Carta abierta e invitación al Sr. Rodriguez Zapatero, por Judith Sukerman

Carta abierta e invitación al Sr. Rodriguez Zapatero, por Judith Sukerman

thumbnailjudithsukermanEstimado Sr. Rodríguez Zapatero
Con la debida consideración a su condición de expresidente de España y como ciudadana venezolana, madre de dos hijos adolescentes, preocupada y angustiada por la pavorosa crisis que agobia a nuestra población, y al mismo tiempo ocupada en ayudar a buscar una salida democrática, constitucional y pacífica a esta dramática situación, me permito dirigirle a Ud. las siguientes líneas.

Ha sido noticia su sorpresiva llegada al país, con el fin de impulsar el diálogo gobierno-oposición. Loable esfuerzo si se hace de manera imparcial y con el fin de favorecer la paz en nuestro país y la solución de los múltiples problemas existentes, como presumimos será su intención.
No dudo que a través de los medios de comunicación, redes sociales, y en las distintas reuniones que Ud. ha sostenido con actores políticos nacionales pueda tener una idea clara de la profundidad de la crisis que sufrimos todos los habitantes de mi país, y la urgencia que tenemos los venezolanos de salir de ella. Sin embargo, nunca será suficiente lo que lea o pueda escuchar si no sale de ese cerco que le monta el gobierno en cada una de sus visitas.

Seguramente, acostumbrado Ud. a satisfacer sus necesidades de comida cada vez que ha tenido hambre, o de medicinas cuando las ha requerido, le resultara difícil aceptar la cruel realidad de todos los que habitamos este país para conseguir alimentos básicos, o hasta un simple antipirético.. No ha podido vivir la experiencia de los cortes de electricidad, Sr. Rodiguez Zapatero, porque en los sitios donde lo llevan hay plantas eléctricas, ni ha conocido el impacto de abrir un grifo y no obtener agua deseada o tenerla escasa, sucia y maloliente. Sabe que su vida y bienes están bien custodiados, en fin goza Ud. de “privilegios” con los no contamos la mayoría de los venezolanos.





Y por eso le escribo, si realmente quiere ser un mediador imparcial, lo invito a vivir nuestra realidad cotidiana. Le pido que acepte convivir unos días, en una casa de familia venezolana, le garantizo que tendrá muchas ofertas, la mía entre ellas, para que conozca y constante las condiciones de vida de nuestra población, por la cual Ud. debe mediar. Ello le permitirá al cabo de esa estadía conocer el color y olor del agua que llega a nuestras viviendas (cuando hay agua) y la perturbación permanente de la vida cotidiana por los constantes cortes eléctricos. Y vivirá la angustia diaria de no tener alimentos suficientes, ni las medicinas necesarias, o el miedo por el estado de inseguridad de nuestras personas y bienes que hacen imposible una vida normal.

Le invito a que me acompañe a hacer las compras de alimentos y productos del hogar para una semana, y constate el drama de la mayoría del país de no poder cubrir sus necesidades básicas con un salario mínimo mensual. Eso sí, tendrá que disculparme que tendremos que hacerlas el día que me corresponde a mí de acuerdo a mi terminal de cédula, porque a usted, como extranjero, no le permitirán adquirir ni un tubo de pasta de dientes. Si acepta me permito sugerirle el uso de ropa cómoda, una gorra para el sol, bloqueador solar y mucha paciencia ya que nos esperarán largas horas en colas interminables. La dieta, a lo mejor no será tan variada como a la que usted está acostumbrado, y sin duda, no podrá complacer sus gustos, pero servirá para que conozca cómo nos alimentamos en el país de la “revolución socialista” (y las reservas petroleras más grandes del mundo). Al salir del mercado, podríamos ir a una farmacia a buscar el medicamento que tome para controlar su tensión arterial, o quizás prefiera un analgésico para aliviar el dolor de las piernas, a ver si lo encontramos.

Le ofrezco que caminemos juntos algunas comunidades de mi Valencia natal, no le pediré que lo haga sin escoltas, porque la delincuencia está desatada y usted no puede exponerse, pero sí que lo haga sin parafernalias, para que oiga de viva voz los testimonios de personas que comen una sola vez al día, de algunos que desesperados por el llanto de sus hijos hambrientos han tenido que matar a sus perros para con esa carne calmar el ayuno de los niños, de personas mayores que hoy están postradas en una cama por alguna enfermedad por no contar con su medicación oportuna. Vayamos juntos a un hospital, elija usted el que quiera, hablemos con el médico que al azar decida y pregúntele por la situación del centro de salud y por sus condiciones de trabajo.

Entonces y solo entonces, es que usted podrá entender porque se habla de un genocidio silencioso, podrá comprender la necesidad urgente de darle un cambio inmediato a la dirección del país, advertirá que es indispensable la apertura de un canal humanitario de medicinas y alimentos por parte del gobierno antes de que sigan muriendo venezolanos, como condición indispensable para pensar en un dialogo.

Si lo hace Sr. Rodríguez Zapatero, puedo apostar que concluirá que con nuestros actuales gobernantes será imposible encontrar la paz, unidad, y recuperación de nuestra sufrida patria, coincidirá en que no se puede negociar con quienes solo tienen intereses infames, movidos por la ambición de mantenerse en el poder; comprenderá la lucha de más del 80% de los venezolanos en exigir la realización del Referéndum Revocatorio este mismo año, y si sus intenciones sinceras son contribuir a lograr mejores condiciones de vida para los venezolanos, se unirá a esa lucha y quizás en privado, pueda hacer entender a Maduro, que debe renunciar de inmediato por el bien de todos.
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