidarios que marcharan hacia el Capitolio y los instó a “luchar como el infierno”.

Después de la insurrección, Trump continuó repitiendo la mentira electoral durante meses y la adaptó para minimizar lo que había sucedido en el Capitolio. En un comunicado de octubre, afirmó que la “verdadera insurrección” fueron las elecciones de 2020 y el 6 de enero fue simplemente un “día de protesta” (también hizo afirmaciones similares más adelante en el año).

Los hechos primero: ambas partes de la afirmación de Trump son mentiras obvias. La elección no fue manipulada ni fraudulenta; Biden ganó en forma justa; hubo un puñado de casos de fraude electoral que no estaban lo suficientemente extendidos como para haber cambiado el resultado en ningún estado, y mucho menos para haber revertido la victoria 306-232 de Biden en el Colegio Electoral. Y la insurrección del 6 de enero -en la que aproximadamente 140 policías fueron agredidos y que interrumpió violentamente el traspaso pacífico del poder- involucró miles de presuntos delitos. Claramente, no se trató solo de una protesta.

“Esta no fue una protesta pacífica. Cientos de personas vinieron a Washington para interrumpir la transferencia pacífica del poder”, dijo el juez principal Beryl Howell del Tribunal de Distrito de Washington en enero pasado. Howell agregó en octubre: “Los agitadores que atacaron el Capitolio de EE.UU. el 6 de enero, como parte de una gran multitud, no eran simples intrusos que participaban en protestas protegidas de la Primera Enmienda; ciertamente no eran turistas. Y lo digo una y otra vez porque todavía parece, en algunas áreas, haber un debate sobre ese tema”.

Mentira: los agitadores fueron invitados al Capitolio por la policía

Un estribillo común de los agitadores del 6 de enero, y algunos de sus defensores republicanos, es que fueron recibidos en el Capitolio por agentes de policía.

Trump dijo en una entrevista para un libro en marzo que “la Policía del Capitolio estaba haciendo pasar a la gente” y “la Policía del Capitolio era muy amigable. Ya sabes, se abrazaban y besaban”. Los partidarios de Trump se han hecho eco de la afirmación. Por ejemplo, la aspirante republicana a la gobernación de Arizona respaldada por Trump, Kari Lake, declaró en un mitin de Trump en octubre que las personas que estaban en la cárcel por el ataque al Capitolio “fueron invitadas a entrar por la Policía del Capitolio”.

Los hechos primero: la afirmación de que los alborotadores fueron invitados al Capitolio es falsa. Una vez más, alrededor de 140 policías fueron agredidos mientras intentaban evitar que la turba entrara en el Capitolio. Hubo batallas de horas entre la policía y los agitadores cerca de algunas entradas. CNN obtuvo imágenes de cámaras corporales de la policía que mostraban cómo decenas de agentes participaron en un combate cuerpo a cuerpo con los agitadores en un esfuerzo desesperado por mantenerlos fuera del edificio.

Hay muchos casos en los que los agitadores entraron en el Capitolio sin luchar, pero solo después de haber atravesado barricadas y, en algunos casos, incluso haber atravesado ventanas rotas. En algunas áreas, los agentes de la policía estaban tan superados en número por la turba que se retiraron, se hicieron a un lado o trataron de interactuar cortésmente con los alborotadores para aliviar la situación en lugar de pelear o hacer arrestos, pero eso claramente no es lo mismo que dar la bienvenida a los agitadores al edificio.

Dado que no tenemos videos de cada encuentro entre la policía y los agitadores, es teóricamente posible que una pequeña cantidad de agentes invitaran a los agitadores. La Policía del Capitolio anunció en septiembre que tres agentes enfrentaban medidas disciplinarias por “conducta impropia” no especificada y no criminal ese día, mientras que otros tres enfrentaban medidas disciplinarias por otras violaciones de la política.

Pero hasta la fecha no ha surgido ninguna evidencia de que ni siquiera un agente haya invitado a un agitador al Capitolio. E incluso si surgen algunos incidentes aislados en el futuro, está claro que esto no fue un hecho generalizado o sistémico como sugirieron Trump y otros.

El jefe de policía del Capitolio, Tom Manger, dijo en CNN en septiembre: “Los agentes que hemos investigado y disciplinado, los casos que investigamos, van desde infracciones menores hasta agentes que emiten juicios muy pobres por faltas de conducta más graves. Pero esta noción de que la policía del Capitolio de alguna manera estaba permitiendo que estas personas ingresaran al Capitolio, invitándolas, ayudándolas, simplemente no es cierto”.

Mentira: los agitadores encarcelados son prisioneros políticos no violentos

Una de las contranarrativas más frecuentes sobre el 6 de enero es que un gran número de personas no violentas que estaban presentes en el Capitolio están siendo procesadas injustamente por extremistas liberales en el Departamento de Justicia, y que estas personas no violentas se han convertido ahora en “presos políticos” mientras esperan un juicio en la cárcel. Tales afirmaciones han surgido como un grito de guerra entre una pequeña pero ruidosa cohorte de leales a Trump en la conferencia republicana de la Cámara de Representantes.

El representante de Arizona Paul Gosar afirmó en julio que los agitadores encarcelados que supuestamente habían pasado tiempo en confinamiento solitario “no son delincuentes rebeldes o peligrosos, violentos” sino que son “presos políticos que ahora están siendo perseguidos”; sugirió que hay “casi 200” participantes no violentos del Capitolio tras las rejas. Y el grupo pro-Trump detrás de la manifestación de septiembre “Justice for J6” (Justicia por el 6 de enero) dijo que su evento estaba destinado a “generar conciencia y atención sobre el trato injusto y poco ético de los presos políticos no violentos del 6 de enero”.

