Te presentamos 20 playas nudistas de España

Te presentamos 20 playas nudistas de España

icen que no tenemos sueños baratos, cuando precisamente una de las ensoñaciones menos gravosas pasa por imaginarse sin caparazón, en cueros vivos, dándose a la deliciosa molicie en una cala tocada por la inaccesibilidad de lo salvaje. Esa doble capacidad real y simbólica de las playas naturistas encuentra su plena expresión a lo largo de los 8.000 kilómetros de litoral español. ElViajero.elpais.com

1. Lengua arenosa

El Puntal (Ribamontán al Mar, Cantabria)

 

Nadie puede resistirse a los encantos de esta playa enclavada en el epicentro de Santander. Está dotada con un pantalán de madera, porque es accesible solo en barco desde la ciudad (ida y vuelta, 4 euros), salvo que emprendamos en Somo una caminata de unos 40 minutos. El muelle santanderino se encuentra justo frente a las obras del Centro Botín. El chiringuito El Puntal da fe del dinamismo de esta flecha arenosa: hace 45 años ocupaba el extremo de la playa, hoy le separan 300 metros del límite que marca punta Rabiosa. El Puntal sigue atrayendo con sus rabas y, a partir de julio, con sus albóndigas de bonito. A unos 150 metros, junto a las dunas blancas, se colocan a sus anchas losrobinsones. Para los niños está la banda que da a la bahía. Para el resto, la visión de una península de la Magdalena encomiástica.

2. Dunas generosas

Els Muntanyans (Torredembarra, Tarragona)

 

En el soberbio cordón dunar de casi dos kilómetros se han acotado 200 metros para que el grupo adánico se recueste con el rumor de las olas de fondo, la versión más relajante de la Costa Dorada. Aparcar cerca del Centro de Actividades Medioambientales Cal Bofill y tomar la pasarela que discurre detrás de las magníficas dunas —Las Montañas se llaman—, hasta alcanzar, diez minutos después, el sector nudista, señalizado con un cartel. Hasta que se sequen en agosto, los aguazales de la parte trasera concitan el paso de aves acuáticas ya familiarizadas con el rumor de los trenes. Para cocina marinera, el restaurante El Vaixell (977 64 01 04).

3. Un mar antiestrés

Playa de los Alemanes (Foz, Lugo)

 

¡Cuántos arenales recuerdan en su toponimia a los pioneros del baño a puro cuerpo en Europa! Este arenal focense evoca a los trabajadores germanos de las cercanas minas de caolín (aún en activo). Es la más deslumbrante de las playas naturista de la Marina Lucense y se conoce también como Area Brava. Los bañistas forman una gran familia en los 135 metros de arena fina respaldados por un escudo de acantilados de pinos y eucaliptos, cuyo reflejo crea gradaciones verdes en el agua. Los Alemanes, que ostenta las certificaciones ISO 14001 y EMAS, se disfruta mejor con marea vaciante, y el Cantábrico aquí en modo alguno resulta traicionero. Para llegar hay que pasar Cangas de Foz, salir hacia Burela y aparcar en Areoura. Entre chalés semiconstruidos se encuentra la bajada. Después, se conducen tres kilómetros hasta el restaurante Lugar do Sixto (Cordido, Foz; www.lugardosixto.com), del que todos salen encantados.

4. Ricas coquinas de Doñana

Chiringuito Bananas (Matalascañas, Almonte, Huelva)

 

Sobre la alta duna fósil y sin edificios en derredor, el Bananas ha hecho de su bandera arcoíris una forma de vida acogedora y alternativa en un tramo de 25 kilómetros de costa virgen que se estira de Matalascañas a Mazagón. Es el chiringuito rosa por excelencia de Andalucía, y constituye antes de nada un recuerdo del dueño y alma carismática Salvador Jordán, ya fallecido. A unos 150 metros se colocan quienes desean desnudarse. En el chiringuito les esperan después, al ritmo de la música chill-out o la bossa nova, las coquinas de Doñana, el choco a la plancha y, de postre, un chupito de ron miel, nata montada y canela. Su orientación al suroeste garantiza las mejores puestas de sol.

