El tirano y sus disparates, por: Luis Velázquez Alvaray

El tirano y sus disparates, por: Luis Velázquez Alvaray

 

No es nuevo en la historia de la Humanidad, que los tiranos al ver acercarse el final de sus días, pretendan demostrar valentía, aunque sepan que esté llegando el momento irreversible: responder ante la justicia por tanta criminalidad.





Las actuaciones desmedidas eclipsan las ya incontables y ridículas apariciones diarias, que además esconden miedo e inseguridad. Eso es inocultable.

El sanguinario tirano sigue los pasos de sus predecesores comunistas: Castro, Chávez, por sólo nombrar dos. Sanguinarios escondidos, megalómanos, derrochadores de los bienes públicos y el broche de oro: aniquiladores de las libertades. Personajes abyectos, escultores del síndrome de hybris, donde se notan a leguas las acciones crueles, sostenidas por actuaciones inhumanas, soberbias y de desprecio a los demás (Owen). El último tirano venezolano, mastodonte folclórico, es un asesino confeso, mentiroso, que fabrica atentados para encarcelar y torturar opositores.

Otra constante histórica de estos personajes, es su financiación a grupos terroristas para sentirse seguros, aunque el miedo ande entre los pantalones.

Sus ridiculeces no tienen límites: en días pasados el periodista Jaime Bayle presentó en su programa un video, donde el tirano de marras, mostraba un reloj “que un ruso le regaló”, bajo la fantasiosa leyenda, que el aparato es el único que ha salido del planeta tierra. Hay que verlo: es verdaderamente el razonamiento de un estúpido.

Es de tal desfachatez, que mandó a asesinar al concejal Albán, al tiempo que salía bailando en las cámaras televisivas de la ignominia roja.

Los disparates no cesan en la caterva de ignorantes, que fungen de ministros. En realidad no tienen medida: el nuevo doctor Chirinos, que siempre ha vivido de la ilegalidad, es buen material para el diván de la periodista Ibeyise Pacheco.

El peor cinismo es presentar proyectos imaginarios, en un país depauperado, donde los niños mueren diariamente por carecer de las medicinas básicas.

Son incontables, los muertos de cada día. Es la perpetración de un genocidio. Desaparece los opositores como el caso de Edgar Zambrano. Siembra para siempre en sus mazmorras dirigentes políticos, a quienes los someten a torturas y burlas. Al Diputado Requesen, un valioso dirigente opositor, lo llevan a los tribunales y lo devuelven al calabozo, sin decisión alguna; puro estilo cubano. Los militares son internados en una tumba en total aislamiento, al modo de Idi Amin, el asesino de Uganda.

El gran logro de este tirano es convertir Venezuela en un país medieval.

Las últimas costuras que se le vieron al déspota, fue la entrevista con el periodista de Univisión Jorge Ramos. En su lenguaje estrecho y vulgar, amenazante y bajo grotescas insinuaciones.

Su mirada de malvado reptil no podía esconderla. Sus retazos de desesperación fueron notables. Sus respuestas rocambolescas y delirantes.

Nunca pensó que de su entorno difundirían esta entrevista, que es la muestra al mundo de este pesadillesco truhan, que no puede contenerse, porque sabe que el río de la justicia y la libertad crece arrollador.