Olga Hidalgo de Curiel: El Color de mi Cristal

Olga Hidalgo de Curiel: El Color de mi Cristal

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La credibilidad se gana… no se impone

Personeros connotados del régimen, de alto rango, a través de las redes, abogan por Diálogo y Reconciliación, a éstas dos instancias recurren confiando que hay ingenuos y allegados que en esta hora dan como buenos sus deseos.





El diálogo actitud propia de la persona comunicativa y abierta, que sabe que hablando, escuchando y valorando el planteamiento de los demás, se pueden arreglar muchos problemas y que es la suprema intención de ser escucha respetuosa y de encontrar vías de acercamiento quedó desvalorizado recientemente en Santo Domingo al construirlo actores mediatizados, comprometidos con una de las partes con descaro y alevosía; escenario donde se excluyó a la verdad con premeditación, se jugó al interés crematístico, al peculado de uso y además el cinismo de los participantes para embarcar a los más débiles con una arropante propaganda oficial que no deja espacio para contraponer ideas y disentir si fuera preciso.

La Reconciliación “acción y efecto de volver a unirse” luce inalcanzable cuando las figuras más prominentes del régimen no desperdician oportunidad para ofender, descalificar y vejar al adversario a quienes le endilgan los más rastreros insultos; además ¿Cómo puede pedirse Reconciliación y Diálogo cuando en las mazmorras del régimen están adocenados presos políticos, jóvenes que un día se atrevieron a protestar como un arma de lucha, justificándose la privación de libertad con expedientes espúreos y el concurso de jueces transitorios que se prestan al juego para no perder la aceptación de los capitostes de turno?

¿Cómo pensar en Reconciliación y Diálogo cuando la familia está deshecha por la siembra del odio, venida a menos, obligados sus miembros a escoger entre morir de necesidad o abandonar el país que solo le ofrece desolación y desesperanza? ¿Cómo lograr encuentro y comprensión cuando se alientan invasiones a la propiedad ajena con “busca tu casa”?

Entonces, para creerles de buena fe se impone el propósito de enmienda que está ausente desde hace veinte años. Hace falta el examen de conciencia reconsiderar la actuación de los responsables de la cosa pública, de ésta gestión tóxico-violenta; imprescindible la voluntad política para corregir errores y sanar heridas, apostar por un Diálogo sincero que mueva a creer, por el arrepentimiento, cuestión por verse, que se duda, porque no hay temor de Dios pues a cada paso reniegan sacrílegamente de Dios con comparaciones absurdas y aberrantes que ofenden la fe del pueblo creyente.

Los cuestionados una y mil veces por sus actuaciones no transparente, con poder pero sin autoridad moral no son precisamente los más indicados para pedir Reconciliación y Diálogo, mucho menos hablar de amor y paz, están en entredicho, no generan credibilidad y confianza porque han sembrado discordia, enfrentamiento y desunión.

En lugar de inventar conspiraciones y guerras económicas, preferimos creer en la fuerza de las ideas, en una convivencia humana bien constituida y eficiente donde se aprecia la autoridad moral del mandante y no el poder que sojuzga y aniquila.