William Anseume: Candelita que se apaga, candelita encendida

William Anseume: Candelita que se apaga, candelita encendida

thumbnailWilliamAnseumeEn la vorágine de los trágicos meses iniciales del año 2014, un mucho más firme, a pesar de ser civil medio disfrazado de frustrado militar, Nicolás Maduro, con colectivos dispuestos a dar su vida y a quitarla a los otros para favorecerlo y con pleno apoyo del ser-vil Rodríguez Torres, ministro de armas, enérgico, furibundo, amenazaba con su violenta expresión de paz, a su parecer: “Candelita que se prende, candelita que se apaga”. A más de dos años, luego de su premonición al revés, el giro luminoso resulta muy otro.

El apagón generalizado en todo el territorio lo sentimos y padecemos todos. Maduro y sus congéneres políticos apagaron, sin interruptor, cualquier posibilidad lumínica. Como simbólico recuerdo de la funcionalidad precavida de las inversiones de la  IV República, el Guri seco da cuenta de lo yermo del despilfarro secante de la V.  Y ha sido, justamente, ese apagarse de las candelitas eléctricas, generadas por el portentoso Guri democrático el, tal vez, último detonante del encendimiento (y entendimiento nacional) nacional.

Las candelitas prendidas en cada zona: en el impensable agitarse de Trujillo, en el estado Vargas, donde sólo quedan de rojo los ojos de la tristeza, y en los naturales Táchira, Carabobo, Miranda, así como la muy incomprendida, por el gobierno, situación cultural, social y política del Zulia; en todos los rincones, ese irse de la luz es una (a) venida de descontento expresada en candela. Candela vociferada a la par de candela actitudinal con saqueos y demás muestras de violencia que, de seguir en ésta, pronto se hará incontenible. Lo saben. No hay que ser sabio. Por ello no oficializaron los cortes de luz, programados, de cuatro horas en la gran Caracas, heroica y luminosa. Saben ya lo que se les viene y están muy advertidos de ello.





La planilla para el revocatorio evitó el estallido de la olla de presión sobre la que yace el cadáver no sólo del líder fundamental del chavismo sino del chavismo mismo.

En febrero de 2014, con arrebatos en calles trancadas por doquier, como manifestación del inmenso descontento popular, había todavía comida, había agua, había medicinas, había petróleo a altos precios para doblegar conciencias nacionales y ajenas, había dinero y alcanzaba para comer, vestirse, viajar. Ahora, la sequía es absoluta y parece irreversible. Lo que sí se revirtió en su contra, definitivamente, fue la funesta expresión represiva, violenta, del presidente Nicolás Maduro.

Hoy donde se va la luz estalla la arrechera: candelita que se apaga, candelita que se prende. Las alegres e inmensas colas para firmar con el fin de revocar al mandatario, parecen demostrar que el Maduro-Chavismo, como un boxeador fulminado, se irá sin luz, por lo pronto está colgando de las sogas, sin segundo, sin aire, en vislumbre del desahucio, se percibe la más inmediata caída en el desértico cuadrilátero pútrido. Así quisieron.

wanseume@usb.ve