“En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza”.
Confucio
Así es como los venezolanos clamamos soluciones a nuestros problemas más urgentes, pero parece que nadie escucha ese grito ya casi desesperado que cada vez se oye con más fuerza y frecuencia en la boca de cada uno de los venezolanos.
La situación sin duda está tomando dimensiones catastróficas y desde el gobierno nacional, ya ni siquiera se escuchan los acostumbrados voceros señalando a terceros, culpando al imperio o a la “guerra económica”. Silencio sepulcral ante la debacle que tiene ahogada a Venezuela en la miseria y el hambre.
Cuando a un padre de familia le cuesta el trabajo de dos meses poder adquirir una solución pediátrica antibiótica para uno de sus hijos, o ve con desesperación que su salario integral apenas alcanza para comprar un cartón de huevos, pocas esperanzas le quedan.
Cuando niños, ancianos, hombres y mujeres por igual tienen que vivir en el Zulia tres partes del día sin energía eléctrica y solo reciben por respuesta un cronograma que ni siquiera se cumple en su primer día de implementación, tienen que ser presa del desanimo y el desaliento.
Para un trabajador, verse forzado a abandonar su empleo, porque lo que gana no le alcanza para pagar el costo del pasaje para trasladarse a cumplir con sus labores cotidianas y que el esfuerzo de años se vea tirado por la borda sin que nadie haga nada por revertir esta crisis, se ha convertido en una lapidaria realidad.
La impotencia y la rabia se van acumulando en una población que ve como una clase gobernante que tiene 20 años aferrada al poder se desentendió de todos los venezolanos, partidarios y disidentes por igual para solo velar por mantener sus privilegios y una oposición cada vez más falta de coherencia, de unión y de acuerdos, sin propuestas, sin capacidad alguna para ponerse de acuerdo, alejan cada día mas su sueño de recuperar el país para sus hijos y sus nietos.
De viva voz, los venezolanos les reclamamos a las clases políticas que se den vuelta, que miren hacia abajo y recapaciten acerca de lo que están pasando más de 30 millones de venezolanos, porque el peso de la historia les cobrará la ignominia de dejar perecer las esperanzas de todo un pueblo.
José Manuel Rodríguez
Asesor / Consultor Político
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