Ángel Lombardi: El Teatro Baralt

El Teatro Baralt de alguna manera simboliza muchas cosas para Maracaibo, pero me gustaría señalar una que simboliza nuestra relación como sociedad local y nacional con su propio pasado. Como sociedad en evolución y formación tenemos cinco siglos de historia con el nombre de Venezuela y algo aproximado como ciudad. Ignoramos casi todo a nivel de consciencia colectiva de esos siglos.

La mayoría piensa en 1810 y 1811 y negamos los tres siglos anteriores bajo soberanía colonial española y la percepción, en general, es de negación y una casi total ignorancia.
Los 137 años del Teatro Baralt sin duda son importantes, pero su historia es muy discontinua y llena de indiferencia colectiva. La primera construcción fue destruida (como después lo sería también el Saladillo). La segunda y actual es del siglo XX y fue cerrado y abandonado en varias oportunidades y terminó en cine-porno. Y luego 11 años “cerrado y en total abandono” hasta que la Universidad del Zulia (LUZ) obtuvo el tutelaje y un grupo muy pequeño de “idealistas”, alrededor de 1990 aproximadamente, lograron su reapertura, con una restauración digna y profesional. Se inaugura entonces en 1998 hasta hoy.

Como es lógico colaboraron personas e instituciones, LUZ en primer lugar, la Gobernación del Zulia, vía CRU y otros sectores públicos y privados, pero en mi apreciación fue fundamental un equipo de “amigos del Teatro Baralt” casi todas mujeres, coordinadas por el liderazgo entusiasta y poético de Lilia Boscán, con absoluto desprendimiento y gratuidad, todas ellas “ad-honorem” y lo digo por simple pedagogía cívica. La misma experiencia, muy parecida fue con la recuperación del CAM-LB, casi el mismo grupo de “amigas” Lilia entre ellas, bajo la inspiración y liderazgo de Lía Bermúdez.





Cada día estoy más convencido que el patrimonio mejor de nuestro país han sido “sus mujeres”, cuidadoras por excelencia de sus familias y del hogar común, la ciudad y el país.
Sin “vedetismo” y con eficiencia.