5. Roca imaginada

Roques Planes (Calonge, Girona)

 

En la Costa Brava, el naturista experiencial aprovecha los caminos de ronda para satisfacer su sed playera. En Sant Antoni de Calonge, dejando el coche en la torre Valentina —parkin gratuito Pau Casals—, y caminando después 15 minutos rumbo Sur, se descubre uno de esos parajes que permiten comprobar que una costa virginal y tachonada de pinos es posible. El sitio es escueto en superficie arenosa, pero con una “plataforma de rocas llanas que afloran al filo del agua”, describió Josep Pla. Cuenta con rocas y espacios para extender las toallas y ofrece la visión de la bahía de Palamós. A la abrasión marina debemos la roca Foradada (horadada) y la llamada Espalda de Ballena. Hasta el 19 de julio está vigente en los restaurantes el Menú de la Gamba, por ejemplo en Guillermo (www.restaurantguillermo.com). Por 36 euros sirven tostada con anchoas, ración de gamba mediana de Palamós, fideuá, postre y bebida.

6. Bajo el gigante Faneque

Guayedra (Agaete, Gran Canaria)

 

Se trata de uno de esos paraísos canarios pendientes de descubrirse. Después del kilómetro 5 de la carretera GC-200 Agaete-La Aldea, veremos la pista de 900 metros que desciende el barranco que sirvió de importante asentamiento aborigen. Estamos en el parque natural de Tamadaba, al que el contraste entre el verde de las palmeras y los almácigos y la dureza de la roca le concede una gracia singular. Luego habrá que descender un cuarto de hora a pie por un sendero. La playa naturista con mayor encanto del norte grancanario alterna zonas de guijarros y de arena volcánica, mientras el roque Faneque impone su presencia con sus mil metros de caída libre. Bañarse resulta peligroso.

7. Mundo ‘flysch’

Siete Playas (Mutriku, Gipuzkoa)

La bien dibujada playa de Saturrarán es excelente para un paseo hasta los peñascos de Atxeku y el caserío del conde de Motrico, sus marcas de identidad. Rodeando el caserío pasamos a mar abierto por una escalinata con barandilla que nos lleva a la zona bravía de Siete Playas, caracterizada por su flysch negro compartimentando isletas de depósitos arenosos. Neptuno no deja nunca de amenazar, por lo que se aconsejan días de mar llana y acudir dos horas antes de la bajamar, mejor con coeficientes mareales altos. Después es buena idea tomar el renovado paseo marítimo hasta Ondarroa para catar las tapas creativas del bar Cantábrico. Es buena opción dormir en la casa-atalaya Haitzalde (www.haitzalde.com).

8. Para amuletos

Ponzos (Ferrol, A Coruña)

En el frente marítimo ferrolano, extensas y peligrosas playas son las formas predominantes. Por una rampa de piedra y hormigón descendemos a este escenario salvaje donde los atardeceres cotizan alto. Nada hay en Ponzos como un paseo en bajamar contemplando ojos vidales, esas conchas marinas con las que engarzan amuletos. De la antigua mina de oro quedan una torre cilíndrica y lavaderos que marcan el inicio del sector naturista. Es peligrosa: se recomienda, como advierten los autóctonos, pinchar la ola (tocarla y salir). La ola de Ponzos reina por su fuerza, soportando todas las mareas. En el Cámping As Cabazas (www.ascabazascamping.com) está la Escuela Punko Deslizamiento (punkodeslizamiento.blogspot.com.es), una pista para los amantes del surf, los patines y el longskate. En la Cetárea de Cobas venden marisco (su restaurante abre en julio y agosto).

