Julio Castillo Sagarzazu: Unidad y corrupción

Julio Castillo Sagarzazu: Unidad y corrupción

Hace algunas semanas escribíamos una nota intitulada “La Unidad, un valor o un fetiche”, allí tratábamos de explicar que, aunque era muy difícil pelear con palabras que de suyo tienen una connotación positiva, como unidad, dialogo, paz, armonía, etc., era menester colocarlas todas en su justo contexto para evaluarlas en su correcto valor y no convertirlas en un fetiche.

Poníamos de ejemplo varios acontecimientos históricos en los que se habían manifestado rupturas en frentes comunes que buscaban la misma causa y que no por ello eso había significado una desgracia o una derrota de esa causa común. Nos pareció la más cercana a nosotros la propia guerra de independencia, en la que Bolívar entrega a Miranda a los españoles y luego fusila a Piar, en eventos aun no claros, pero que no impidieron que la independencia cristalizara al final.

Hoy, cuando han saltado a la luz pública los casos de Andrade y Gorrin, es necesario volver a plantear el asunto de la unidad, como un tema clave en la causa común de salir de esta pesadilla.





¿Por qué? Pues porque hay gente, que de la mejor buena fe (vamos a conceder este beneficio) piensan que la unidad tiene que ser como aquellos querubines desnuditos y amables, agarraditos de las manos que Rubens pintaba. Y no es así, la realidad se parece más a esos desnudos dramáticos de los mismos cuadros en los que los angelitos eran como espectadores ingenuos.

Las diferencias cruciales de la oposición (ahora se ve más claro) no son solamente la expresión “egoísta” de una competencia de liderazgos o una rivalidad zanahoria como la que los magallaneros tenemos con los fanáticos de los Leones del Caracas. Tampoco son por una concepción distinta del país que queremos construir después de la era robolucionaria. Todas esas diferencias existen, pero no son las centrales. Con esas podríamos coexistir y bien gestionadas y administradas solo harían enriquecer el debate si conseguimos maneras civilizadas de debatirlas.

Ahora cuando vemos el cuadro completo y descarnado es cuando mejor podemos explicar con apoyo en la cruda realidad palpable, lo que antes había que explicar apelando al “ya tú vas a ver cuándo todo se sepa”.

Hay una realidad dolorosa y ruin: El dinero de la corrupción, no solo compro conciencias en el gobierno (cosa que es del librito) también las compro del lado de lo que se llama oposición. ¿Y para que lo hizo? Pues muy sencillo, para estorbar, para trancar iniciativas, para que cayéramos en sus celadas, para promover iniciativas políticas que le garantizaran sobrevivencia al régimen. Esto no es nuevo, a decir verdad, es tan viejo como las piedras. Allí está la Quinta Columna del general Mola (quien comandaba 4 en su marcha hacia Madrid y explicaba que la Quinta era de “republicanos” adentro que le apoyaban) y más lejos aún, en la noche de los tiempos, esta Odiseo, metiendo su gente en la barriga del caballo de madera, para tomar a Troya desde adentro.

De manera pues que sería bueno que ya, parodiando (nunca mejor dicho) a Engels, pasáramos del Unitarismo Utópico al Unitarismo Científico. En eso que llaman oposición estamos “durmiendo con el enemigo” y lo importante es identificarlo para evitar que nos causen daño. No tenemos que matarlos, ni estrangularlos a medianoche.

Sería bueno que muchas viudas de la unidad no sigan con la cantaleta de que TODOS debemos estar juntos para salir de Maduro, que esto es como pedirle a De Gaulle y a Pétain que se sentaran juntos para resolver la soberanía de Francia en la Guerra, con el argumento de que ambos eran franceses.

Lo que ocurre es feo, impresentable pero no es ninguna tragedia. Se puede decir que es hasta normal que ocurra en procesos como estos. “los rusos también juegan” y la corrupción de los adversarios está también en el librito. Que lo digan los del sanedrín judío y los agentes de Pilatos que se pusieron en Judas por 30 monedas de plata.

Poco a poco, los procesos tienden a depurarse y van dejando en el camino a quienes no están sinceramente alineados con los cambios.

Tampoco hay que desmelenarse, ni insultar, ni agredir, cada mástil que aguante su vela. También ese espectáculo forma parte de lo que el gobierno quiere que se produzca porque siembra la desesperanza entre quienes, de buena fe, adhieren la tesis fetichista de la unidad a cualquier precio.

No sé a usted amigo lector, pero a mí me huele distinto el aire. El estiércol regado en los últimos días, no oculta es agradable brisa que sopla los diciembres.

Vamos a mantener el tipo, vamos a acompañar a los millones de nuestros compatriotas que luchan a diario, vamos a dejar que ladren que al final es, como diría Alonso Quijano, “señal que cabalgamos”