Un largo calvario eléctrico: Lo que le espera a Venezuela con Maduro

Una vista general de la urbanización Altamira parcialmente iluminada durante un apagón en Caracas, Venezuela (Foto por FEDERICO PARRA / AFP)

 

 

 





La crítica situación del servicio eléctrico venezolano, que ha originado seis apagones de consideración en un mes, el último acaecido en la medianoche del martes 9 de abril, muestra la cara más depauperada del régimen de Nicolás Maduro, incapaz de revertir la situación. Los planes de racionamiento llegaron para quedarse, pronosticaron los expertos, publica El Nacional.

Por JOSÉ GREGORIO MEZA @JOSEGREMEZA

Jesús Gómez Medina, ingeniero civil que forma parte de la Comisión de Energía de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, y miembro del Grupo Orinoco; Paulo De Oliveira, profesor de la Universidad de los Andes en Bogotá y PhD en Ingeniería Eléctrica por la Universidad de Oporto, y Víctor Poleo Uzcátegui, profesor de la Universidad Central de Venezuela y ex director del Sector Eléctrico del Ministerio de Energía y Minas entre 1999 y 2001, analizaron por qué se llegó a esta situación, qué hace falta para revertirla y qué le espera al país en caso de seguir por el mismo camino.

Afirmaron que la gerencia no tiene los conocimientos ni la capacidad para dirigir la estatal eléctrica, signada por la corrupción y el clientelismo, y que el mantenimiento preventivo se ha abandonado totalmente.

El porqué del colapso

Gómez Medina señaló que existen múltiples razones para que se haya llegado a esta crisis. “Es una situación que se veía venir desde hace más de 10 años. Creo que el gobierno desde el comienzo se propuso limitar el acceso a un servicio eficiente de electricidad para tener un control político sobre la población”, señaló.

Explicó que se diseñaron políticas erradas desde el punto de vista de la calidad del servicio, pero efectivas para los fines que se perseguían:

“En primer lugar se modificó la matriz de generación pasando de una que tenía 67% de generación hidroeléctrica a una que hoy día tiene 52% de generación térmica y 48% de generación hidro. Se abandonaron todos los proyectos hidroeléctricos, especialmente los ubicados en la región andina, solo se terminó la última turbina que faltaba en Caruachi y se contrató a una empresa argentina para la fabricación, suministro y montaje de las 10 turbinas de Tocoma ,que nunca se han entregado y que está muy distante su puesta en servicio si es que algún día se llega a hacer”.

“Este incremento en la generación térmica requiere de importantes volúmenes de combustibles fósiles, gas, diesel y fueloil. También se pospuso la mayoría de los proyectos de gas combustible fundamental en las plantas térmicas y adicionalmente, dado que la mayor parte del gas en Venezuela corresponde al gas asociado, al tener una disminución mayor de 65% en la producción petrolera, en esa misma medida ha disminuido la disponibilidad de gas para las plantas termoeléctricas. Igualmente, no se construyó nueva infraestructura de gasoductos, razón por la cual muchas plantas no pueden abastecerse de él”.}

“Dada la escasez de gas natural se está utilizando diesel y fueloil pero con la reducida capacidad de refinación en que se encuentran las refinerías, no hay disponibilidad suficiente para abastecer las plantas, razón por la cual ha sido necesario importar esos combustibles en un volumen en el orden de 50.000 barriles por día, lo cual significa una erogación de unos 2.000 millones de dólares anuales”.

De Oliveira indicó que el sector eléctrico venezolano estaba predestinado a colapsar. “El formidable sistema que conocimos hasta 1998 se construyó en virtud de los excedentes del ingreso petrolero y no de un esfuerzo productivo genuino de la sociedad”, manifestó.

Afirmó que apenas el petróleo perdiera relevancia en las finanzas públicas, el primer sistema en caer sería el eléctrico. “En el imaginario venezolano la electricidad siempre ha estado presente. Casi nadie se sacrificó por hacer que la luz llegara a sus ciudades y pueblos. Los ciudadanos no pagaron tarifas que permitieran recuperar los enormes costos de los desarrollos del Caroní o de la electrificación rural. Por lo tanto, la electricidad barata y la permisividad en las conexiones clandestinas constituyeron factores de cohesión social que coadyuvaron al mantenimiento del modelo populista instaurado a partir de 1958”, precisó.

Indicó que a partir de 1999 este modelo populista fue exacerbado por el chavismo hasta límites impensables decretando la gratuidad del servicio y su dependencia absoluta al ingreso fiscal petrolero. “El colapso de las finanzas públicas ha hecho insostenible el modelo de electrificación universal y gratuito. El colapso tiene sus raíces en la dejadez en que la sociedad delegó en el Estado empresario la calidad de su servicio eléctrico y de los demás servicios públicos”, recalcó.

Agregó que la crisis se profundizará porque el chavismo no es reformable: “En una economía de subsistencia el acceso a la energía es anárquico. No existen economías de escala en este entorno que permitan expandir el servicio a un costo competitivo”.