9. Pies muy a gusto

Son Bou (Alaior, Menorca)

La playa más extensa de Menorca mide 2,5 kilómetros. Arena fina gustosa al pie. Para desnudarse a conciencia hay que dejar el coche en los hoteles y seguir a pie unos 300 metros. También es factible ir andando desde Santo Tomás (Es Migjorn Gran). La vegetación dunar se desliza en suave pendiente en un espectáculo de gran belleza, confundiéndose con el verde esplendoroso del prat, el segundo humedal en importancia de la isla, enclave visitado estacionalmente por una nada despreciable cantidad de aves acuáticas. Los bañistas deben obedecer las banderas de aviso.

 

10. Milagro de Levante

L’Ahuir (Gandía, Valencia)

He aquí un prodigio de pervivencia natural —dunas incluidas—, precisamente en el sector septentrional de Gandía, un municipio al que pocos asociarían con el conservacionismo. Sin embargo, el éxito de estos dos kilómetros de costa intocada ha exigido ordenar los usos, además de tender largas pasarelas de madera. Encontramos señalizado un sector naturista y otro especializado en mascotas —playa Can—, sin contar el reservado a los deportes acuáticos. En la playa Can se facilitan bolsas, así como estacas para clavar en la arena y mantener controladas a las mascotas.

11. Cala reabierta

Las Gaviotas (Santa Cruz de Tenerife)

Es la hermana naturista de la playa de Las Teresitas. A tres kilómetros del barrio de San Andrés, Las Gaviotas permaneció cerrada para ensanchar y reasfaltar la sinuosa carretera de acceso y asegurarla frente a los derrumbes (persiste una zona vetada a las toallas). De uso compartido entre naturistas y no naturistas —sin contar los devotos del bodyboard—, su escueta línea de arena alterna con aguas que cubren al poco de pisarlas: lógico en una cala a pie de risco. Conviene madrugar para encontrar aparcamiento. Llevar agua.

12. Vértice turístico

Bascuas (Sanxenxo, Pontevedra) 

Estupenda media luna de arena en un entorno rústico de verdes cantiles y un 100% de afluencia nudista. La marea turística que desata Sanxenxo aconseja disfrutarla antes de las vacaciones escolares. Toda la playa de Bascuas está resguardada de los vientos fríos del norte que soplan a veces en verano, mientras que las islas de Ons apantallan los temporales de componente sur. La entrada al mar es suave y progresiva. Mejor ir en bajamar, cuando disfrutaremos el paseo entre los roquedales. El restaurante Cany Playa ha cumplido cuatro décadas especializado en bocadillos de calamares y pescados. Una manera de tomar el pulso secreto de la playa es alojarse en el Capricho de Bascuas (www.apartamentoscaprichodebascuas.com).

13. Levante… ¡atrás!

Faro de Roche (Conil de la Frontera, Cádiz)

Hasta nueve calas se reparten por el litoral de Roche, a salvo de los embates del levante y desde donde se paladean a gusto los azules del Atlántico. Todo se eleva en acantilados de 30 metros que las olas descarnan a ojos vista y cuyas tonalidades arcillosas impresionan con sol de puesta. A 150 metros de la torre almenara reconvertida en faro se alcanza el mirador sobre la cala del Faro, de unos 50 metros, la de peor acceso (se baja como buenamente se puede por el cantil), lo que la convierte en la más indicada para el naturismo. Ir solo con marea baja.

14. Peldaños al cielo

Playa de las Escaleras (La Oliva, Fuerteventura)

Estamos en la costa oriental majorera, una gran desconocida. A cuatro kilómetros al sur de El Cotillo, conduciendo sobre una pista de tierra, hay una pequeña cuesta y, al poco, un claro giro a mano derecha hasta el acantilado. Restan 132 peldaños hasta una preciosidad: la playa de las Escaleras, o del Águila, tan bella y naturista como comprometida para el baño, manteniendo la sensación casi olvidada de vida en estado puro. Su disposición abierta al Atlántico hace que sea spot de surfistas. Mejor acudir en bajamar.

