¿Perdiste un bebé? No te sientas culpable, no estás sola

 

Perdí un bebé, ¿cuándo dejaré de sentirme culpable? Recuerdo que todo inició con mucha ilusión, me encantaba ver zapatitos y juegos de cuna, no compraba nada porque aún no sabía si era niña o niño pero mi corazón se desbordaba de amor. Simplemente un día, en la revisión de rutina, me hicieron un ultrasonido y reinó el silencio, no había latido.





Por: Soy Carmín

El mundo se vino abajo, todo era negro y yo no entendía qué pasaba, me dijeron que tenían que hacer un procedimiento para verificar que no hubiera residuos del producto, era mi bebé y ellos hablaban como si fuera cualquier cosa. Mi mente se apagó y desde ahí solo recuerdo el momento donde volví a casa y lloré por horas abrazada a la almohada.

Me tomé las vitaminas, salía a caminar, reduje mis horas de trabajo para no estresarme y afectar el embarazo, dormía lo mejor posible, comía bien, hice todo al pie de la letra pero simplemente no lo logré, ¿eso me hacía mala mamá?

Mi esposo también sufrió. A veces somos egoístas y pensamos que la pérdida solo nos afecta a nosotras por ser el lugar donde el bebé crecía, pero a ellos les nace en el corazón y también sufren, es mucha impotencia al sentir que no pudiste cuidar el hijo que Dios te dio.

Queríamos muchísimo a ese bebé aún sin conocerle, había planes, anhelos, metas personales y como pareja, era enorme la ilusión de ver en persona a un chiquito o chiquita que habíamos hecho juntos, que era nuestro amor en físico y que conquistaría el mundo, que tendría lo mejor de nosotros…todo se había ido a la basura.

Pocos supieron y aunque no me agradaba la idea de andar con un letrero en el pecho de “perdí un bebé”, por un momento lo consideré porque no faltaba quien preguntaba sin saber, quien cuestionaba que para cuándo seríamos papás sin saber de nuestra pérdida. Aprendí a odiar la pregunta, ni era su asunto y solo nos recordaba lo que no fue.

El tiempo pasó y aprendimos a aceptarlo, hubo muchas pláticas, muchas lágrimas y tratamos de seguir aunque de repente había recaídas, especialmente cuando nuestros amigos o familiares hablaban de los cumpleaños de sus hijos o de que alguien más recibiría a un bebé.

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