![REUTERS/Carlos Garcia Rawlins](https://erpgkm.awsve.com/wp-content/uploads/2016/05-17/colas-desabastecimirnto-escasez-venezuela-alimentos-20.jpg?resize=640%2C427)
Nunca llegué a imaginar que me sentiría como una corresponsal de guerra en mi país. Es la guerra que pasa frente a tus ojos, aunque no escuches bombas, no veas humo, ni edificaciones destruidas, ni cadáveres en la calle, ni oyes gritos.
Foto: María Angélica Corre para El Tiempo
La diferencia de esta guerra es que el grito de los venezolanos no lo escuchas, lo ves en las filas, interminables filas para buscar algún alimento, y al final regresar con las manos vacías.
Ese grito silencioso lo oyes en mujeres que dan a luz en medio de una de esas filas, porque no quieren dejar su puesto; o cuando te encuentras buscando en tu nevera casi vacía para saciar el hambre de quien un día te toca a tu puerta y te comenta con angustia: “¡Hoy me fui a un mercado bolivariano a las cuatro de la mañana y no encontré nada! ¡Fui a otros cinco mercados y regresé a mi casa con mi carterita y mis manos vacías!”.
O cuando mujeres te responden con el llanto que no pueden contener, ¡que tienen hambre! ¡Que hay hambre! Que hace tiempo no compran arroz, leche, aceite, huevos… ¡Que no solo es que no se consigan alimentos, es que cuando los llegan a conseguir no los pueden comprar! ¡Porque no les alcanza para pagarlos! Este desespero y esta impotencia están generando linchamientos y saqueos por comida.