La otra cara: “Tu redención es la renuncia” por José Luis Farías

La otra cara: “Tu redención es la renuncia” por José Luis Farías

José Luis Farías @FariasJoseLuis

Pudo haber espetado cualquiera de sus habituales falacias y, sin embargo, no fue así. En ese preciso momento optó por decir la verdad algo que él no acostumbra, la verdad y nada más que la verdad, tal y como la suele pedir la justicia al acusado.

Las lívidas bolsas debajo de sus ojos eran huellas inocultables de consecutivas noches en vela. En su estado de ánimo se advertía el cansancio por tantas y tan malas noticias, primero desde Bogotá, luego las procedentes de toda Europa y ahora las más frescas desde Norteamérica. En la rusticidad del tono de su voz quedaba el registro de su desesperación.

Apenas seis segundos le fueron suficientes, no más, seis segundos exactamente, para confesar en grueso su responsabilidad sobre toda la tragedia que padecemos: “hay cosas que están mal y no es por culpa de Donald Trump, es por culpa de nosotros”.





Por la reacción general de quienes colmaban la sala, esa “culpa de nosotros” fue leída en singular por todos los asistentes a la “Apertura del Año Judicial”: “la culpa es mía”, “soy el único culpable”, “solo yo, nadie más es culpable”.

A pesar de que en aquel recinto ninguno de los presentes estaba exceptuado de mayor o menor transgresión de las leyes de la república, esa expresión no podía ser interpretada de modo plural pues a la hora del reparto de culpas todo tiende a concentrarse en el principal culpable, y ese no era otro que él.

Fue esa la razón de tan unánime y espontánea reacción de euforia. “Al fin admitió su falta a la ley”, pensaron unos. “Parece que pronto negociará su salida”, imaginaron otros. “El pez muere por la boca”, debió decir Diosdado para sus adentros con su risita sardónica..

Tras aquellas palabras, inmediatamente el auditorio de la sede del Tribunal Supremo de Justicia se vino abajo en frenéticos aplausos. La respuesta fue automática ante tan inesperada declaración de culpa. A confesión de parte relevo de pruebas, dijeron sotto voce varios magistrados.

Ninguno de los presentes, militares incluidos, desperdició la oportunidad para hacerle saber con sus palmas cuan de acuerdo estaban con su revelación. El asentimiento fue total, de pie. La ovación se extendió por más de un minuto.

Ante semejante sorpresa no podía detenerse y trató de enmendar el capote: “debemos cambiar todo lo que está mal y debemos levantar una gran fuerza ética, moral y espiritual para cambiar a Venezuela en todos sus aspectos en toda la vida de nuestro país debemos cambiar a Venezuela para mejor para bien y es ahora”. Bah.

La pérdida momentánea del dominio de si mismo por seis segundos, había sido el fruto del desasosiego cuando no encuentra cómo recuperar la iniciativa política. Se siente contra las cuerdas. Y no siempre le es posible controlar los nervios al sentir que el mundo se le viene encima. Mucho menos cuando confirma que tiene al mundo encima.

Le vino así ese arrebato de sinceridad, un desliz desde lo más íntimo, sin premeditación ni alevosía, sin pretensión de engañar o congraciarse con nadie. Sabe muy bien que ningún guiño distinto a su salida de poder le servirá con Trump. Todo fue una espontánea admisión de culpas.

Se trató de un simple confesión nacida de un poderoso impulso venido en un momento en que su mente no da para más, un instante en el cual se siente rodeado por una inmensa mayoría de voces que quieren dejar escapar sus discrepancias contra todo lo que él dice y hace en largo y sonoro aullido que rompa su cobarde silencio.

A ver Nicolás Maduro, el aliento confesionario no te alcanzó para mencionar las “cosas que están mal” ni cuál es tu “culpa”. Tampoco era necesario, los venezolanos sabemos de esas “cosas que están mal” porque las hemos sufrido en tus siete años de oprobio tuyo. Te entiendo. No se podía esperar algo más de ti.

Pero te pregunto, ante semejante confesión de fracaso ¿por qué los venezolanos debemos confiar en ti? ¿Cuáles son las razones para pensar que quien hundió el barco lo va sacar a flote? Son evidentes las respuestas. Tú única forma de redención, si es que hay alguna, sería solo la renuncia. Paga por tus pecados. Arranca y vete. No nos sigas destruyendo la vida.