Pero la “revolución” no sólo cierra fronteras sino que ha forzado el cierre de miles de empresas y aquellas que no han cerrado, han bajado drásticamente su producción. Han cerrado 40% de los módulos de Barrio Adentro y el resto permanecen abiertos solo medio turno. Además, todos los centros asistenciales sufren un cierre técnico por la falta de equipos o la escasez de insumos y material médico quirúrgico. El gobierno le baja la santamaría al país. Los apagones son recurrentes, igual que el racionamiento de agua potable o el desborde de aguas servidas en los sectores populares. La vialidad es un desastre, las vías agrícolas son casi inexistentes y 70% de los puentes requieren mantenimiento mayor. El transporte público está en serio riesgo por la carencia de repuestos y la imposibilidad de renovar la flota, ya en Oriente cerraron operaciones dos importantes líneas de autobuses interurbanos.
No hay pasajes aéreos y en cualquier momento cierran los aeropuertos. No sólo cierran fronteras sino que están aislando a Venezuela. ¡Y la están saqueando! Quebraron a PDVSA y ahora quieren venderla por partes, así podrán cerrar también tres refinerías y miles estaciones de servicio que Venezuela tienen en EEUU, todo para engordar sus cuentas bancarias personales. Hoy le han cerrado la posibilidad de ascenso social a la clase obrera, empobreciendo al país y generado un severo deterioro de las condiciones laborales, con el agravante de que el gobierno ha pasado de la indolencia a la represión frente a los problemas de los trabajadores, quienes lamentablemente no tienen inmunidad como “El Pollo” Carvajal. En fin, es extensa y dolorosa la descripción del fracaso de este gobierno irresponsable, inepto, corrupto y autoritario. Hoy se torna relevante asumir a la Unidad como una exigencia de la sociedad democrática y un valor esencial de las fuerzas de cambio. ¿O vamos a dejar que también nos cierren las puertas del futuro?
Twitter: @richcasanova
(*) Dirigente progresista / Vicepresidente de ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.