Caracas, la ciudad que puede ser la más barata y las más cara del mundo

Caracas, la ciudad que puede ser la más barata y las más cara del mundo

  Vecinos del barrio Petare protestan contra la falta de gas, este martes en Caracas (Venezuela). La ciudad trata de retomar sus actividades en medio de los constantes cortes de servicios públicos. EFE/ Miguel Gutiérrez

 

 

En una Venezuela inmersa en una profunda crisis, los contrastes existen, muy pocos, como sacados con pinzas, pero existen. El venezolano que sobrevive con bolívares devaluados, el extranjero y quienes perciben algunos dólares viven una realidad muy distinta, publica Infobae.





Por Veda Everduim
Caracas, Venezuela

El semanario inglés The Economist publicó recientemente un estudio en el que Caracas figuraba como la ciudad más barata del mundo. La investigación fue realizada con base al costo en dólares de una canasta de bienes y servicios, tomando como punto de referencia a la ciudad de Nueva York.

El estudio señaló que las ciudades más baratas de su lista también tienden a ser las más inhabitables.

En Venezuela, los servicios son baratos e ineficientes. Pero en la actualidad es realmente Caracas, su capital, una de las urbes más violentas del mundo, ¿la más rentable para quienes poseen divisas extranjeras?

En medio del bar de un hotel cinco estrellas en el este de Caracas, se encontraba Henrique Moretti Cáceres, un empresario chileno, quien viajó a Venezuela por negocios. Por primera vez, estaba considerando invertir en el país. El 27 de marzo cuando llegó al aeropuerto Internacional Simón Bolívar, Venezuela atravesaba el segundo apagón nacional. Una falla eléctrica que dejó al país a oscuras durante el último mes.

En el aeropuerto no había luz, todos los sistemas de registros para ingresar al país estaban funcionando de manera manual y el calor, según relató, era sofocante.

Para Moretti, Caracas resulta ser una ciudad muy barata, pero dependiendo del lugar en el que se escoja ir. “Principalmente, porque el tipo de cambio en dólares nos favorece (a los extranjeros)”.

 

El bar de un hotel cinco estrellas en el este de Caracas, donde los precios son en dólares y parecidos a los de otras grandes ciudades del mundo. (Veda Everduim)

 

 

Un desayuno completo en el hotel de lujo donde se hospedaba el empresario chileno cuesta alrededor de los USD 32, pero en muchos sitios se podría conseguir entre USD 8 y USD 15.

Y es que en Caracas hay precios que resultan muy alejados del mercado internacional. El tanque de gasolina de un carro se puede llenar por menos de un centavo de dólar y a veces hasta gratis. Sin embargo, el servicio falla, en ocasiones no se consigue y las colas son interminables.

Los servicios mensuales del agua, la luz y del Internet se pueden pagar todos juntos por un promedio cercano a los tres dólares. Aunque muchas veces falte el agua, la luz y la internet.

En una economía absolutamente dislocada, un kilo de pollo cuesta alrededor de los dos dólares, dependiendo el sitio donde se compre. Pero un kilo de limón vale lo mismo que un salario mínimo, 18.000 bolívares soberanos o seis dólares.

Moretti Cáceres considera que los empresarios poseen una visión distinta del mundo. Es por esto que cree que Venezuela está próxima a un cambio y él debe estar “instalado” con anterioridad.

“Ese es el riesgo que nosotros jugamos como empresarios. Un riesgo mayor para que cuando venga un cambio —porque tiene que venir, sino viene este país muere— estemos instalados con la posición ganadora. A eso apostamos”, recalcó.

Pero así como existen extranjeros que aún apuestan al riesgo, hay venezolanos que también lo hacen. Tal es el caso de un piloto de vuelos privados, quien prefirió no revelar su identidad, que considera que para poder sortear la crisis que atraviesa Venezuela se debe ganar en dólares.

“Si ganas en dólares, la crisis no te pega tanto, pero si ganas en bolívares estás arruinado”, aseguró durante la noche del tercer apagón en uno de los pocos restaurantes con planta eléctrica ubicado en Las Mercedes, Caracas.

El piloto venezolano invirtió recientemente en un apartamento, que en tiempos alejados de la crisis hubiese estado valorado por encima de los 300.000 dólares, pero que logró negociarlo por 90.000 dólares. La vivienda está en una zona privilegiada, ubicada en las afueras de la ciudad.