Poleo señaló que desde el año 2000 el gobierno se empeñó en agredir al sistema eléctrico: primero con la nacionalización de la Electricidad de Caracas y luego con la unificación de todas las empresas estatales en la Corporación Eléctrica Nacional.

Explicó además que desde 2005 el poder militar comenzó a tomar control de espacios que le eran ajenos: “En su imaginario militar de los estados mayores eléctricos creyeron que la electricidad obedecería sus órdenes cuartelarias y no leyes físicas”, lo que ocurrió con la complicidad del sector civil que convalidó la desprofesionalización.

En un estudio hecho para Cedice, cuantificó en 40.000 millones de dólares las asignaciones al sector eléctrico entre 1999-2013 para generación hidro y termoeléctica, que no fueron inversiones strictu sensu, que se volatilizaron en sobrefacturaciones. Muchas de las compras de equipos se hicieron sin planificación alguna.

La recuperación del sistema

Gómez Medina afirmó que el elevado deterioro pronostica que lejos de mejorar la situación va a empeorar paulatinamente. “Solo podemos esperar la implantación de un severo programa de racionamiento nacional”, pronosticó.

Dijo que se podría tardar hasta 2 años para recuperar la capacidad de generación de 18.000 MW y unos 2 años adicionales para alcanzar los 25.000 MW.

“En primer lugar es necesario poner al frente de la institución a personas realmente capacitadas con alto nivel de conocimiento, experiencia y capacidad gerencial. Luego, es necesario disponer de los fondos necesarios para acometer las inversiones o hacer las modificaciones legales o emitir los decretos necesarios para permitir la incorporación de capitales privados en todas las actividades del sistema eléctrico”, aconsejó.

Manifestó asimismo que se deberá disponer de un modelo de operación del sistema que permita detectar cuáles son los puntos álgidos que están limitando la operatividad para priorizar las inversiones.

Recomendó además:

– Gestionar con Pdvsa la disponibilidad de combustibles fósiles para garantizar la operatividad de las plantas termoeléctricas.
– Tratar de establecer convenios de suministro de gas con Colombia a través del gasoducto que se encuentra al norte de Maracaibo y gestionar el suministro eléctrico igualmente con Colombia a través de las tres líneas existentes.
– Comenzar un proceso de subasta de plantas solares a nivel internacional, especialmente en zonas como los estados Zulia, Falcón y Guárico que permitan la instalación de plantas de capacidad superior a los 200 MW. Es posible que en un plazo inferior a 12 meses estas plantas pudieran estar operativas.
– Recuperar la operatividad de las plantas hidroeléctricas en los Andes, Planta Páez, La Vueltosa y San Agatón.
Recuperar la operatividad de plantas termoeléctricas en sitios críticos tales como Termozulia, Josefa Camejo, Termocarabobo, Picure, Tacoa y El Sitio.
– Efectuar un programa intensivo de mantenimiento de las líneas de transmisión, desmalezamiento, pica y poda de las torres de transmisión y del corredor de las líneas.

De Oliveira advirtió que el cambio político es una condición necesaria, aunque no suficiente, para la recuperación del servicio. “Lo que se requiere es un cambio en la política pública que permita a las regiones ir resolviendo sus problemas de acceso a la energía por sí mismas, sin depender del humor del ministro de Finanzas o de Energía en Caracas”, explicó.

Precisó que el modelo del Estado empresario está herido de muerte: “Existen sectores que insisten en mantener la propiedad pública de empresas energéticas como Petróleos de Venezuela y Corpoelec, y así mantener la inyección de divisas a un barril sin fondo”.

Lo que nos espera

Gómez Medina señaló que el problema de fondo está en el modelo político que se ha impuesto en el país. “Mientras eso no cambie no es posible esperar ningún tipo de mejora en el sistema eléctrico y en la calidad del servicio. Se mantendrá el mismo tipo de política. No hay fondos para acometer las labores de reparación y mantenimiento y de recuperación de las plantas generadoras. No es posible incorporar personal técnico y profesional altamente especializado en estas actividades por la alta politización del sector y los bajos salarios”, mencionó.

Recalcó: “Nos espera un largo calvario de penurias, inestabilidad del sistema, interrupciones y apagones intempestivos. Esto durará mientras se mantenga el régimen político”.

De Oliveira coincidió. “Si el chavismo sigue dictando las reglas, no le queda otra opción que la administración de la miseria energética”, subrayó.

“De no ocurrir un cambio político, y urge que ocurra cuanto antes, con sabiduría y ética, Venezuela se condenaría a continuar siendo un Auschwitz a cielo abierto”, señaló Poleo.

Dijo que urge atender la generación termoeléctrica. “Tacoa y Planta Centro apenas generan electricidad para nutrir a la capital y al centro-occidente. Igual ocurre con las centrales termoeléctricas de Zulia y las pequeñas hidroeléctricas de los Andes. Las de Oriente están indisponibles, eufemismo para referir a no generación”, subrayó.