Freddy Marcano: La Dictadura Presupuestari?a

Freddy Marcano: La Dictadura Presupuestari?a

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El tema económico no podemos olvidarlo tan fácilmente: con la elección de la nueva Asamblea Nacional en 2015, el problema no fue político e institucional para el gobierno, sino económico. Necesitaba de unos legisladores sumisos para aprobar todas sus medidas y, chantaje por el medio, como el presunto desacato que todos los juristas todavía aseguran que no lo hay, excepto los leguleyos del TSJ, quisieron que la oposición se transara y les aprobara concretamente las medidas que más comprometen la suerte económica del país en medio de la crisis: las financieras.

Así las cosas, todo lo que tiene que ver con el endeudamiento externo y el presupuesto público (en ese orden), era y es la prioridad. Para ser directos, necesitaban y necesitan de abundante dinero para manejarlo a la completa discreción de Nicolás Maduro y sus camaradas. Cuando llegó el momento, en 2016 se dirigieron al TSJ y, como era de esperar, les recibió, procesó y aprobó un ejercicio fiscal del que todavía nadie se entera de sus pormenores, incluyendo los créditos adicionales, aunque la gran muralla la tienen con los reales del extranjero, porque nadie quiere prestarle más dinero si la Asamblea Nacional no lo autoriza y el que lo haga corre un alto riesgo de ver el retorno de su dinero.





Entramos ya al período de presentación del presupuesto público nacional y, antes del 15 de octubre, deben tomarse el trabajo de calcularlo, diseñarlo, proyectarlo y de presentarlo. Anuncian que lo harán esta vez ante la fraudulenta constituyente, cosa que empeora la situación aprovechándose del bullicio natural que generarán las elecciones regionales.  Lo piratearán otra vez, porque nadie sabe de las más elementales cifras del desempeño económico gubernamental, nadie sabrá otra vez a qué atenerse. Por una parte, la Constitución y la Ley Orgánica de Presupuesto dice clara, expresa e inequívocamente que la materia es un asunto de la Asamblea Nacional, por lo que Delcy Rodríguez y sus quinientos muchachos nada tienen que buscar al respecto; y, por otra, ni se sabe del funcionamiento de una Comisión de Finanzas de  esa tal constituyente que, como todas las comisiones, está hacinada por unos dizque constituyentes que, ellos mismos, están censurados por la directiva del cuerpo.

Recuerdo que en el mandato legislativo anterior, el oficialismo hacía lo que les venía en gana con leyes como la del presupuesto y la del endeudamiento público y no tenían la gentileza de aportar siquiera las cifras de la inflación que galopaba rápidamente. Los diputados de esa otra Asamblea en minoría, no dejábamos de dar el debate en la cámara y en los medios, pero Miraflores ordenaba y los suyos acataban por más arbitrarias que fuese la propuesta de esas leyes con una mayoría en parlamentarios pero no en votos. La dictadura  presupuestaria viene entonces de atrás y, hoy, lo que hace y hará es perfeccionarse.

El TSJ sabe que la Constitución y la  Ley Orgánica son muy claras, pero por más que le hayan agarrado el gusto a la cosa, Miraflores tiene la última palabra. La fraudulenta constituyente que ha hecho de la pereza su mejor divisa y tardará en escribir y sancionar una nueva Constitución que le sirvira de pretexto, sabe que su papel es el de suplantar y, en definitiva, usurpar las funciones de la Asamblea Nacional, ya que la banca extranjera lo que pide es un poder legislativo que les apruebe las cosas.  El problema está en que hay una Constitución que está vigente y es la de 1999, por lo que los perozosos tienen dos caminos: uno, no pararle y simular un procedimiento de recepción, discusión y aprobación de las leyes de presupuesto y de endeudamiento, aunque saben que no será fácil para los prestamistas de afuera soltar los reales, así fuesen rusos o chinos. El otro camino es aprobar una nueva Constitución y no da tiempo, por lo que pueden hacer algo distinto: aprobar lo que llaman una “ley constitucional”, pues, ya sabemos, sin atreverse a hacerlo por la calle del medio, circula por ahí un tal proyecto de ley constitucional para la convivencia (o ley del odio), esto es, sin presentar una constitución completa, pretenden hacerla por pedacitos (ni siquiera por capítulos). Éste globo de ensayo, puede volver y nada extrañará que, con el presupuesto y la deuda, hagan una ley  constitucional para ver si pasa por las taquillas de los bancos extranjeros.

@freddyamarcano