15. Alta protección ecológica

Barronal (Níjar, Almería)

Aunque fuera de temporada todo el cabo de Gata vive la desnudez con familiaridad, siempre hay una playa radicalmente sin textiles: la del Barronal, que extiende su denominación a varias calitas aledañas. La siguiente zona de parkin desde Los Genoveses (a unos tres kilómetros) corresponde al Barronal. Desde allí aún quedan 700 metros de senda campestre salpicada de pitas, romero y esparto. Son 800 metros de arena gris producto del desgaste del basalto que Imanol Uribe eligió como escenario para la película Bwana. Cargar agua en abundancia.

 

 

16. Un segundo de indiscreción

La Vinyeta (Calella, Barcelona)

Donde la prolongación del macizo del Montnegre se funde con el mar se esconde una de los hit playeros de la costa barcelonesa. Aparcar en la explanada situada bajo el faro para embocar después el paso subterráneo. La Vinyeta es playa de arena gruesa y rubia —este año sin socorrista— con tramo textil a la altura del chiringuito Rocapins, en el que existe una pared de escalada y paellas a la hora de comer. A unos cien metros, pasado un tramo de roca, comienza esa atmósfera desenfadada tan propia de los sectores de raíz naturista. Sorpresa: los pasajeros de los trenes de cercanías poco antes de llegar a Calella disponen de un supersegundo de indiscreción en pleno túnel para contemplar La Vinyeta.

17. Alejada de todo

Es Caragol (Santanyí, Mallorca)

Pocas playas como la remota Es Caragol consiguen captar tan rápidamente a los robinsones de Mallorca. El acceso es a pie, caminando 15 minutos desde el faro de Ses Salines. Hallaremos un arenal grávido de dunas colonizadas por lirios y cardos marinos. La valla de la finca S’Avall aherroja Es Caragol: con sus aguas limpias y de transparente nitidez; con su curva, suave y esbelta, en cuyo extremo surge la proa rocosa de punta Negra.

18. Hasta en Benidorm

Almadraba y Tío Ximo (Benidorm, Alicante)

Dicen que en Benidorm no hay playas oficialmente nudistas. Pero se practica en el parque natural de la Sierra Helada, en caletas escondidas y al alcance de la mano. La Almadraba hace mención al lugar donde se calaba dicho arte de pesca, del cual los benidormenses eran maestros; una caleta pedregosa pero muy expuesta a los ojos indiscretos. Más interés reviste la cala del Tío Ximo. Si en su mínima zona de baño priman los bañadores, no hay problema: a ambos costados se ven adanes.

19. A la aventura

Cala de Salvados (Alajeró, La Gomera)

Tiene más de aventura que de turismo esta caleta de acceso complicado, puesto que exige un pequeño salto final (en tiempos hubo una cuerda). Una vez en playa de Santiago, dejaremos el coche en la playa del Medio, donde alternan desnudos y textiles, para pasar a pie a Chinguarime, cuyas cuevas son habitadas por personas que han elegido una vida alternativa. Lo que pocos saben es que detrás del siguiente risco se descubre un rincón de oleaje no virulento en el que los pescadores se resguardaban de los temporales. Su arena va y viene de acuerdo a los temporales. Quien no vea clara la bajada, que se desnude en Chinguarime.

20. Gracias, Cuchillón

Ballota (Llanes, Asturias)

Ballota, junto con Andrín, es una de las playas más vistas y fotografiadas de la costa asturiana, y ello gracias al mirador La Boriza. Su rincón naturista es uno de los más desconocidos, separado del resto por El Cuchillón, roca sajada y dispuesta a la manera de un biombo ciclópeo. La belleza de Ballota es inseparable de su castro (islote) y su acantilado. Es importante acudir en bajamar para no tener que colocar la toalla sobre guijarros.
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