Jesús Peñalver: Muerte y justicia militar

Jesús Peñalver: Muerte y justicia militar

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Viene el día de las madres huérfanas. Llorarán al ausente, al asesinado hijo que creyó en su esfuerzo por ayudar a Venezuela a salir del oprobio militarista que hoy nos desgobierna, el mismo que trunca sueños, siembra calamidades y, pretendiendo eternizarse en el poder, sigue mintiendo descaradamente acerca de un país inexistente que solo vive en las bolsas miserables de comidas, carnés para el control social, títulos obtenidos en universidades exprés, mejor dicho, choriceras, donde sigue la compra de venta de conciencias y la manipulación de sus miserias.

Otra penosa consecuencia de haber elegido a aquel desquiciado milico golpista; la peste chavista empoderada, asida a la silla, esa desdicha  aposentada en Miraflores y sus anticipos del Día de las Madres. ¡Una maldición!





Sin miramiento y con desmedido uso de todo el poderío que la FANB tiene a su alcance, atropellan, agreden y asesinan. Y para más INRI (como decía Fausto Verdial), se suma el hampa común, armada y desalmada y al parecer con impunidad garantizada, mezclados con los llamados “colectivos”, verdaderas bandas hamponiles.

Curioso “Cupido chavista”, atravesando el pecho de los jóvenes manifestantes con balas y bombas lacrimógenas. ¡Asesinando a civiles inermes!

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Bueno, yo creo que sí. Son evidentes la alevosía, la premeditación y la ventaja. ¡Asesinos!

Le hemos pedido a la señora Fiscal General que asuma su turno al bate, ejerza sus competencias y atribuciones, porque el vate quebrado que funge de “defensor”, anda por el Líbano exhibiendo su poesía, su oda.

Maduro no destruye ni acaba legado de Chávez, él es el legado. ¿Se dan cuenta? Sigue sangrante el hilo constitucional, pútrido el estado de derecho, inhumano el trato a los humanos derechos y la chavista peste que asesina.

Esta ruindad, este afán destructivo de la nación, este aniquilamiento de la República y sus gentes no comenzó con Nicolás Maduro, sino con el sanguinario golpista. De modo que el que hoy manda es el continuador de la tragedia.

No morimos ni dejamos de existir, tampoco fallecemos. Mucho menos dejamos este pícaro mundo ni caemos abatidos. El ch … abismo NOS ASESINA.

Insisto en el macabro verbo por la necesidad y la conveniencia de llamar las cosas por su nombre y apellido. No más odiosos eufemismos, ni oficiales ni privados, tampoco los giros lingüísticos, ni los engaños idiomáticos. Para la clase que manda en Venezuela, ha llegado el momento de abandonar el barco o meterse en la urna y enterrarse junto con el muerto.

No es ahora, la mierda ha sido marcadamente noticiosa desde que su homóloga peste chavista llegó al poder hace 18 tortuosos años. De modo que cuidado con los conversos, los saltatalanqueras y pescadores en río revuelto que hoy se exhiben, dándose golpes en el pecho y más allá, como ángeles arrepentidos incapaces de romper un plato de la vajilla.

Por si fuera poco, la banda de malechores e irracionales que desgobiernan no se cansa de odiar y dañar y pretenden juzgar a civiles con tribunales militares.

Las normas legales, doctrina y jurisprudencia exhiben claridad y coincidencia en el tema: civiles deben ser juzgados por tribunales civiles. Es peregrina la idea de la “autonomía del delito militar o su sustantividad” para someter a civiles a juicios en tribunales militares. Someter a civiles a “justicia militar, eludiendo normas constitucionales, viola la Carta Magna, lo cual acarrea responsabilidad de quien la realiza.

Existe amplia jurisprudencia que demuestra que justicia civil prevalece a tribunales militares en aquellos delitos establecidos en Código Penal. Por ejemplo, las sentencias con ponencia del magistrado Jesús Eduardo Cabrera (Cabrerita) así lo confirman. Insisto: Si un civil comete un delito militar, debe ser juzgado en tribunales civiles.

La garantía procesal de ser juzgado por los jueces naturales, es una de las más importantes que contempla el ordenamiento jurídico.

Conviene resaltar  acá, que el mismo Tarek W. Saab propuso en la Constituyente 1999, que la competencia de los tribunales militares se limitase exclusivamente a delitos de naturaleza militar.

Juicios sin delito, ni pruebas y con ausencia de garantías procesales, es otra aberración de la pesadilla que desgobierna.

Es la loca persistencia esa que pretende borrar la civilidad para imponer el militarismo. Imposible imponer la imagen de un caudillo sobre la idea de democracia y de régimen de libertades públicas. La justicia militar suele ser injusticia.

En una sociedad donde se desprecia la persona humana, Herodes puede ser cualquiera. Hoy en Venezuela, cualquiera puede ser Herodes, que prevalido de poder de mando o de riqueza, hace víctimas de los inocentes.

No solo las mazmorras, la peste quiere de jóvenes llenar los cementerios.

Jesús Peñalver