Luis Barragán: Una juventud para la libertad

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Alumnos de los queridos profesores Sofía Nederr y Eduardo Valero, tuvimos a bien atenderlos recientemente para el ejercicio académico que les encomendaron. De la conversación sostenida con Alesia, Gabriela y José, cursantes de comunicación social en la Universidad Monte Ávila y, luego, con Ely, quien estudia simultáneamente periodismo y ciencias políticas en las universidades Santa Rosa y Central de Venezuela, quedamos con una grata impresión.

Quizá porque el trabajo en cuestión obligó a un intercambio sereno y reflexivo sobre temas muy puntuales o precisos, empleando el tiempo necesario, logramos actualizar nuestra percepción. Y, en definitiva, reivindicar nuestro optimismo en torno a la Venezuela del futuro.

Obviamente, hay una brecha generacional que muy bien lo ilustran un par de tópicos: a la que pertenezco, supo de un país en el que podíamos ejercer el derecho de luchar por la libertad de expresión, por lo demás, abundando los medios por entonces, o el problema fue el de elegir entre varias marcas y precios de un anaquel lleno de leche pausterizada, en polvo, medicada, etc. A la que pertenecen los muchachos, se le niega cualesquiera derechos ciudadanos y nunca ha visto un anaquel siquiera con un modesto número de productos, en un país donde la escasez es la regla. No obstante, la brecha es demasiado relativa, pues, si bien es cierto que hay una diferenciación de realidades, ideas y vivencias, no menos lo es que todos estamos comprometidos en salvar existencialmente a un país del cual somos hijos legítimos, como nunca antes se había visto.





Natural percepción, los identifica una promoción generacional que, aquí y ahora, tiene retos muy específicos respecto a las inmediatamente anteriores, pues, no sólo permanecen acá, se esfuerzan por estudiar y también trabajar, como es el caso de Ely, sino que les corresponderá aportar a la pronta reconstrucción espiritual y material de Venezuela, perfilándose con una identidad propia de coetáneos y contemporáneos que la historia muy después va a ponderar. Dejada la adolescencia, poco tiempo atrás, cuentan con una experiencia irrepetible de amarguras, aunque también con la frescura de los sueños, expectativas e ilusiones que es indispensable para que los más adultos salgamos adelante.

Nos satisfizo el encuentro con quienes, más allá de acreditarse como una novel generación, están plenamente conscientes de lo que ocurre, envidiablemente informados como quizá en nuestros tiempos no lo estuvimos, dispuestos a afrontar los desafíos. Ya tendrán tiempo de madurar en relación a sus creencias políticas, pero lo más importante es que tienen como punto de partida una irrenunciable vocación por la libertad.