William Anseume: Payasada sainetesca por una firmita

William Anseume: Payasada sainetesca por una firmita

William Anseume Con el debido perdón, solicitado a histriones y dramaturgos de lo cómico, no puedo dejar de referirme a la circense actitud, programada desde fuera, por supuesto, asumida por el gobierno nacional y el partido que lo “apoya”, en este folclórico acto de recoger firmas para repeler la “agresión” yanqui y una posible invasión de los marines de los E.E.U.U.

Un enorme gasto, desmesurado, que ya lo desearían en sus respectivas instituciones los bomberos, médicos, profesores de cualquier nivel de nuestra educación (a quienes no nos llega aumento alguno de sueldos, ni se aproxima), e incluso las juntas comunales. El gasto, como casi siempre con el gobiernito este, va hacia lo militar básicamente y a los copartidarios que se humillan trajeándose de franelita roja, aún.

La orden pareció ser: “En cada esquina de la patria, menos en el Territorio Esequibo, que todavía no nos pertenece del todo, un toldo rojo”. Además su complemento infaltable: “En cada toldo rojo de cada esquina un objeto musical, con cornetas elevadas en tamaño y en contundente estridencia que llegue bien al norte, hasta el impronunciable Washington”. Semejante estridencia, señoras y señores. Hasta al muerto presidente muerto he escuchado, lamentable, cantando, o vociferando en recitales, musiquita venezolana. Todavía hay más en el decreto de parar la invasión y la agresión: “Ordénese una tropa civil de lameculos que convenza a cuanto bípedo o cuadrúpedo o bicho rastrero le pase cerca, para que ese elemento que circule coloque un garabato de tal manera que Obama lo lea bien y ceje en su propósito de ofender y limitar a nuestros ladrones, corruptos, extorsionadores o atropelladores de los derechos humanos de estos individuos presos o no tan presos, quienes se dicen venezolanos y son unos vende-patria que no firman nada”.





Encima del costo inmenso de los toldos y la tropa civil previamente entrenada para hacer firmar a: escolares, empleados públicos, domésticas rojas, obreros patriotas, prostitutas y prostitutos, cocineros, profanadores de cementerios, delincuentes, muchachitos, indigentes, señoras y señores de primera, segunda, tercera y cuarta edad, transformistas o gays sin disfraz; está un intenso despliegue de milicos, militares y militaruchos, en ejercicio circense, nariz enrojecida y zapatones incluidos, con fanfarrias audibles, visibles y comunicadas por todos los medios propagandísticos del gobierno goebbelsiano-cubano. Total, la gasolina es barata aquí, los sueldos de los militares son de los más, o los más, elevados de la república, así anden en submarinos paralizados, como ellos. Aprovechemos los uniformes que para algo deben servir, tan costosos como son, así sea para lucir el terror que le imponen a los ciudadanos americanos y especialmente a su presidente.

Letreros, vayas, toldos, grafitis, anuncios, cadenas deben informar a la colectividad, a quien no se haya enterado, del suceso: los gringos nos invaden. ¡Todos a defender la patria, firmando ya!

¿Y quién paga todo eso? ¿Los gringos? ¿Los chinos? ¿Los rusos? ¿Los “hermanos” cubanos?

Que siga el circo. La verdad sea dicha: más bien el show por el decreto de Obama. Todo este carnaval rojo es solo el comienzo, en minúsculo, de la propaganda ultraventajosa y aprovechada del gobierno chulo de todos, por lograr algunos escaños más de los que tiene proyectado con la derrota electoral de las parlamentarias. Y eso lo pagamos nosotros de diversas formas. Sin que pueda poner un freno a tiempo o se le pueda señalar al gobiernito militaroide que invierta donde tiene que invertir más que en su endeble permanencia.

wanseume@usb.ve