Mauro Villegas, el benefactor de la salud mental

Mauro Villegas, el benefactor de la salud mental

El hampa segó la vida de Mauro Villegas Aguilera, un hombre comprometido con su país y con su gente. No sólo como psiquiatra, sino como padre, amigo y maestro. A un año de su partida recordamos su legado.

Ya hace un año que se apagó la vida de ese gran venezolano llamado Mauro Villegas Aguilera, oriundo del estado Sucre y psiquiatra de profesión, quien dedicó su vida a hacer el bien y a educar a cientos de jóvenes en las lides de la mente humana.

Educado en Francia, Mauro Villegas regresó a Venezuela para cumplir su gran sueño: crear una clínica psiquiátrica en Caracas, algo que logró junto a otro compañero en el año 1967, cuando fundó la Clínica Santa María en la urbanización Los Chorros, donde practicó su primera terapia conocida como “cura de sueño”, que lo impulsó a ser un profesional de gran prestigio en el país.





Villegas dedicó su vida al estudio de la enfermedad mental, con el objetivo de prevenir, evaluar, tratar y rehabilitar a las personas con trastornos mentales en Caracas, logrando así otro de sus sueños: ser parte de los profesores que imparten la cátedra de psiquiatría en la Universidad Central de Venezuela; uno de los más comprometidos con los cientos de jóvenes que formó y ayudó a entender los misterios de la mente.

En el año 80, su trabajo en los medios de comunicación social, a través de su programa “Así es mi Tierra”, que transmitía Venezolana de Televisión, lo hizo acreedor del Premio “José Moradell” de Divulgación Científica en su Mención Honorífica. A través de este programa, Villegas enseñaba a la población, con un lenguaje sencillo, las diferentes enfermedades y cómo prevenirlas. Villegas señalaba que los médicos son pésimos divulgadores de la ciencia, pues se empeñan en utilizar un lenguaje dirigido a una élite y no al ciudadano en general. De allí su éxito. El hablaba claro y raspao.

Uno de sus trabajos más resaltantes, realizado en el año 1978, señalaba que el ruido de Caracas y de las más importantes ciudades del país, aumenta los niveles de angustia de sus ciudadanos y esto se incrementa en las épocas electorales. Decía Villegas que el venezolano vive atormentado por el ruido, el calor, las colas, los huecos de las calles, el acecho del hampa, los motorizados con sus escapes libres, los malos servicios públicos, las deficientes telecomunicaciones y la falta de espacios abiertos, todo lo cual redunda en la agresividad de los individuos. Igualmente señalaba, que cuando estamos al frente de un automóvil se nos altera el carácter. “ Y es que cuando estamos al volante y no podemos marchar a la velocidad deseada, progresivamente se va apoderando de nuestro espíritu una especie de irascibilidad que tiende a extenderse peligrosamente” decía.

Sus allegados señalan que durante los más de 50 años de ejercicio de la psiquiatría, “para él lo primero fue ayudar a la gente”. Una constante en su vida fue la permanente lucha para lograr sus propósitos, para triunfar, para proteger a la familia con su trabajo sin descanso. Cuenta su amigo y colega José Orellana Torrealba que “la mayoría de sus ganancias iban destinadas a mejorar los servicios de salud, fundando clínicas, centros de tratamientos, geriátricos y colonias rurales a las cuales les dedicaba demasiadas horas de atención”.

Orellana destaca su altruismo y su pasión por el trabajo psiquiátrico, “alcanzó un puesto alto y especial. Con su denuedo y dedicación logró configurar una extensa clientela que para atenderla le traicionaba el tiempo. Se levantaba de madrugada para visitar y tratar sus pacientes hospitalizados, luego se dirigía a su consulta, bien en San José, en San Bernardino o en su consultorio de la afamada clínica Santa Sofía. Sus listas de espera llegaban más allá de los seis meses y para evitarlo o para ayudar a su gente sacrificaba a la familia, a la comida tranquila, a las horas de la siesta o del descansar temprano. Su horario se extendía desde las 5 de la mañana hasta las 10 y 11 de la noche”.

Un dato que significa las dotes de psicoterapeuta de Mauro fue la composición de su consulta. Se llenaba de médicos y de familiares de médicos o de enviados por sus colegas y es conocido que ese tipo de clientela no engorda los bolsillos pero si asegura una credencial de buen profesional, de dar en el clavo para manejar las dolencias que constituyen los motivos de consulta, de recibir un grado de confianza como para depositar nuestra vida o la de nuestros familiares en las manos del terapeuta.

El Dr. Edgard Belfort, uno de sus alumnos, lo recuerda como “un líder de todos los procesos intrapersonales, como un hombre de mucha apertura y negociador que lo hizo llegar a donde llegó”. Asegura que en un momento bien difícil de nuestra democracia logró la apertura del Hospital Clínico Universitario.

Mauro Villegas Aguilera, fue presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, en el año 1977 formó parte del equipo de fundadores de la Clínica Santa Sofía y dos años después, fue promovido a la directiva de la Asociación Psiquiátrica de América Latina, APAL .

Su trágica muerte a los 80 años, a manos de hampones, enlutó a la psiquiatría venezolana que perdió con él a uno de sus más brillantes exponentes.

Nota de prensa