Willians Ruiz: Venezuela: un colapso planificado

Willians Ruiz: Venezuela: un colapso planificado

thumbnailwilliansruizAnte el acelerado proceso de deterioro que vive el país muchas personas se preguntan si sencillamente lo que sucede hoy es fruto de la casualidad del destino, de la ira de los dioses, la caída del precio del petróleo o incluso de la guerra económica.

La realidad es mucho más cruda y sencilla, no necesita episodios teatrales y tampoco de una imaginación tan amplia. Por más de 60 años el país ha sido gobernado por regímenes socialistas; Los Social Demócratas (AD) y Social Cristianos (COPEI) –la llamada cuarta república- quienes son padre y madre el nuevo socialismo, El Socialismo del Siglo XXI. Movimiento político que surgió como protesta a crisis sustanciales vividas durante los gobiernos de la cuarta república. Un quejido social y un gemido político trasnochado. Luego de tanto socialismo tibio, el problema resulto ser que no se era lo suficientemente socialista. Hoy en día incluso miembros del gobierno llaman a esa época el tiempo en que gobernó la derecha… una expresión sin argumento, sin duda.

Previo a la social democracia o democracia social, como se le quiera llamar, existió un régimen dictatorial representado en Marco Pérez Jiménez, quien gobernó desde 1952 hasta 1958. A este periodo se le recuerda por dos cosas, por ser un recio tiempo dictatorial y también por ser un excepcional época de prosperidad, crecimiento y desarrollo. Fue el tránsito de la Venezuela rural a la urbana –Por supuesto toda dictadura es condenable, sin ninguna omisión-. Una de las ventajas de este gobierno fue el aprovechamiento de la bonanza petrolera para iniciar un proceso de transformación que colocó al país a la vanguardia en infraestructura y desarrollo en toda América.





Esta dictadura con su implacable régimen de gobierno, su policía política y la persecución a la disidencia se convirtió al mismo tiempo en la palanca que saco al país al desarrollo. Desde todo punto de vista sus hechos son condenables, pero justo debe ser el reconocimiento al desempeño económico. El gobierno de Pérez Jiménez –duro seis años- fue conocido como una dictadura de derecha y levanto un proceso de oposición de izquierda, quienes finalmente abrieron paso en 1958 a la nueva democracia, una nueva Democracia Social, o Social Democracia.

Quizás el efecto habría sido inverso si la dictadura fuera de izquierda y la oposición de derecha, el surgimiento de la democracia habría tenido mayor esperanza de vida al nacer.

En la cuarta república se constituyeron dos pilares de gobierno, los Adecos –AD comunista- y los Copeyanos –COPEI- ambos grupos de izquierda, unos más a la izquierda que el otro, pero en la misma mano.

El surgimiento de la nueva democracia vino preñado de socialismo y sus errores. Con frecuencia la economía empezó a ser más inestable y caótica, las finanzas públicas comenzaban a no encajar y entre experimentos y supercherías se condujo al país en un deterioro gradual. El desgaste político fruto del bi-partidismo y la disminución cada vez más notable de la calidad de vida y condición económica condujeron a que los más viles sentimientos de la bota militar se impulsarán para alimentar el resentimiento de quienes portaban uniformes y se sentían parte de una clase desfavorecida.

Dos levantamientos militares, aunque fueron totalmente contrarrestados y no pudieron cumplir sus objetivos, en aquel tan famoso “por ahora” se exclamo una condena que tarde o temprano habría de llegar.

Entre tanto cambio de mando y turno de gobierno se produjo el embarazo psicológico y físico del Socialismo del Siglo XXI, hijo prodigo de tan excepcionales padres.

Con el fin de la cuarta república llega al poder la síntesis de la misma. La queja social y el gemido político trasnochado, lo socialistas ultra, los que creían que se había sido demasiado blando. Por mera casualidades del destino contaron con la bonanza petrolera más importante de la historia política y económica del país.

