Gustavo Coronel: Venezuela necesita ser intervenida urgentemente

Gustavo Coronel: Venezuela necesita ser intervenida urgentemente

Una joven y un bebé descansan en un refugio improvisado en el cementerio general del sur de Caracas, el 16 de febrero de 2021. – Las tumbas profanadas se han convertido en el hogar de muchas personas sin hogar en Venezuela. (Foto de Pedro Rances Mattey / AFP)

 

*** La violencia e indignidad campean en la Venezuela de hoy

*** Si los líderes que abogan por el diálogo en Venezuela hubiesen mandado en la Inglaterra de la preguerra mundial, hoy el mundo estaría bajo el nazismo





Las Venezuelas que hemos tenido durante los últimos 75 años han sido, literalmente, repúblicas aéreas, edificios sin bases. No podían sostenerse, todas se han resquebrajado, hasta llegar a la Venezuela actual de la cual solo quedan escombros materiales y espirituales. Este derrumbe venezolano ha sido producido por una pandilla de criminales chavistas apuntalados por una fuerza armada traidora. A ello ha contribuido la mayoritaria pasividad e impotencia de una población de 30 millones de gente, pero de pocos ciudadanos. Al decir esto, debo añadir que esa pasividad e impotencia no han sido producto de una torva intención colectiva por parte de los venezolanos, sino el producto de su escasa formación ciudadana, la cual ha sido generada por un petro-liderazgo político y social de visión populista y estatista. Con pocas excepciones ese liderazgo ha mantenido a la población venezolana en una relación de dependencia, de patrón-cliente, mediante el uso de promesas, casi siempre exageradas e incumplibles, diseñadas para mantener a la población fiel a sus parcialidades políticas. Lo que en los líderes de la etapa democrática fue un grave error de conducción que condujo al deterioro de la democracia, en la etapa actual de socialismo del siglo XXI, ha sido un horroroso crimen que ha llevado a la muerte, tortura, represión, exilio, empobrecimiento y embrutecimiento de la población, así como a la prostitución de las instituciones.

El crimen del chavismo llegó hace tiempo al punto donde requiere ser expulsado del poder por la fuerza y castigados severamente sus principales cabecillas. La progresiva humillación del pueblo venezolano ha dejado a la población sin alimentos y medicinas pero, peor aún, le ha ido robando su dignidad, hasta reducirlo a un país de gente exhausta e indefensa, rehenes de los victimarios. A esta progresividad condición de indignidad se suman las voces de quienes, hablando en nombre de la “concordia”, piden un diálogo y un arreglo con los criminales. Quienes así hablan dicen hacerlo en nombre de la paz, en nombre del cese de la violencia, sin querer darse cuenta de que la violencia, la muerte y el sufrimiento a manos de la violencia están presentes, a niveles del horror, cada día que el país permanece en manos de los criminales chavistas.

Las fotos que anexo a esta nota son una muestra elocuente de hasta donde ha llegado la humillación e indignidad en Venezuela. Familias indigentes viven en condiciones infra humanas en el cementerio del Sur, en Caracas, haciendo de las tumbas parte de una precaria morada. A la profanación del respeto que se le debe a los muertos y a sus familiares se añade la indignidad de vivir de esta forma, que ya no es vivir como seres humanos sino como miembros de una especie inferior.

Esto ocurre en una Venezuela que se dice rica, a manos de una pandilla de criminales que dicen ser representantes del pueblo, que realmente son criminales, narcotraficante y ladrones de ínfima calidad moral. Tienen que ser sacados por la fuerza del poder y llevados a prisión y ello no será posible sin una rebelión abierta por parte de lo que queda de la Venezuela digna, apoyada por fuerzas externas. Es preciso iniciar la formación de un contingente de liberación de la Venezuela rehén en manos de los bárbaros, para lo cual será necesaria la ayuda de países democráticos de la región que hayan comprendido que la ayuda a un ser indefenso y agonizante debe ser de mayor rango que la cacareada no-intervención detrás de la cual se esconde la cobardía.