Neutralizar el arsenal químico sirio: una carrera de obstáculos sin precedentes

Neutralizar el arsenal químico sirio: una carrera de obstáculos sin precedentes

La propuesta rusa para colocar las armas químicas de Siria bajo control internacional y neutralizarlas supone la plena cooperación de un régimen que mantiene en secreto su arsenal, para llevar a cabo una operación difícilmente realizable en plena guerra civil.

El proyecto, si fuera aprobado, implicaría un cambio radical en la posición oficial de Damasco, que hasta ahora se había abstenido de unirse a la Organización de la Convención sobre la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) para no tener que dar cuenta sobre un arsenal, cuya existencia fue negada hasta hace muy poco.





Este arsenal se considera “uno de los más grandes del mundo” y se estima en “más de 1.000 toneladas” de acuerdo a los servicios de inteligencia franceses.

“El primer paso es que Siria firme de inmediato la Convención sobre la Prohibición de las Armas Químicas”, que entró en vigor en 1997 e incluye casi todos los países del mundo, dijo a la AFP Daryl Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, una ONG dedicada al desarme.

Al unirse a la OPAQ, Damasco debe realizar un inventario de sus depósitos y aceptar la llegada de inspectores para verificar sus declaraciones “al detalle de los agentes químicos y munición”, dijo Michael Luhan, vocero la organización.

La auditoría también puede llevarse a cabo por un equipo de inspectores de la ONU, como el que visitó Siria a finales de agosto o el que ha trabajado en Irak después de la Guerra del Golfo de 1991, de acuerdo con Kimball.

“El problema para esto desde un punto de vista práctico sería el de garantizar la seguridad de los inspectores y la de los depósitos a largo plazo” durante las operaciones de desarme, indicó.

Esceptisismo

El experto no oculta su escepticismo: “no se puede imaginar la destrucción de los arsenales de armas químicas en el medio de una guerra civil en Siria.”

“Esto no es algo que se quiera hacer, bajo la amenaza de una lluvia de obuses en la zona”, dice.

Para David Kay, ex jefe de los inspectores de la ONU en Irak, “incluso en las mejores condiciones, se requiere un número considerable de efectivos” sólo para proporcionar vigilancia las 24 horas en cada sitio y evitar cualquier tipo de intromisión.

Los lugares de producción y almacenamiento de VX, gas sarín o hiperito son muchos y el temor de Occidente es que Bashar al Asad pierda control de las armas químicas y caigan en manos de rebeldes extremistas.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió el lunes, tras la propuesta rusa, crear zonas supervisadas por Naciones Unidas en Siria donde se guarden las armas químicas, puedan ser “almacenadas y destruidas de forma segura” .

Una vez más, el proceso podría tomar años y miles de millones de dólares en costes: Estados Unidos ha gastado casi 35.000 millones en dos décadas para deshacerse del 90% de su inventario y no se terminará hasta 2021.

“Hacer las armas químicas es una cosa. Cuando se trata de destruirlas, es más caro y más difícil técnicamente y legalmente”, dijo Michael Luhan.

Las operaciones de neutralización varían dependiendo de si el agente ya está cargado en un misil -caso de Estados Unidos- o simplemente almacenado a granel para ser montados antes de su uso -caso de Rusia-.

En el primer caso, el método es la incineración en plantas idóneas, en el segundo, la neutralización se lleva a cabo mediante la inyección de un compuesto químico para hacer que el material se transforme en inerte.

De acuerdo con información francesa revelada a principios de septiembre, las existencias sirias están “en parte almacenadas en forma binaria, es decir, en forma de dos productos químicos, llamados precursores, que se mezclan justo antes de su uso.”

Este método parece ser similar al utilizado por Rusia, sospechosa de ayudar a Damasco a desarrollar su programa de armas químicas en la década de 1970.

AFP