Todos los males que pudieron existir en el pasado se magnificaron, la corrupción se volvió la esencia del sistema y más aún con tanto dinero en las manos, las instituciones quebraron sus pies para arrodillarse ante el régimen, los más demoníacos espíritus políticos despertaron para hacerse parte de lo que por derecho le correspondía, eso que se les negó durante mucho tiempo y no iban a permitir que nadie más se los vuelva a arrebatar –ese resentimiento de pensar que ahora era su turno de destruir al país, les correspondía por ley-.

La más vil y miserables de todas las expresiones de gobierno ha sido la de los últimos 18 años, sin duda alguna. Pero no se debe cometer el error de pensar que son una casualidad histórica, un error de la democracia o simplemente un mal momento.

En Venezuela no han existido buenos y malos gobiernos -siendo objetivos y calificándolos por los resultados de su administración- lo que ha existido esgobiernos con buenos precios del petróleo y gobiernos con malos precios del petróleo. Los resultados en la economía no se han debido a una buena conducción económica, sino a una circunstancia especifica que ha hecho que el flujo de ingresos de la nación aumente considerablemente como para sostener cualquier disparate que se haga en política económica.

Hay casos como los de Carlos Andrés Pérez I vs Carlos Andrés Pérez II, el primero con buenos precios, rimbombante, popular, exitoso. El segundo ajustado, odiado, y expulsado y hasta preso. Rafael Caldera I vs Rafael Caldera II, y hasta lo más reciente Hugo Chavez vs Hugo Chavez y Maduro vs Hugo Chavez. En todos los escenarios se alentó un proceso de crecimiento económico insostenible, que haría explosión una vez que la bajada de los precios del petróleo actué como detonante. Algunos gobiernos han contado con periodos más prolongados, pero tarde o temprano la verdad quedo a la luz sentenciando su colapso.

Lo que recientemente se vive en Venezuela es fruto del robo de todos los recursos provenientes del flujo de ingreso petrolero por la clase política gobernante, los cazadores de rentas y los parásitos de la corrupción.  Se afianzo un modelo altamente importador –escenario propicio para el enriquecimiento fácil- a expensas de la condena y destrucción del sector productivo nacional privado, considerados como adversos a los intereses del régimen.

Al agotarse los ingresos, se agota el modelo y colapsa el sistema, la precariedad en el flujo de ingresos ha llevado a recortar drásticamente el volumen de importación y es imposible que el sector productivo nacional responda a la demanda interna, menos luego de un proceso de tanto golpe y destrucción. La carencia de ingresos ha hecho que se incremente la presión sobre los niveles inflacionarios, como resultado del financiamiento al déficit fiscal se inició una escalada inflacionaria que ha situado el país en una Hiperinflación real. La escasez se ha generalizado hasta cualquier rubro o sector, alimentos, medicina, cuidado personal, transporte, etc.

El abuso institucional sigue dándole pie para evitar el colapso absoluto del régimen del socialismo del siglo XXI, los días están contados, no hay pueblo que pueda resistir tanta humillación, si existe y no es capaz de luchar por su libertad, entonces no puede merecerla.

Abriendo un poco la ventana para ver hacia un amanecer y un futuro sin este régimen, vale la pena pensar cuales son las alternativas, si la salida a la síntesis socialista trasnochada es más socialismo, pero algo light,  o es romper de una vez y por todas con ese maníaco error intelectual y económico que ha sumido a tantos pueblos en la pobreza, la degradación y desgracia.

Necesario es saber que lo que hacemos hoy constituirá parte de lo que tendremos mañana. Que lo que gobierna hoy no es una casualidad del destino y menos un accidente histórico. Si queremos apelar a un futuro mejor, distinto, diferente.Debemos entonces hoy tomar rumbo diferente al que nos ha robado a todos los venezolanos más de 60 años de progreso, desarrollo, calidad de vida, crecimiento económico, prosperidad y la posibilidad de haber vivido en un país de primer mundo.

La salida de emergencia de esta crisis no debe ser más de lo mismo, si queremos resultados diferentes debemos hacer  cosas diferentes.