Sin previa cita ¡Paremos el desorden!, por José Luis Monroy

Sin previa cita ¡Paremos el desorden!, por José Luis Monroy

… En el gobierno debemos entender que el ciudadano no va a creer.

Hola que tal mi gente, En la objetividad que demanda el momento, es imperativo entender las señales de los nuevos tiempos, del cambio en la sociedad.





Hoy quiero compartir con ustedes unas reflexiones en la que concuerdo con Aristóteles Núñez.

Yuval Noah Harari, en su libro De animales a dioses, define el orden imaginado como la única manera en que un gran número de humanos puede cooperar de forma efectiva y forjar una sociedad mejor. Describe que el orden imaginado sólo puede mantenerse si hay grandes segmentos de la población que creen realmente en él. “Fuera de la imaginación de los seres humanos no hay dioses, naciones, dinero, derechos humanos, leyes, justicia”.

En los últimos años, principalmente por la facilidad en el acceso a las nuevas tecnologías, tenemos una sociedad más informada y, al mismo tiempo, desinformada, la diferencia reside en qué queremos creer, la constante de creer es intrínseca al ser humano. La sociedad siente la necesidad de crear ese orden imaginado ficticio —al que refiere Noah Harari—, donde el colectivo vierte sus creencias como una forma de vivir en “orden” económico, político y social, no importa si éstas son realidades o ficciones.

En nuestro país se ha agudizado el desencanto social, la mayoría no cree en el gobierno; no cree en los políticos; no cree en los partidos, tampoco en las instituciones, sobre todo por falta de resultados, por abusos cometidos o por omisiones; no cree en el sistema judicial, en la aplicación y respeto a las leyes; no cree en las personas, no cree en el vecino; vaya, hasta la credibilidad en la Iglesia ha disminuido.

En el gobierno debemos entender que el ciudadano no va a creer en él porque no ve ni siente resultados; no es un tema de números, indicadores, buenos discursos o iniciativas, es un tema de empatía y sensibilidad, de hacer un buen gobierno, de resultados tangibles y materiales, y estos son los menos.

Debemos entender que, entre más frivolidad y abusos, más rechazo. Entre menos resultados, más grande la insatisfacción. Entre más grande la insatisfacción, más grande la incredulidad. Entre más soberbia y arrogancia, menos carisma y empatía. Todos ellos ingredientes cotidianos para alimentar el desencanto social. La deuda social es enorme y lo peor es que sigue creciendo.

Ante ello, la sociedad reacciona, elige y adopta; adopta cualquier oferta antisistema, ojo les bien, ANTISISTEMA no ANTIPOLITICA, cualquiera que sea distinta. Ya no funciona la dádiva ocasional o el discurso vacío si el déficit social es permanente. Algo parecido motivó cambios en Estados Unidos, en España, en Inglaterra y en Francia.

Bajo esa condición, ¿en qué cree la sociedad? La mayoría cree en lo que se publica en internet y sus redes sociales, una gran cantidad de datos de internet es mentira o premisas falsas; sí cree en que todos los políticos roban; sí cree en la ineficacia del gobierno; sí cree en la irrelevancia de los partidos políticos y su frente amplio; sí cree en el gasto excesivo e ineficiente; sí cree en las mentiras, sí cree en la corrupción, inseguridad e ingobernabilidad, en suma, cree que todo es un desorden.

También cree en la falacia de que vendrá, tarde o temprano, un “salvador” a acabar con todos los males, a cumplir todas nuestras expectativas y saciar todas nuestras insatisfacciones. Lo anterior pone en riesgo el actual “orden imaginado” y la sociedad podría estar en la víspera de crear uno nuevo, entender ello es un acto de responsabilidad y de visión.
Si la sociedad está cambiando, la forma de gobierno también debe cambiar; un esfuerzo rector que aglutine propuestas y ajuste el interés nacional consensuado de la sociedad; que fije liderazgo, donde se respete la ley, se transparente el ejercicio de gobernar, pero, sobre todo, donde se dé satisfacción responsable al gobernado, entendida ésta como la única razón de ser del gobierno. El riesgo de crear otro orden no imaginado puede ser un desorden mayor. A Dios gracias hay gente trabajando en ese orden imaginario, con un proyecto País y con personas responsables que sienten el país, y lo mejor de todo ya están trabajando en lo que ha de venir, ya estamos avisando, organizada esta la ANCO, con nombres como los de Enrique Colmenares Finol, la DRA Blanca Rosa Mármol de León, Luis Granados, Luis Manuel Aguana, José Vicente Haro, José Bravo, entre muchos más, listos para parar este desorden, allí les dejo esos nombres, y el que quiera trabajar por el país bienvenido sea.

¡Como siempre, usted elige!

#ElLIDEReresTU

@joseluismonroy