No olvidemos que durante estos 16 años sí hubo acceso al dólar pero solo para privilegiados funcionarios militares y civiles, apparatchiks y enchufados que abonaron a sus cuentas privadas una estafa global estimada en más de 40 mil millones de dólares mediante importaciones fantasma, sobreprecios y fraudulentas operaciones de crédito. Algunos de ellos seguramente extrañan el fin del jugoso control de cambio, pero otros celebran la apertura del mercado cambiario interno porque ahora lavarán excedentes en el país a salvo de las sanciones y restricciones que pesan sobre sus capitales en el exterior.
Esta desordenada dolarización de facto, no es remedio para la hiperinflación como ocurrió en Ecuador en el año 2000, el dólar no atenuará la presión alcista de precios mientras subsista el desequilibrio del mercado interno de bienes y servicios. Sirve de “válvula” para los tenedores de divisas, un 25% de la población, de los cuales la mayoría son perceptores de apenas modestas remesas del exterior. Es el preludio de la muerte del Bolívar. En cuanto a la pobreza, el único cambio es que ésta ahora será denominada en dólares de los Estados Unidos.