Juan José Moreno A: Si el diálogo es la solución, estamos perdidos

Juan José Moreno A: Si el diálogo es la solución, estamos perdidos

thumbnailjuanjosemorenoHablando “claro y raspao”, como solemos expresarnos los venezolanos, si de verdad como aseguran algunos que en el diálogo está la salida de la crisis general que sufre el país, no resulta muy esperanzadora la posible solución que se nos ofrece bajo un régimen cuyas características de su discurso difícilmente pueda ser modificado para adaptarlo a las exigencias de un verdadero diálogo.

¿Qué es dialogar? Para irnos por el concepto más elemental del término, podemos recurrir a su definición contenida en el diccionario de la Real Academia Española, según la cual se trata de una “Conversación entre dos o más personas que hablan alternativamente para llegar a un entendimiento”.  Y nos preguntamos, ¿de verdad ha existido alguna vez en los “amos del poder” desde hace casi 16 años, voluntad de entendimiento con quienes realmente pueden contribuir al bienestar y la prosperidad del país?

En cualquier país del mundo, aun en los medianamente democráticos, los gobernantes no solo muestran disposición de entendimiento con los factores considerados adversos, sino que incluso llegan a realizar esfuerzos con tal propósito, de manera de permitir que los sectores de la producción dispongan de las facilidades necesarias para facilitar el acceso a la población de los bienes y servicios que requiere para su consumo; que los adversarios políticos brinden su apoyo para impulsar las acciones, llámense leyes o programas específicos; que los profesionales se sientan a gusto en su país y aporten lo mejor de cada uno para el beneficio colectivo de la población y, en general, que hagan sentir a la mayoría que el gobierno es de todos y el fin último es la felicidad y la paz de todos los habitantes de la nación.





Pero, cuál es la información manejada por quienes nos siguen desde otras latitudes del mundo: pues simplemente que, pese al costosísimo gasto del régimen para hacernos creer que vivimos en la “potencia prometida”, el país se les fue de las manos a causa de una guerra económica decretada por el propio chavismo, desde el momento cuando se ordenó la expropiación de la primera unidad productiva (industrias y campos de producción agrícola) y, tan grave o peor que lo anterior, al inmenso despilfarro y distracción de los recursos que pertenecen a todos los venezolanos; y que no exista manera de que los principales responsables de esta situación que mantiene al país en estado de colapso entiendan que, aun dentro del dantesco cuadro social, económico y político es necesario dialogar, entenderse con quienes pueden realmente echarle una mano para que todos salgamos del atolladero en el que nos encontramos.

Muy lamentablemente nos toca admitir que nada podrá contribuir a salir de la tragedia que sufre el país, mientras el fulano diálogo dependa de la actitud de los principales responsables de tal situación; pues quién puede creer a estas alturas en una hipotética actitud de entendimiento con quienes en su estruendoso y obstinante monólogo dice tender la mano al adversario para, seguidamente, hacerlo blanco de insultos, aderezados con sobrenombres, calificativos de ladrones y mentaderas de madre.

Sinceramente hablando, consideramos que han sido demasiado pacientes nuestros empresarios que, pese a la permanente humillación a la que son sometidos y a todos los obstáculos que se le anteponen para cumplir con su función productiva, se mantienen en pie y realizando titánicos esfuerzos para abastecer un mercado, de paso distorsionado y corrompido por la propia gente del régimen que promueve la nueva figura del “bachaqueo”

Han sido demasiado pacientes también nuestros representantes ante el poder legislativo, de soportar con gran estoicismo, la andanada de ofensas proferidas por el conjunto de cabezas huecas cuyo mérito radica solo en mantener en beneficio propio el culto a la personalidad, y quienes  desde la cúpula de la Asamblea, promueven el odio contra todo quien se atreva a exigir de ese organismo que ejerza su función legislativa y contralora de la gestión gubernamental.

Y, acaso, podemos también preguntarnos: ¿puede existir voluntad de diálogo con esta gente, por parte de personalidades y representantes de gobiernos e instituciones de países donde funciona la democracia? También debemos ser sinceros para indicar que demasiado benévolos han sido gobiernos y personalidades de Estados Unidos  y de España, ante groseros mensajes como el de Maduro, a quien lo menos que pudieron haber respondido es “la tuya”.

 

@JJMorenoA