Los hechos primero: esta narrativa de “prisioneros políticos” es falsa. La gran mayoría de las más de 700 personas acusadas en los disturbios en el Capitolio hasta la fecha fueron puestas en libertad poco después de sus arrestos. Los jueces solo ordenaron a unas pocas decenas de personas que permanecieran en la cárcel antes del juicio, y la mayoría de ellos fueron acusados de atacar a la policía o de conspirar con milicias de extrema derecha.

Es cierto que las condiciones son malas en la cárcel de Washington donde se encuentran detenidos los agitadores encarcelados. Y obviamente es desagradable que alguien viva tras las rejas. Pero el pequeño subconjunto de acusados del 6 de enero que se encuentran actualmente en la cárcel están allí solo porque un juez federal dictaminó que son demasiado peligrosos para liberarlos o representan un riesgo de fuga. La decisión de mantenerlos encarcelados no fue tomada por los designados políticos de Biden ni por ningún otro funcionario del Departamento de Justicia.

Algunos agitadores han afirmado en la corte que son víctimas de un enjuiciamiento por motivos políticos porque apoyan a Trump. Los jueces federales, incluidos los designados por Trump, han rechazado estos argumentos.

Mentira: el 6 de enero fue un ataque de bandera falsa

Antes incluso de que el Capitolio quedara libre de agitadores el 6 de enero, algunos partidarios prominentes de Trump comenzaron a tratar de desviar la culpa, alegando que el movimiento izquierdista Antifa, una colección suelta de autodenominados antifascistas, estaba en realidad detrás de la violencia.

Esas teorías de “bandera falsa” –que la violencia fue orquestada en secreto por los oponentes de Trump en un intento de hacer que el expresidente se viera mal– nunca desaparecieron. Y las teorías se han ampliado para incluir afirmaciones de que la violencia fue orquestada por el movimiento Black Lives Matter (BLM) o incluso por un brazo del propio gobierno federal, el FBI.

El presentador de Fox News, Tucker Carlson, ha promovido teorías de falsa bandera, centrándose en el FBI, tanto en sus propios comentarios como en su serie documental revisionista transmitida en un servicio de streaming de Fox en noviembre. Carlson ha afirmado en su programa que documentos del gobierno mostraban que “agentes del FBI estaban organizando el ataque al Capitolio el 6 de enero”. La excapitana del ejército Emily Rainey dijo en el documental (y en un tráiler que Carlson tuiteó): “En mi opinión, han ocurrido banderas falsas en este país, una de las cuales pudo haber sido el 6 de enero”.

Y el propio Trump ha dado oxígeno a las teorías, al afirmar en una entrevista en diciembre con la comentarista de derechas Candace Owens: “Tienes BLM y tienes gente de Antifa, tengo muy pocas dudas sobre eso, y estaban provocando y estaban agitando”.

Los hechos primero: la insurrección en el Capitolio no fue una bandera falsa. Tal como se vio el 6 de enero, una multitud de partidarios acérrimos de Trump irrumpió en el edificio. Lo hicieron después de que Trump instó a sus seguidores a ir a Washington y luego, como señalamos anteriormente, pronunció un discurso instándolos a “luchar como el infierno” y marchar hacia el Capitolio. La lealtad de los agitadores a Trump se ha documentado exhaustivamente en los procedimientos judiciales y en sus publicaciones en las redes sociales y entrevistas con los medios.

Aunque hay miles de páginas de documentos judiciales derivados de casos penales contra manifestantes del 6 de enero, ningún acusado de disturbios en el Capitolio a fines de 2021 tenía una participación confirmada en los grupos de Antifa o Black Lives Matter. (Un acusado que filmó el motín había expresado su apoyo a Black Lives Matter pero fue desautorizado en 2020 por activistas de BLM, algunos de los cuales sospechaban que era un provocador relacionado con la derecha política). Por el contrario, se confirmó que cientos de acusados de los disturbios en el Capitolio eran partidarios de Trump, y algunos eran miembros de grupos extremistas de extrema derecha. Integrantes de Oath Keepers y Proud Boys han sido acusados de conspiración con respecto al 6 de enero; algunos se han declarado culpables.

Carlson describió erróneamente los documentos judiciales que de forma inexacta afirmó que eran una prueba irrefutable de que agentes del FBI organizaron el ataque; puedes leer más sobre esa afirmación aquí.

Si bien es posible que algunos de los agitadores del Capitolio estuvieran sirviendo en secreto como informantes del FBI –The New York Times informó en octubre que un miembro de los Proud Boys que había ingresado al Capitolio el 6 de enero era un informante del FBI– la presencia de unos pocos informantes del FBI entre las más de 2.000 personas que se estima que traspasaron ilegalmente el Capitolio no convertiría el asalto de la turba en una operación de “bandera falsa” orquestada por el FBI.

La representante republicana Liz Cheney de Wyoming, vicepresidenta de la comisión selecta de la Cámara de Representantes que investiga la insurrección, dijo en Fox News en noviembre que no hay verdad en las afirmaciones de que el 6 de enero fue una bandera falsa perpetrada por liberales del “estado profundo” que intentaban poner una trampa a los partidarios de Trump.

“Es el mismo tipo de cosas que escuchas de personas que dicen que el 11 de septiembre fue un trabajo interno, por ejemplo. No es estadounidense difundir ese tipo de mentiras. Y son mentiras”, dijo Cheney.