Víctor Jimenez Ures: Del Aamazonas a Notre Dame, olvidando el Arco Minero

Que el Amazonas se queme es una auténtica tragedia para la humanidad, aquello nadie lo discutirá ni intentará rebatir. De igual manera, sabiendo que se trata del pulmón vegetal de la tierra, sorprende que a estas alturas no se hubiese creado algún organismo multinacional destinado exclusivamente para velar por su seguridad, sobre todo teniendo en cuenta que es una selva compartida entre Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, y Surinam. Sin embargo, más allá de lo lamentable que puedan resultar esos incendios en territorio brasileño, resulta aún más lamentable la campaña propagandística de algunos grupos de interés desplegaron para sacar redito político-ideológico de aquella desgracia.

No entraremos a discutir sobre las causas del incendio, pero hay que decirlo: muchas ONG’s, de inclinaciones progresistas se han dedicado a culpar a Bolsonaro directamente, y también (por insólito que parezca) a la Iglesia Católica. Por otro lado, Bolsonaro se defendió insinuando que los incendios fueron provocados para perjudicar su gestión e imagen pública. ¿Quién tiene la razón? Difícil determinarlo entre tanto humo. Lo que sí podemos determinar, es lo obvio: Se está juzgando el asunto de forma subjetiva, parcializada, hipócrita e interesadamente.

NOTRE DAME





No es un secreto, hay tendencias ideológicas opuestas abiertamente al cristianismo, muy particularmente al catolicismo, y en este sentido, trabajan de forma constante para manipular la opinión pública, sobre todo, buscan irradiar a los más jóvenes con el virulento mensaje de odio anticristiano. El objetivo es claro: Predisponer negativamente a la población respecto a la Iglesia Católica, y para ello, no dudan en recurrir a mentiras flagrantes y a manipulaciones aberrantes, aprovechando los topes emocionales de la población, conmovida por la tragedia brasileña.

¿Qué tiene que ver Notre Dame con la Amazonia? Nada en realidad, más allá del incendio. Es importante rescatar que dicha catedral es un edificio histórico, un patrimonio cultural que dejó de pertenecer a la Iglesia Católica para ser adjudicada a la humanidad entera, que está llamada a conservarla para las siguientes generaciones, de modo que puedan visitarla, apreciarla, y deleitarse en la grandeza de una obra erigida por hombres de otros tiempos; tal y como ya millones de visitantes atemporales lo han hecho en los últimos siete siglos.

Notre Dame, religión aparte, es un monumento a la creatividad del hombre, una prueba fehaciente de que el arte y la arquitectura elevan a la humanidad más allá de los ruines límites de su propia naturaleza, erigiéndose entonces como un baluarte de la historia y la cultura universal de todos los pueblos del mundo, tal como lo son el Taj Mahal, Petra, la Gran Muralla, las Pirámides de Giza, etc.

Justo por lo anterior no sorprende se haya donado dinero en tan grandes cantidades para su reconstrucción. Más aún (y esto sí que sorprenderá a las víctimas de la propaganda negra) buena parte del dinero recaudado provenía de benefactores que no profesaban la fe católica.

¿Cuál es el problema entonces? Ninguno en realidad. Pero se han centrado en hacer creer que la sociedad “cristiana y de derecha” prefiere reconstruir un templo religioso que ayudar a los “animalitos” (Apelan a la emocionalidad recurriendo a dibujos “tiernos” que representan a la fauna de la amazonia sufriendo). Naturalmente, los dibujos tiernos apuntan al sector infantil-juvenil, lo cual, y lo decimos sin ambigüedades, es mal intencionadamente perverso.

Para empezar, Notre Dame es una obra humana, por tanto revertir los daños que sufrió es una tarea relativamente sencilla, además de cuantificable. Por otro lado, mientras ardía nadie hizo nada (como tampoco se hizo durante el incendio de la selva brasileña) porque el fuego excedió las capacidades técnicas de los bomberos; y para concluir, estamos seguros, y es un deber para todos los pueblos del mundo, que deben implementarse mecanismos para proteger estas reservas naturales de los estragos de la propia naturaleza, pero además, de los desastres producidos por el hombre en su infinita y desconsiderada sed de recursos. Reconstruir un edificio no es lo mismo que salvar una selva tan inmensa. Y hablando de eso…

EL ARCO MINERO

Pareciera que para los promotores de la campaña anti Bolsonaro y anticristiana hay partes de la selva amazónica que son más valiosas que otras. Es decir, da la impresión de que para la progresía internacional es más doloroso el incendio del sector amazónico gobernado por el derechista Bolsonaro, que el desastre medioambiental que está sufriendo la misma selva amazónica (Sí, la misma) en el lado venezolano, gobernado por Nicolás Maduro.

“Legalmente” hay DOCE MIL KILÓMETROS CUADRADOS (12.000 m2) de la selva amazónica venezolana concedidos para su explotación minera a empresas nacionales y extranjeras; pero además de ello, personalidades de reconocida solvencia moral como Valentina Quintero, han denunciado reiteradamente que dentro del Parque Nacional Canaima también se están desarrollando actividades de minería clandestina. Lo anterior es gravísimo, y ya en la actualidad se habla de etnocidio y ecocidio; las tribus indígenas de la zona se han visto desplazadas de sus tierras ancestrales, y cientos de especies endémicas están directamente amenazadas al perder sus hábitats naturales.

Lo más grave: Si bien los incendios son trágicos, en líneas generales son normales en la naturaleza, que suele recuperarse relativamente rápido de este tipo de eventos; en cambio en el Arco Minero del Orinoco se utiliza Mercurio, según lo denunció Emiliano Terán, representante del Observatorio de Ecología Política de Venezuela (OEPV), y esta sustancia literalmente mata a la tierra, es decir, allí no volverá a crecer nada, nunca jamás.

Y la pregunta del millón de dólares (todo está dolarizado): ¿A dónde van los amantes de la naturaleza que pululan en las redes sociales y las ONGs internacionales cuando se habla del Arco Minero del Orinoco?

Amigos venezolanos, amigos del mundo: No se dejen embaucar. La tragedia de la selva brasileña está siendo utilizada por los equipos propagandísticos de Lula Da Silva y Dilma Rousseff para sus propios fines políticos, y también por lobbies y grupos internacionales interesados en cultivar el odio al cristianismo.

La tragedia de la Amazonia venezolana es muchísimo más grave y nadie está pintando dibujitos de protesta ni quejándose por el tema, ni fuera, ni dentro del país. ¿Por qué será? Solo unos pocos, como el diputado Ramón Flores, presidente del Parlamento Amazónico, se han dedicado a denunciar la grave situación de la selva amazónica venezolana, pero sus denuncias casi siempre caen en saco roto.

Seamos conscientes y críticos, no nos convirtamos en los tontos útiles de un tablero en el que no queremos jugar.

Dios bendiga a Venezuela.
@VJimenezUres