Jesús Peñalver: El Impulso cierra sus puertas

Jesús Peñalver: El Impulso cierra sus puertas

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Mándeme usted de un modo





u otro una imprenta que es tan útil

como los pertrechos militares“.

Bolívar a Fernando de Peñalver

Así escribía Simón a su maestro, consejero y sabio mentor, Don Fernando, que con ese propósito se encontraba en Trinidad en septiembre de 1817. En Octubre la imprenta ya estaba en Angostura y el 27 de Junio de 1818 salía a la calle el “Correo del Orinoco”, impreso en una lamentable máquina movida a brazo y con cuatro páginas impresas en papel de hilo, gracias al cual se ha conservado para la posteridad.

Esa era la importancia fundamental que daba El Libertador a los medios de comunicación –para entonces impresos- al punto de compararlos y ponerlos en el mismo nivel de los pertrechos o provisiones militares, necesarias para la guerra que habría de librar para alcanzar nuestra independencia del yugo español.

Viene a cuento la historia del origen de El Correo del Orinoco, porque hoy  nos corresponde agradecer desde lo más hondo de nuestro de nuestro sentir y con la mayor convicción del respeto por el régimen de libertades, que solo se puede alcanzar en una verdadera democracia, a los diarios y portales de Internet, a sus directivas y a toda la planta laboral, la oportunidad que generosamente nos brindan de sumar nuestra firma en sus páginas de opinión.

Y es que hoy, penosamente, nos ha tocado acusar la  noticia del cierre del diario El Impulso de Barquisimeto, nacido en 1904 en la dictadura de Cipriano Castro. Gómez los persiguió y lo que no pudo El Bagre, lo ha logrado el neovenezolano por sentencia.

Desconocemos las razones, se dice que sus labores  culminan por restricciones económicas –lo que esperamos sea por breve tiempo-  sin embargo, es bueno decirlo, siempre resulta lamentable el cierre de un medio de comunicación, y máxime en el caso de El Impulso, el más antiguo del país, caracterizado por su mística, respeto a los valores democráticos y su disposición a la apertura a las distintas opiniones.

Sospechar es mi derecho, de modo que puedo dar crédito a quienes sostienen que el cierre, de suyo lamentable, se deba a restricciones de papel, materia prima fundamental para imprimirlo, vergonzoso hecho atribuible al desgobierno que maneja la distribución del material.

Ojala no sea un eufemismo al que se recurre para evitar mayores males provenientes de manos peludas que no perdonan el periodismo crítico y combativo; les da piquiña que buena parte del país piense distinto; no aceptan la disidencia.

Y es que esa disposición de El Impulso cobra mayor admiración, cuando en el país se vive un clima de polarización política, suerte de situación dilemática a la que nos ha llevado la intolerancia y reticencia, circunstancias que siempre supo sortear El Impulso y su directiva, a la que hacemos llegar la reiteración de nuestra gratitud por su existencia y valentía, infinita y devota consideración.

No olvidemos que el derecho a la libre expresión es uno de los más fundamentales, ya que es esencial a la lucha para el respeto y promoción de todos los derechos humanos. Al no tener esa posibilidad o  la habilidad de opinar libremente, de denunciar injusticias y clamar cambios, estamos  condenados a la opresión.

Siendo tal derecho uno de los más amenazados, tanto por gobiernos represores que quieren impedir cambios, como por personas individuales que quieren imponer su ideología o valores personales, callando a los otros, nos resulta ineludible e impostergable luchar incansablemente por su ejercicio, tomando partido en toda iniciativa que nos permita tener voz en cualquier circunstancia que atente contra los más caros y altos intereses del país o los derechos de la persona humana.

Compulsivos representantes de la peste que desgobierna, en mala hora aposentada en Miraflores, no hayan qué hacer ni cómo justificar tantas tropelías, abusos y denuncias grave, gravísimas, que hoy apuntan sus entrañas y entorno. Por la sucesión hay una guerra a cuchillos, en el entendido que la nominación ni el poder se heredan. La nube está muy alta, la luz se tambalea y se apaga la vela en las cabeceras.

Cómo explicar al mundo que una persona, habiendo tenido todos los poderes a sus pies, con el precio del petróleo por los cielos y en cierto momento, gozado del respaldo popular, haya llevado a la debacle, al foso, al despeñadero, pues, a todo un país, pretendiendo quitar, además, la esperanza y la voluntad de cambiar el gobierno como se hace en las sociedades y sistemas democráticos.

Imposible garantizar a los ciudadanos el goce y ejercicio de los DD. HH, especialmente la libertad de expresión, cerrando un canal de televisión, emisoras radiales, amenazando a otras, propiciando la muerte de diarios, persiguiendo a comunicadores, acosando, multando, atropellando…

Mientras en el mundo entero la civilidad toma las sociedades y les confiere poderes al hombre sin uniforme, Venezuela ahora se parece una fortaleza militar que cada día gasta más en armarse con inmensas sumas de dinero -dignas de mejor destino- en aviones, fusiles, milicias, misiles, tanques y submarinos, entre otras capacidades bélicas, mientras los civiles tristemente sacrifican su derecho a dirigir los destinos del país para entregárselos a quienes han fracasado en todo el mundo al frente del poder.

¡Los militares siempre han fracasado en el gobierno! ¡No existe una excepción!

 

Jesús Peñalver