Además, asegura que el presupuesto que necesita cada persona depende de la calidad de vida que pueda y quiera darse. Su presupuesto mensual es de unos mil dólares, aunque durante los últimos meses debió afrontar gastos médicos de un familiar que lo llevaron hasta los 2.500.

El piloto, quien regresó a Venezuela luego de vivir tres años en Estados Unidos, explicó que a pesar de que es mucho más rentable comprar algunos productos (comida o electrodomésticos) en el extranjero, aún sigue siendo mucho más barato vivir en Venezuela.

“Si ganas en dólares te sale más barato, pero el cambio te favorece hasta cierto punto porque todo está dolarizado. La gente hoy en día te cobra en dólares en la calle, cuando antes eso no era así”, precisó.

El economista venezolano Henkel García explicó para Infobae que la razón por la que Caracas podría resultar una ciudad más barata para algunos extranjeros y extremadamente cara para quienes viven en ella tiene que ver con el poder de compra del dólar. “Eso es un reflejo de lo que quizás la economía es tan barata. Pero eso es una variable muy distinta al ingreso que tenga la gente, sobre todo el ingreso en divisa o el equivalente a este”, señaló especialista.

García recalcó que a pesar de que cada dólar compre más en el mercado interno, la capacidad de compra de los venezolanos resulta muy baja.

Juan Pinto, un emprendedor venezolano especializado en el área de criptomonedas, regresó a Venezuela en febrero luego de vivir durante un año en Madrid, España.

Pinto se encontraba, en la misma sala de hotel que Moretti Cáceres, junto a su socio y a un inversionista de origen chino que habían traído a Venezuela por negocios y visitaba el país por primera vez, a pesar de que sus familiares y colegas le habían recomendado no viajar por seguridad.

Pinto contó que su socio y él contrataron escoltas y camionetas blindadas para poder trasladar a su potencial cliente.

A pesar de que su cliente no debió pagar nada, logró tener una referencia en relación con los precios de Caracas y su ciudad natal Shenzhen, en China. Y todo es relativo. Les comentó que consideraba Caracas como un lugar bastante caro y que en su ciudad puede conseguir un desayuno con atención personalizada por al menos USD 20.

Pinto contó que desde el año 2017 hasta ahora la situación económica en el país ha cambiado.

“Hubo una época en la que yo era un magnate acá. En 2017 viajaba a Los Roques todos los fines de semanas, tenía dinero para ‘botar para el techo’ porque aquí las cosas todavía eran muy baratas. Actualmente, no. Venezuela es más cara que cualquier país del mundo. Estuve viviendo en Madrid el último año y Caracas es más cara”.

Aseguró que una semana de mercado en Caracas equivale a la inversión en comida de un mes en Madrid. Estima un presupuesto mensual de 1.500 dólares incluyendo alimentos, vivienda y gastos básicos.

El precio de la Canasta Básica Familiar en Venezuela, otorgado por Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FMV), para el mes de febrero fue de 1.957.826,21 bolívares soberanos, un total de 108,8 salarios mínimos.

Es decir, un aproximado de 600 dólares, calculado con la tasa de cambio oficial (3.295,92 bolívares, para el momento).

El emprendedor venezolano relató que hace unos días compró un pasaje para ir a Barquisimeto, una ciudad ubicada al noroeste de Venezuela, que le costó 40 dólares. El equivalente a casi ocho salarios mínimos del país.

“Ahora mismo los servicios no funcionan, no hay luz no hay agua. No me puedo comunicar con el mundo tan cómodamente, pero hay algo que me mantiene acá: la oportunidad de crecimiento”, precisó.

Venezuela sufre un severo deterioro en los servicios básicos. Largas caminatas para trasladarse o para buscar agua, tras pasar días enteros sin luz, se convirtieron en el día a día de la mayoría de los venezolanos.

En el 2018, el Observatorio Venezolano de Violencia, una organización no gubernamental, denunció que en Venezuela hubo 3.716 protestas por precariedad en el suministro de agua, luz y gas. Hoy en día los servicios colapsaron debido a la mala gerencia y al mal manejo de los recursos.

