Obispo Moronta: En las palabras de Jesús en la Cruz,está reflejado lo que vivimos en Venezuela

Obispo Moronta: En las palabras de Jesús en la Cruz,está reflejado lo que vivimos en Venezuela

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En la Iglesia Catedral de San Cristóbal el Obispo diocesano, monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, pronunció el sermón de las Siete Palabras de Cristo en la cruz. “Son palabras de angustia y de consuelo, son palabras de cumplimiento y de salvación, son palabra de misericordia y de ternura”, manifestó el prelado.

 





“Las palabras del Señor, pronunciadas desde la Cruz, encuentran una caja de resonancia en la situación que ha venido viviendo el país. En ellas podemos ver reflejadas las características, los hechos y las consecuencias de lo que se ha experimentado en los últimos meses”, señaló el Obispo.

 

Indicando también que “las palabras del Señor Crucificado nos invitan a buscar la verdad. Sí, pero la verdad verdadera. No la que se inventa por cualquier motivo y se transmite con la rapidez de las redes sociales y hasta convence a cualquiera que es cierta. Sin embargo, la verdad verdadera es la que nace de la Palabra de Dios. Es la verdad que hace libre, que libera a todo ser humano (cf. Jn 8,32)”.

 

“Meditemos estas siete palabras no con un estilo académico, sino con una actitud orante. Así seremos capaces de descubrir cómo nos pueden iluminar para dar respuestas a las interrogantes del momento actual. También podremos experimentar las facetas de la misericordia de un Dios lleno de ternura y amor hacia los suyos, capaz incluso de seguir perdonando. Entonces podremos ver cuál es la senda a seguir: la que abierta en el costado del Crucificado nos conduce hacia el encuentro con Dios, ya en esta tierra ya en la eternidad adonde esperamos llegar… sencillamente porque todo “ESTÁ CUMPLIDO”, dijo el Obispo a los fieles que participaban de esta meditación.

 

“Desconsolados y sedientos” fue uno de temas meditados por el Obispo Mario Moronta, quien explicó que “esa también fue la experiencia del Crucificado en El Calvario. El que había acompañado multitudes y les había dado de comer; el que perdonó y sanó a tanta gente; el que vino a proclamar un Reino de justicia y de paz se siente incluso abandonado de su Padre: DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO? Y en la soledad del suplicio de la cruz se siente más solo que nunca. Hasta sus vestiduras le han sido arrebatadas y queda ante el mundo expuesto en su completa desnudez. ¿Dónde está su Dios, por quien vino al mundo para salvar a la humanidad? Y siente sed. Una sed humana: siente que se le seca la garganta, cual moribundo en sus momentos finales. Pero siente la sed causada también por el abandono de los discípulos, por la injusticia del proceso que lo ha juzgado… y exclamaTENGO SED. Todavía tiene un poco de fuerza como para hacerse oír del soldado quien le dará un menjurge amargo para terminar de secar y hasta cauterizar su garganta”.

 

De iguala manera meditando sobre la “misericordia de Dios”, reflexióno sonnbre el perdon “y cuesta perdonar… más aún ni siquiera se puede hablar del perdón, porque no se concibe como algo necesario. Si se habla del perdón se ponen condiciones, y se busca siempre que haya un vencedor y un vencido… no importa quién sea”, dijo el Obispo.

 

Mencionando que la socidad actual  se  deja guiar por los criterios del mundo, que conduce al relativismo etico por lo que vemos e todod los nivenesles “el novio toma venganza de la novia si ésta no le corresponde como él quisiera; los padres recriminan a los hijos en vez de educarlos en el amor si éstos no son como ellos quisieran que fuera; el amante prefiere que el hijo engendrado muera abortado por salvar su reputación; el que se cree más que los demás, en vez de dirimir los asuntos por la vía legal, contrata un sicario; el que quiere enriquecerse, en vez de trabajar contrabandea, se mete en el nogocio de las remesas y del tráfico de drogas, porque hay que redondearse a costa de los demás; el que pierde el sentido de la vida y de la dignidad todo lo justifica porque sería “moralmente aceptable” si es para beneficio particular aunque destruya a los demás….”

 

Ante esta situación reflexionó sobre “el Cumplimiento de la Promesa”, indicando el Obispo del Táchira que “nosotros, en el hoy de nuestras existencias, vivimos las consecuencias de ese TODO ESTÁ CUMPLIDO. Por los sacramentos, por la Palabra de vida eterna, por la caridad… pero sobre todo porque, mediante el bautismo, podemos llegar a ser Hijos del Padre Dios. En cada uno de nosotros se realiza así  ese TODO ESTÁ CUMPLIDO. Esta realidad marca definitivamente nuestras propias vidas. Por eso, hemos de adecuar nuestros pensamientos, nuestras acciones, lo que somos y tenemos a esa realidad de salvados”.

 

Concluyó monseñor Mario Moronta su meditación, exaltando la misericordia y ternura de Dios. Dijo: “en el silencio de este Viernes Santo, para orar, meditar e identificarnos con la Pasión de Cristo, deben resonar estas siete palabras, para llenarnos de la misericordia y la ternura del Dios humanado. Así reafirmaremos nuestra vocación de ser testigos de su obra de amor. Pero más aún, estaremos preparándonos para hacer resonancia a una palabra de la que siempre podemos disfrutar. Palabra de liberación y de Verdad, Palabra creadora y transformadora, Palabra de Vida Eterna: no serán siete palabras como en la Cruz, será una sola que ha sido preparada en El Calvario: RESUCITÓ… ante ella, la respuesta será de fe y de compromiso: AMÉN”.