Los jóvenes caen con las protestas en Venezuela

Los jóvenes caen con las protestas en Venezuela

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Están en la primera línea de cada manifestación pacífica, y también de la confrontación violenta cuando la Guardia Nacional rompe sus barricadas: los jóvenes son quienes en mayor cantidad y con más frecuencia han puesto el pellejo como fiador de sus demandas, en estos días de virulentas protestas políticas en Venezuela.

Humberto Márquez/elTOQUE





Son jóvenes la mitad de los 36 fallecidos durante seis semanas de protestas, a diario en Caracas y otras cuatro ciudades, y más espaciadas en decenas de otros centros urbanos, así como la mayoría de los 500 heridos, 1.900 arrestados y 57 víctimas de torturas denunciadas según la contabilidad del Foro Penal, una organización de derechos humanos.

Algunos transeúntes, trabajadores, amas de casa y el líder de un grupo oficialista tildado de parapolicial también han perecido en el marco de las protestas, así como cinco efectivos, abaleados, de la Guardia Nacional, una fuerza militar con funciones de policía que carga el peso del restablecimiento del orden y captura de los revoltosos.

Estudiantes universitarios fueron los iniciadores de la oleada de protestas en el suroeste andino, los primeros días de febrero, y dieron lugar a marchas de sus familiares y vecinos, que se hicieron multitudinarias con los encontronazos y el desdén por sus demandas. La convocatoria de opositores radicales a buscar “la salida” del presidente Nicolás Maduro encontró así un campo abonado.

“Hay inseguridad en las calles, escasez, inflación y desempleo. La gente manifiesta por esos problemas y los jóvenes fundamentalmente porque no se nos asegura un futuro.

Cada vez parece menos posible que después de los estudios tengamos acceso a un buen empleo, hacer una familia con una vivienda o un carro (auto), ser un profesional con calidad de vida”, dijo a RNW el dirigente Carlos Vargas, de 20 años, estudiante de Leyes.

Vargas integró el grupo encabezado por la diputada María Corina Machado que fue a la sede de la OEA (Organización de Estados Americanos) en Washington la semana pasada y trató de exponer allí su demanda de que una misión hemisférica viajase a Venezuela para trabajar sobre la actual crisis con todas las partes concernidas.

Los aliados de Venezuela bloquearon la iniciativa en la OEA y en su lugar una misión de cancilleres de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) inició sus oficios en favor de los diálogos de paz que ha organizado y dirige el gobierno de Maduro.

También jóvenes partidarios del oficialismo –estudiantes, trabajadores de empresas estatales, agrupaciones de motoristas, cadetes de las escuelas militares– han marchado en respaldo al gobierno, aunque es mucho menor el número de demostraciones y de participantes. En Caracas, por ejemplo, son miles en un lado y decenas de miles en otro.

Las fotografías y vídeos de jóvenes que más han ocupado la atención de los medios globales muestran grupos de vanguardia con muchachos y muchachas de rostros cubiertos con capuchas y hasta provistos de mascarillas antigases y escudos improvisados, que enfrentan a los guardias con piedras, hondas, cocteles molotov o cohetones, envueltos en una nube de gases lacrimógenos y con un fondo de restos de barricadas que arden.

Pero en realidad son más, muchos más, los que pacíficamente se manifiestan en grandes marchas o pequeños grupos apostados en los cruces viales, con mensajes casi personales improvisados sobre cartulinas, luciendo banderas y gorras tricolores, con críticas ingeniosas, ácidas, y que proclaman que llega a su fin la indiferencia.

“Los jóvenes se expresan como los más enérgicos y vitales en la protesta por un futuro que no tienen ni avizoran, y vuelcan esa angustia por un país que sienten que se les niega y al cual tienen derecho”, señaló a RNW la presidenta de la Federación de Psicólogos de Venezuela, Aminta Parra.

Eso explica, según Parra, que “a diferencia de una o dos generaciones atrás, cuando manifestaban en las calles básicamente estudiantes de los institutos públicos gratuitos, por ahora lo hagan en pie de igualdad y con la misma vehemencia los de universidades y otros centros privados, porque todos sienten esa falta de futuro”.

Venezuela “vive una especie de despertar colectivo, a través de su juventud e impulsado por ella, lo que hace avanzar el reclamo de cambio en la conducción del país. La juventud ha contribuido, al precio de numerosas víctimas entre muertos, heridos, detenidos y hasta torturados, a que otra gente vaya a manifestar de modo pacífico pero sin miedo”, dijo Parra.

“El miedo paraliza, la tristeza frena, pero la ira moviliza”, recordó la especialista. Padres o madres de al menos tres de los jóvenes asesinados durante las protestas se han sumado a la causa de sus hijos y encabezado manifestaciones.

También moviliza el uso diestro e intenso de las redes sociales para las convocatorias. En ciudades como San Cristóbal y Mérida, al suroeste, esas redes siguen los desplazamientos de la Guardia, las policías y sus carros blindados. Algunos de esos vehículos cuentan con equipos para bloquear el tráfico telefónico.

En varias universidades ya los estudiantes prácticamente han perdido el curso correspondiente al primer semestre del año, “pero es que sentimos que cuando vamos a la calle por algo en lo que creemos, ya no podemos parar”, explicó Vargas.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta que caiga Maduro? “No luchamos por cambiar una silla o una cara”, dijo el activista, “sino por un cambio estructural de las instituciones, con renovación e independencia de los poderes públicos, de los militares, para que haya democracia”.

La consigna más propalada hasta ahora por los jóvenes encierra todo un desafío: “El que se cansa pierde”.