En plena pandemia, lavó platos en un centro de atención para visitar a su esposo con Alzheimer

En plena pandemia, lavó platos en un centro de atención para visitar a su esposo con Alzheimer

Fotos: Cortesía.

 

Mary Daniel, ha vivió un infierno luego de que la separaron de su esposo, ya no soportó más y se ofreció a lavar platos en un centro de atención de la memoria en Florida, pues prohibieron las visitas desde marzo, debido a la pandemia por coronavirus, fueron 114 días los que no se vieron pero ella tuvo esta gran idea.

Por Karen Villaseñor / Soy Carmín





La mujer explicó en CNN, que a su esposo Steve, de 66 años, quien tiene Alzheimer ya le estaba afectando el resguardo domiciliario, por lo que tenía que hacer algo y se le ocurrió ofrecerse para ser la encargada de lavar los platos.

“Les dije: ‘Voy a ser el mejor lavaplatos que hayas tenido, porque quiero estar aquí, porque necesito estar con él'”, dijo a CNN.

Por su parte, la Institución Médica señaló: “Nos complace informar que Mary ha tenido un gran comienzo en su nuevo cargo, y también estamos emocionados de ver los cambios positivos en el comportamiento de Steve”.

MUJER SE OFRECIÓ A LAVAR PLATOS POR SU ESPOSO

Mary Daniel, relató que ella todos los días ayudaba a su esposo antes de ir a la cama, le preparaba la cama y veían la tele juntos, era parte de su día a día por lo que su esposo ahora no entiende por qué todo cambió. Cabe destacar, que la mujer intentó hablar con su esposo desde la ventana pero él no se sentía cómodo y mucho menos por videollamadas.

Sin embargo, a sus 57 años, la mujer explicó que no le importa fregar los pisos, trapear ni lavar los platos, porque al final de su jornada podrá ver a su esposo.

“Está lleno de legitimidad, tuve que hacer una prueba de Covid, una prueba de TB, 20 horas de entrenamiento en video y una prueba de drogas”, dijo, y agregó que iba a usar sus cheques de pago para hacer algo bueno por el resto del personal.

Sin embargo lo que la motiva es saber que desde su primer día, el pasado 3 de julio su esposo la reconoció: “Entré en su habitación y dijo mi nombre, dijo Mary, lo que también fue un alivio”, “entonces, cuando dijo, Mary, y me dio el mayor abrazo, quiero decir, ambos lloramos”.

Ahora, el hombre está mucho más relajado y con un mejor semblante: “Él vino detrás de mí y puso sus brazos alrededor de mí … lo cual es una sensación increíble”,  “Entonces, él sabe quién soy. No hay duda, él sabe quién soy incluso con una máscara”. concluyó.