A esto se le suma las pérdidas en el sector comercial. Pues, solo un día de paralización de la producción equivale alrededor de los 260 millones de dólares, de acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio).

El economista venezolano explicó que la situación actual de Venezuela como un empequeñecimiento de la economía a un ritmo muy acelerado, que ocurrió producto de un modelo inviable y terminó como un colapso económico.

García destacó que esta misma situación económica llevó al colapso de la producción petrolera (pasando de 3 millones de barriles diarios a un millón), generó consecuencias en las exportaciones, en el ingreso de divisas y agravó la situación económica en el país.

Venezuela perdió durante los últimos cinco años entre 50% y 60% de su PIB, y buena parte de la población ha tenido que emigrar para huir de la crisis que atraviesa el país.

El venezolano ha perdido su poder adquisitivo y hay quienes solo sobreviven con sus ahorros o de lo que puedan enviarles sus hijos desde el exterior. Recientemente, se filtró un borrador de un informe interno de la ONU, que fue publicado por The New York Times, el cual señaló que 94% de los venezolanos están en la pobreza.

 

El arquitecto Alberto Navarro sobrevive como puede con los 8 dólares mensuales que gana como profesor universitario. Sus proyecto de construcción están paralizados

 

 

Alberto Narravo, un venezolano de 58 años, arquitecto y profesor universitario, explicó con naturalidad cuán difícil le es vivir con el sueldo de profesor y cómo los proyectos como arquitecto han mermado debido a la situación país.

Desde una pendiente que lleva hacia un centro comercial ubicado en una zona residencial, clase media. Subía a paso lento y con libros en las manos. Ahí, en medio de la calle, Navarro contó cómo la economía en Venezuela se ha venido abajo.

“Tanto en lo profesional como en lo académico y mientras no se supere un problema que es casi coyuntural, que es el valorar a la educación en el país como prioridad, es muy poco probable que la perspectiva pueda significar algo a corto plazo, desde el punto de vista de calidad de vida”, dijo

Al consultarle cómo hacía para subsistir en Venezuela con sus dos profesiones, rió a carcajadas: “¿Que cómo hago? Usando recursos propios, ahorros, y recurriendo a algún trabajo que se pueda dar circunstancialmente, vía extramuros universitarios. Pero, en este momento, es muy cuesta arriba”.

Miles de caraqueños tuvieron que hacer largas filas para conseguir algo de agua durante los apagones de las últimas semanas
Miles de caraqueños tuvieron que hacer largas filas para conseguir algo de agua durante los apagones de las últimas semanas
Para él, su calidad de vida disminuyó en aspectos fundamentales que implican seguridad, servicios y asistencias sociosanitarias.

“No hay un solo aspecto que pudiera subrayar con una inequívoca señal de progreso, y muy especialmente en estos últimos 20 años. Evidentemente que hace 20 años, ejercer la profesión o dedicarse a la enseñanza en las universidades nacionales era una cosa y hoy es otra diametralmente opuesta”.

El salario como profesor de Navarro no llega a los ocho dólares mensuales y sus proyectos como arquitecto se encuentran estancados debido a la situación que atraviesa el país.

Al otro extremo de la ciudad. Ana Porto, una venezolana licenciada en estudios internacionales, contó cómo hace para subsistir a la crisis en Venezuela. Ella actualmente es ama de casa y depende de lo que envían sus hijos desde el exterior.

Sus manos entumecidas y la forma en la que caminaba dejaban al descubierto la artritis reumatoidea que padece y para la cual no puede costear el tratamiento. “Es bien difícil. Yo por lo menos tengo la ayuda de mis hijos, que están en el extranjero. Aunque ellos no están bien. Los que se van, no están bien, es muy complicado conseguir empleo y vivienda. Ellos también tienen gastos propios y hacen un esfuerzo para mandarme algunos productos, en especial para las medicinas. Aquí no las consigo”.

El informe filtrado de la ONU refleja que cerca de 3,4 millones de personas han dejado el país y estima que al menos 1,9 millones podrían sumarse durante este año.

Porto comentó no saber qué hacer en el caso que sus hijos no logren enviarle los medicamentos que requiere para su condición. “No sé, me iré a morir porque mis amigas y mi familia están igual o peor que yo”.

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