“La trampa de la constituyente fascista” Por Alfredo Jimeno

“La trampa de la constituyente fascista” Por Alfredo Jimeno

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Hay que decirlo con mucha claridad: lo que ayer planteó la dictadura NO ES una asamblea nacional constituyente sino una trampa, una burla, un fraude que se le quiere hacer a la voluntad popular de un país que mayoritariamente grita, lucha y sueña con una salida urgente, constitucional y democrática a la peor crisis que hayamos vivido en toda nuestra historia.

Luego de más de un mes de resistencia no violenta del pueblo en la calle, la dictadura, sabiéndose acorralada y desnuda nacional e internacionalmente, ha tomado la decisión de avanzar antes que ceder espacios de libertad, y para ello ha planteado una verdadera locura: modificar la constitución a través de consejos comunales, organizaciones sindicales y misiones gubernamentales, desconociendo así no sólo la propia constitución que tanto dicen defender y querer pero que ahora pretenden cambiar para perpetuarse en el poder, sino que además, y más grave aún, secuestrando y falsificando el poder originario para ponerlo al servicio de inconfesables intereses corruptos, anti-democráticos y abiertamente delincuenciales de la élite dictatorial.





Esta aberración debe ser rechazada por todo el país unido, indistintamente de cualquier diferencia político-partidista o social. Esta es una amenaza que se cierne sobre todos por igual, civiles y militares, pobres y ricos, mujeres y hombres, niños y adultos, militantes de las izquierdas y de las derechas democráticas, e incluso sobre los mismos poderes públicos y estructuras burocráticas del gobierno hasta ahora obsecuentes. No hay nadie que quede a salvo ante una dictadura con poderes constituyentes bastardos.

La historia universal recoge algunos ejemplos que expresan con crudeza el terrible peligro al que ahora nos quiere llevar la dictadura a través de una asamblea corporativa con pretensiones constituyentes.

El corporativismo no es más que el intento de dividir a la sociedad en fragmentos o fracciones, con intereses específicos y diferentes unos de otros, para aislarlos y presentarlos, por separado, como la representación de los intereses de todo el pueblo. Este ardid anti-democrático fue usado principalmente por Benito Mussolini en Italia, quien, inspirado en el corporativismo, dio forma organizativa al estado totalitario fascista, aplastando y exterminando no sólo cualquier oposición democrática, sino yendo incluso tras aquellos que aun manifestando simpatías con el gobierno tuvieron el atrevimiento de mostrar alguna que otra vez alguna opinión distinta y autónoma. Luego del ejemplo del corporativismo fascista, otros brutales dictadores adoptaron también el modelo, tales fueron los casos de Franco en España, de Salazar en Portugal y de Pétain en la Francia de Vichy tutelada por los nazis.

Cuando Nicolás Maduro plantea que la tramposa asamblea constituyente que él pretende impulsar sea formada por miembros de los consejos comunales, por los beneficiarios de las misiones del gobierno nacional y por sindicatos obreros afectos al oficialismo, no sólo está discriminando al resto de la población, sino que además está estableciendo el mismo principio del corporativismo fascista original del Mussolini para acabar de una vez por todas ya no con la democracia (porque esto es una dictadura desde hace rato), sino con la aspiración libertaria de un pueblo que sufre por la falta de medicinas, por la escasez de comida y por la represión grosera y sistemática de cuerpos militares y para-militares.

Ante este escenario, al pueblo de Venezuela no le queda otra alternativa que resistir, aun con más fuerza, ante la arremetida totalitaria de una dictadura que, a pesar de su impopularidad, se niega, criminalmente, a hacerse a un lado para permitirle a los venezolanos construir el sueño que todos tenemos: un país donde todos los derechos sean para todas las personas, y donde todos juntos podamos superar la pobreza en paz y en democracia.

 

@AlfredoJimenoR

Concejal de Chacao

Voluntad Popular

www.alfredojimeno.com