William Anseume: La Asamblea Nacional y el adefesio

William Anseume: La Asamblea Nacional y el adefesio

thumbnailWilliamAnseume

Desde 2015 se ha desconocido el voto general en Venezuela. Lo que no quiere decir, ni de lejos, por supuesto, que antes no haya habido irrespetos de todo tipo en las variadas decisiones ciudadanas ni que hayan dejado de ocurrir múltiples irrespetos eleccionarios después.

En 2015 los votos arrastraron al chavismo. Le dieron su más profunda lección. La venganza política de la mayoría se impuso sobre el más descarado de los populismos. Después de ésa, ninguna otra elección ha sido creíble. Ésa de la Asamblea Nacional, nuestro espacio democrático, resultó increíble, por cierto, en sus resultados. La del 16 de julio fue, sin duda, una enorme muestra opositora con algún reconocimiento del descontento en las filas del chavismo, no deseo demeritar su grandeza; la de alcaldes sabemos lo que fue en cuanto a medición oficialista y la de gobernadores tiene a La Causa R y su candidato, de la oposición, toda, Andrés Velásquez, en busca del reconocimiento de la verdad que le niegan. Las que vienen, presidenciales, serán otro acto desquiciado del poder por no dejarse desplazar, no parece otro el planteamiento hasta esta hora.





La Asamblea Nacional es el único espacio democrático que le queda a los venezolanos; por tanto hay que defenderlo, cuidarlo y honrarlo. Cosa que, a sabiendas, ha evitado el gobierno. Atrás quedaron palabras como las emitidas por Nicolás Maduro: “Hemos venido con nuestra moral, con nuestra ética, a reconocer estos resultados adversos”, como señaló ante su derrota, la de su partido, la del chavismo, cuando la elección de la AN. La verdad es que no reconocieron los resultados y que carecen de lo que todos podemos reconocer como ética y como moral y carecen de palabra de hombres, de palabra. La bancada minoritaria del PSUV, así como la de de su acólito Partido Comunista, se retiró hasta la fecha definitivamente de la Asamblea Nacional (con algunas incursiones leves de algunos retirados ya de su pertenencia al gobierno, tal cual el esposo de la exFiscal) y, muy seguramente por recomendación de sus mandantes cubanos, crearon el adefesio inconstitucional que denominaron Asamblea Nacional Constituyente, otro espacio paralelo, como bien les resultó con algunas gobernaciones políticamente adversas en el pasado, pensemos en Miranda y su Corpomiranda adlátere, y, ahora, con los protectores de algunos estados, como el Táchira, con su cuidador fiel adjunto.

El adefesio ha consistido en esa creación de una Asamblea Nacional Constituyente, su espacio particular legislativo incontestable en sus resultas, ya que: “Ningún poder constituido podrá oponerse a las decisiones de la Constituyente”. Como señaló el otro líder totalitario, Diosdado Cabello. El decreto de su creación, el 2830, reza: “… teniendo facultades plenipotenciarias por encima de los demás poderes públicos del Estado”.

Así, tenemos dos congresos que, además, sesionan en el mismo lugar. Todo un absurdo, un monumental disparate. El de nosotros, los opositores, abandonado por el gobierno, literalmente, sin poder fáctico alguno y el otro, el de ellos, con todo el poder del Estado a su disposición. Un arrebato al raciocinio, a las leyes, a la Constitución, a la conciencia ciudadana más elemental.
El desconocimiento de la derrota se tradujo en la constitución de un Estado paralelo. Jamás debemos reconocer el funcionamiento de esta Asamblea, del adefesio, por más que se quiera vender políticamente como el espacio de la negociación, del diálogo, de la posible apertura política. Ninguna de sus actuaciones debe ser correspondida por nadie en Venezuela, sino como una imposición, indeseable, como lo suelen ser todas. Queden constancias de los mandatarios regionales electos en su prosternación ante el adefesio, para la historia política nuestra, para nuestra vergüenza política.

Nuestro espacio legislativo, el democrático, es la Asamblea Nacional y deberíamos obligar desde allí, con llamados recurrentes que no se han hecho, tal vez a propósito, a que se sienten en el hemiciclo, como demócratas a tolerar las resultas de su derrota electoral, a reconocer que no tuvieron ni tienen la mayoría, a aceptar el funcionamiento del resultado de la opinión mayoritaria, a sentir su minusvalía, aunque se aferren de todos modos a un poder cada vez más limitado desde afuera y desde dentro. Si se llevaron el balón no es porque es de ellos, es porque no aceptan y expropian, es porque son lo que son: malandros, pranes políticos descubiertos en el mundo como ello.

wanseume@usb.ve