Engañados, por Dulce María Tosta

Engañados, por Dulce María Tosta

Desde hace tiempo le vengo expresando a María Corina mi desacuerdo con su permanencia en la MUD. No es de ahora mi percepción de que ese no era buen lugar para una dirigente que sostiene –al parecer sinceramente– estar luchando para liberar al País del lacerante castrocomunismo. Pues siempre he pensado y expresado en artículos de vieja data, que MUD y régimen no eran adversarios y mucho menos enemigos y que, en realidad, tenían montado un sainete para hacerle creer a los desprevenidos venezolanos que existe un cuerpo político capaz de recoger y orientar el descontento general y una dirigencia dispuesta a bregar a brazo partido por recuperar la libertad.

Es histórico que todos los regímenes inconstitucionales le temen a una oposición vigorosa y la reprimen por todos los medios a su alcance, a objeto de impedir que tome cuerpo y ponga en peligro su estabilidad. Pero una nueva manera de hacer las cosas parece que fue inventada en esta parte del mundo: en vez de reprimir a una oposición verdadera, creyeron preferible construirla acorde a sus necesidades, de forma tal de lograr dos cosas igualmente importantes: copar un espacio político antes de que fuera tomado por indóciles y, en segundo término, simular una sana y deseada controversia democrática, mientras llega la hora de imponer a rajatablas y sin disimulo el pensamiento único soñado por los tiranos.

Pero a veces los planes no resultan tal como se desea, por la fastidiosa intromisión de un espontáneo, deseoso de probar que hay mejores formas de hacer las cosas y que logra concitar, desde la rebelde soledad de sus posiciones, la simpatía de grandes y silenciosas masas. El caso más conspicuo de ese fastidio fue el protagonizado por María Machado (Diosdado dixit), cuando en una Asamblea Nacional ahíta de chavistas le espetó a Chávez «expropiar es robar». Tal audacia le costó poco después su diputación, pero le permitió demostrar a todos que no es necesario ser tierrúo para ser valiente ni morenito para ser veraz.

Pero ese no es el tema principal de este texto. Lo que me llevó a retomar el teclado cuando el anterior artículo tiene pocas horas en las redes, es el nacimiento de mi convicción, forzada por duras realidades, de que en este País tenemos tres lustros sin oposición, una vez acaecida

la desbandada que siguió al 13 de abril de 2002, cuando Baduel repuso a Chávez en el poder.

Me atrevo a pensar que por consejo de Fidel, Chávez entendió que una oposición sumisa es casi tan importante como un respaldo fuerte. Que tener opositores de la reciedumbre de Carlos Ortega (por solo nombrar uno) es tan peligroso como tener traidores en las filas y que desde todo punto de vista era preferible desviar ingentes recursos hacia falsos opositores, que enfrentar a verdaderos, capaces de hacerlo poner pies en polvorosa.

Chávez era hábil para dar sedal y recogerlo de acuerdo a las circunstancias y pragmático en el trato con los hombres. Prefería tranzar que reprimir, comprar que confrontar y dejaba la violencia y la ira para aquellos que tozudamente rechazaban sus cantos de sirena. Era conocedor de los hombres y siempre tuvo un gran desprecio por los políticos de esa republiquita que él llamó la cuarta.

Si utilizamos el por qué como palo para sacudir la alfombra de la reciente historia venezolana y golpeamos en aquellos puntos icónicos como las «derrotas» de Capriles, el «apretado» triunfo opositor en la consulta constitucional de 2007, el escamoteo del revocatorio y de las regionales del 2016 y el megafraude constituyentita de este año y los sumamos a las extrañas conductas de la dirigencia opositora, siempre cuidadosa de no dañar al régimen y reservar a palabras altisonantes lo que correspondía a hechos concretos, llegamos a la inquietante conclusión de que aquí no tenemos oposición desde hace muchos años, pero si muchos vivarachos que se han lucrado prestándole servicios al régimen desde el ministerio de la traición, el engaño y la mentira.

Esta conclusión de la bilateralidad de nuestra tragedia me hace presentir lo que se nos viene encima. Creo que se aproxima un reforzamiento de la coalición régimen/MUD para acabar con María Corina y con la oposición verdadera. Por otro lado, el despertar de un pueblo enfurecido limpiándose la mejilla en expresión de repulsa al beso de Judas que acaba de recibir.

@DulceMTostaR

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